No. Yo no soy nutrióloga. Tampoco soy médico ni tengo estudios en química de alimentos. Solo soy una persona que durante años sufrió los estragos de la comida -o más bien, de la mala combinación de alimentos- lo cual me llevó a cambiar mis hábitos alimenticios y de compras.
Después de terminar en el médico hace unos años, empecé una investigación sobre los alimentos y su efecto en nuestro cuerpo. Vi documentales diversos, leí textos en internet y me compré libros que hablan sobre el tema.
Me informé sobre los carbohidratos y las grasas, cuál es su función y qué pasa cuando nos excedemos con uno u otro, o con ambos. Leí sobre los carbohidratos buenos y los malos, así como las grasas buenas y las malas. Leí también sobre los almidones y el factor de choque de azúcar en la sangre, que lleva a padecimientos como la resistencia a la insulina, la diabetes, la obesidad, el cáncer o la ateroesclerosis, entre otros.
Vi documentales que condenan la ingesta de carne y argumentan que el cuerpo humano no requiere ningún tipo de derivado animal: ni siquiera lácteos (quesos, yogures, cremas, mantequilla... nada de eso debería formar parte de nuestra dieta :S). Leí, por otra parte, material que acusa a los carbohidratos, incluso a los presentes en los cereales y las frutas.
Si bien los documentales que promueven la no ingesta de carne suelen ser producidos y promovidos por vegetarianos y veganos, exponen algunos puntos que cualquiera debería tomar en cuenta. Por ejemplo, es un hecho innegable que miles de hectáreas de bosques y selvas están desapareciendo para ser convertidas en terrenos de pastoreo para el ganado destinado al consumo. La destrucción del ecosistema conlleva la extinción de cientos de especies animales y vegetales, y contribuye a cambios climáticos que ocasionan devastación. Nada de esto es bueno.
El consumo de carne también propicia prácticas crueles e insensibles en los mataderos, ocasionando un innecesario sufrimiento en los animales. Por otro lado, los campos de cultivo son rociados con pesticidas o agua contaminada, y muchos sufren los efectos colaterales de los cultivos transgénicos.
¿Qué podemos comer, entonces?
Tras varios meses de investigación, finalmente he llegado a algunas conclusiones, que hoy quiero compartir con quienes lean este blog.
¿Por qué digo que son lecciones de dieta para mexicanos? Pues porque somos el único país de la región con horarios de comidas completamente distintos, y ello, por ende, nos lleva a hábitos alimenticios muy diferentes también.
Casi todo el material que he visto o leído fue formulado por expertos estadounidenses, que hablan de hábitos de consumo en el país del norte y proponen dietas basadas en los horarios laborales y las costumbres de ese país. En América Latina, la mayoría de los países comparten el esquema de horarios que se maneja en Estados Unidos o Europa. Pero en México, no.
Sin embargo, estoy segura que aún quienes me lean en otras latitudes podrán encontrar mis comentarios de utilidad.
1. No hay un consenso general sobre las grasas y los carbohidratos. Mientras algunos médicos e investigadores culpan a las grasas por problemas relacionados con los triglicéridos y el colesterol, otros señalan a los carbohidratos como culpables de todos los males de salud y argumentan que al reducir al mínimo el consumo de azúcares se puede comer grasa sin problema.
2. Sí hay coincidencias en el impacto nocivo de consumir grasas saturadas, almidones, carbohidratos simples y azúcares refinados, así como alimentos procesados. Es decir, debemos evitar cortes de carne con exceso de grasa (como costillas y chuletas, y la piel del pollo); papas, betabel (remolacha), camote (batata), arroz, pastas; pan dulce, galletas y bollos; pasteles, malvaviscos, dulces; embutidos; alimentos enlatados, envasados o congelados... Todo el alimento procesado, ya sea carne, cereales, nueces o frutas, conlleva una gran cantidad de sodio, azúcar y conservadores que lo único que provocan es alterar nuestro organismo. Incluso el pan de fábrica está saturado de elementos que nada tienen que ver con la buena nutrición. Nada como un bolillito crujiente recién salido de la panadería :)
3. Los estudios más difundidos están basados en los hábitos de consumo de la población norteamericana. La mayoría de los informes y documentales que he visto o leído fueron hechos partiendo de las costumbres alimenticias de los estadounidenses, los cuales cada vez más están aprovechando las ventajas de la comida instantánea y las cenas pre-fabricadas, listas para comer con solo meterlas al microondas.
4. Pero, ¿qué hay de la comida mexicana? Los planes alimenticios propuestos por los expertos norteamericanos no están hechos para los mexicanos. Entre todo el material que he leído no hay ninguna tabla que indique el valor calórico de los tamales, las tortas, las gorditas, las quesadillas o los tacos. Sí, es obvio que los tamales son una bomba de carbohidratos (sobre todo cuando se preparan con bolillo, como guajolota), y que las gorditas nadan en aceite poliinsaturado. Pero no me vengan a decir que entre toda la variedad gastronómica de México no hay opciones bajas en calorías. Vamos, no es lo mismo comerse una orden de alambre con queso fundido que unos tacos de calabacitas a la mexicana, o una quesadilla al comal de tinga de pollo o de champiñones. Incluso uno puede prepararse una torta casera baja en calorías con solo un bolillo o telera, pechuga de pavo, queso panela, lechuga, jitomate y aderezo bajo en grasas.
Mientras leía sobre el nivel de choque de azúcar provocado por varios alimentos, no podía dejar de cuestionarme sobre todo aquéllo que en México es tan común, preguntándome qué tiene más azúcar, si un mango o una concha. Esa información no se encuentra en los estudios que he visto o leído. Supongo que tengo tarea para investigar en los centros de nutrición del país...
5. Los planes alimenticios propuestos por expertos internacionales no se ajustan a la realidad mexicana. Las sugerencias de planes alimenticios propuestos por vendedores de suplementos, nutriólogos internacionales y reconocidos entrenadores de celebridades proponen una dieta basada en costumbres que son ajenas para la mayoría de los mexicanos. El desayuno del mexicano suele ser abundante, así como la comida, mientras que la cena es más ligera. Para los europeos, norteamericanos y latinoamericanos el desayuno es más bien ligero, con un almuerzo un poco más abundante y una cena temprana bien servida. Para que esto sea posible, sus horarios laborales coinciden con sus costumbres de alimentación. En México es muy raro salir a comer a las 12 del día y cenar a las 6 de la tarde, cuando a esas horas está uno metido en la oficina, o en el tráfico de regreso a casa, que puede ser de hasta dos horas (o más). Así, lo normal es cenar después de las 8 o 9 de la noche.
6. La combinación de alimentos sí importa. Con toda la información que recopilé, lo que me queda claro es que más allá del daño que causan ciertos alimentos, per sé, algunas combinaciones también pueden resultar perjudiciales y hay que evitarlas en la medida de lo posible:
* Grasas + grasas: Básicamente, cualquier producto animal lleva grasa, si se le añade un proceso de fritura o se mezclan dos alimentos con alto contenido de grasas, el resultado puede ser muy difícil de digerir. Ejemplos: costillas BBQ, carne con queso, queso fundido con chorizo, pollo frito, chicharrón...
* Grasas + carbohidratos: Los carbohidratos fritos sueltan más almidones, que se convierten en azúcares simples en la sangre, incrementando el riesgo de choques de azúcar y resistencia a la insulina. Ejemplos: papas fritas, gorditas, fritangas, quesadillas fritas, donas, chicharrón...
* Carbohidratos + azúcares refinados: Aquí cae casi todo lo dulce, pues suele ser la mezcla de harinas con azúcar, lo cual, además, implica que al comer estos bocadillos no se está ingiriendo casi nada de vitaminas o proteínas. Ejemplos: pastelitos, pan dulce elaborado con mantequilla y azúcar, galletas, hotcakes o waffles con miel...
Yo me he dado cuenta que mi organismo no puede subsistir únicamente con carbohidratos; si no incluyo frutas, vegetales y/o proteínas en cada comida (al menos en desayuno y comida) sufro de una descompensación y de ataques de hambre tan solo dos o tres horas después de haber comido. Para mí, lo ideal es combinar alimentos en alguna de estas variables:
* Proteína animal + vitamina (ejem. yogur con fruta)
* Carbohidratos + vitamina (ejem. fruta con granola y miel)
* Proteína + carbohidratos (ejem. yogur o leche con cereal)
* Carbohidratos + proteína + vitamina (ejem. sándwich de pavo con queso panela, lechuga, jitomate y aguacate)
7. Comer orgánico -y saludable- es caro. Sí, la alternativa es comer más vegetales, nueces y leguminosas, y consumir carne baja en grasas. Pero si consideramos que la mayoría de los vegetales que compramos fueron rociados con pesticidas y que la carne seguramente fue inyectada con hormonas y antibióticos, la única opción para garantizar que estamos comiendo de manera saludable y libre de químicos es buscar comida orgánica, la cual suele ser más cara... mucho más cara. No importa qué tanto más conveniente sea, si no es económicamente accesible entonces no es realista. Y para la mayoría de la población mexicana es más fácil comerse un McTrío de hamburguesa, papas y refresco que una ensalada.
Aquí es donde vuelvo al punto de considerar dietas basados en la variedad de alimentos nacionales, aprovechando los vegetales comunes, más baratos, así como lácteos, nueces y leguminosas, carne de cerdo y pescados de bajo costo.
8. No todo está perdido. A final de cuentas, no se trata de prohibir para siempre el consumo de todo lo grasoso, lo azucarado, lo cremoso... de todo lo sabroso :P Si llevamos una dieta balanceada la mayor parte del tiempo, podremos darnos un gusto un par de veces a la semana, comiendo un trozo de pastel de chocolate o bebiendo refresco (soda) o cerveza en una fiesta, acompañados de unas buenas papas fritas. Yo estoy convencida de que la comida chatarra se hizo para pasar el rato de vez en cuando, no para comerla diario. Los enlatados son de mucha utilidad para preparar una comida rápida ocasional, no para usarlos todos los días. Si procuramos sopas de verdura natural, una crema Campbell's o incluso una pasta de macarrón con queso una o dos veces al mes no hace daño. La cosa, insisto, está en el balance ;)
No he terminado mi investigación. Al contrario, mis hallazgos me dejan más preguntas y una curiosidad enorme por conseguir información más aterrizada a la realidad del mexicano. Pero creo que lo importante queda claro en el punto 2: entre menos conservadores y azúcares refinadas nos metamos, más fácil será bajar de peso y mejorar nuestra salud.
Yo estoy en eso. Ya les contaré qué más voy encontrando en el camino :)
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