Thursday, November 29, 2007

Lujuria 2

Pues antes de pasar al siguiente pecado -y a petición (o más bien quejas) de mis morbosos lectores- creo necesario publicar un adendum del último post.
La verdad es que no quise hablar del tema directamente para no exponerme demasiado, pero creo que al final terminé por omitir algunos rasgos cruciales de mi persona, muy ligados con la sexualidad.
Lo cierto es que soy muy coqueta, siempre lo he sido, lo traigo en mi esencia, pero conforme he aprendido a manejar mi sexualidad y he visto con qué facilidad se puede obtener casi cualquier cosa de un hombre cachondo, pues más disfruto de mi coquetería... he de reconocer que a veces hasta es divertido llevarlos al punto en el que hacen lo que les pides sólo por la expectativa de una posibilidad... porque eso sí, tampoco se trata de ir por ahí haciendo falsas promesas, al más puro estilo del Son de la negra: "a todos diles que sí, pero no les digas cuándo"... jejeje
A veces pienso que si yo hubiera nacido en la era medieval, seguro hubiera sido una cortesana... y una muy famosa, lo que sea de cada quién, jejeje. Esas mujeres eran inteligentes, se codeaban con señores importantes que las buscaban porque con ellas tenían lo que no les daban en casa. Las cortesanas disfrutaban su sexualidad pero además la utilizaban para obtener favores, descubrir secretos o extraer información importante, por ello eran tan poderosas.
Los hombres que las buscaban encontraban en ellas, además de sexo placentero, compañía, comprensión y una confidente con quien platicar.
Estoy convencida de que algunos de los hombres con los que he estado lo que buscan es eso, una conexión con una mujer real con la que puedan disfrutar sin tabúes pero que también les brinde ese sentimiento de comprensión, de que alguien los escucha y los entiende... ¡por eso hay quienes están dispuestos a pagar! Por eso el oficio de la prostitución es el más viejo del mundo... porque hay más de un hombre que lo único que necesita es una caricia, un apapacho, creer que alguien se preocupa por hacerlo sentir bien, que hay alguien que lo escucha... (a final de cuentas, ¿no es eso lo que buscamos todos?)
Ese es tal vez mi pequeño secretito... cada encuentro es una entrega y eso me convierte, de alguna forma, en una especie de ángel lascivo, capaz de disfrutar del sexo sin que éste se convierta en una condena ni para mí, ni para las parejas que he tenido... o, al menos, eso quiero pensar yo...

Monday, November 19, 2007

Lujuria

Ok, ok, ok... lo admito... me da cierto nervio escribir este post y por eso ha pasado tanto tiempo ya. Créanme que en el transcurso de esta semana que pasó, más de una vez abrí el blog e intenté empezar, sin éxito. Pero bueno, esto se está convirtiendo ya en una trabe que no me deja avanzar con otros escritos que también quisiera compartir, así que al mal paso, darle prisa.
Veamos... la lujuria se define como el apetito desordenado del goce sexual, o el exceso o abundancia de algo, según el diccionario Larousse.
Tomemos la primera parte de esta definición: apetito desordenado del goce sexual. Creo que se entiende bien, pero sólo para profundizar un poco, veamos a qué se refiere el diccionario por desordenado: que no tiene orden, que actúa sin regularidad o método; que no se ajusta a las normas morales o sociales.
Mmmmmmm... creo que ésta es la raíz de los tabúes, complejos y escrúpulos que enfrentamos todos los mortales y definen nuestro comportamiento sexual, conforme a las normas morales o sociales impuestas por la sociedad en la que vivimos y la fe que profesamos.
¿Qué define un comportamiento lujurioso? ¿La lascivia -deseo sexual exagerado- o la curiosidad por probar nuevos placeres? Si nos apegamos a la definición de la lujuria, vemos que el goce sexual no es pecado, sino el apetito desordenado del mismo. Y un apetito desordenado es aquél que no se ajusta a las normas morales o sociales.
¿Qué sería lo adecuado? ¿Qué sería lo 'ordenado'? El diccionario define el orden como la organización y disposición regular de las cosas; normalidad, tranquilidad. Mmmmmmm... esto no me está ayudando mucho. ¿Quiere decir, entonces, que todo comportamiento sexual que se aleje de lo que se considera 'normal' puede ser considerado lujuria? En estricto sentido, así es. OK, pero, entonces... ¿qué es lo normal? ¿Aquéllo que es aceptado como un goce sano por la sociedad y la religión?
¡Auch! Aquí es donde entramos en serios conflictos... definitivamente la zoofilia, la pederastia, la necrofilia y el incesto son comportamientos sexuales anormales, desordenados y condenados por el sistema de justicia de casi todos los países así como por la mayoría de las religiones. Creo que son conceptos universalmente entendidos como desviaciones patológicas... salvo por aquellas culturas en las que aún se promueven las relaciones entre primos o hermanos, para 'salvaguardar' la herencia familiar -en el caso del incesto.
Sin embargo, ¿qué hay sobre otro tipo de comportamientos que llevan a un goce sexual no convencional, conforme a los cánones de la iglesia o lo que un grupo de padres de familia considera moralmente incorrecto?
No es que esté yo a favor de una conducta promiscua, pero lo cierto es que estos principios morales son definidos por cada sociedad conforme a las experiencias de sus miembros. Y, reconociendo los hechos, México es un país por demás tradicionalista en términos de relaciones, noviazgo, matrimonio y sexo.
Una mujer sin compromisos debiera tener la libertad de asumir su sexualidad sin tapujos, sin complejos ni culpas... pero no es así.
En lo personal (sí, ya sé... ésto es lo que querían leer, jejeje) me enfrento constantemente a los principios que mis padres me inculcaron tan fuertemente que se me han quedado grabados como hierro candente en la piel. Y esta lucha se hace más recia porque no soy de ese tipo de mujeres que puede vivir sin sexo, como si nada. Lo que sea de cada quien, yo no sé cómo le hacen...
Esto de la soltería para mí ha sido un verdadero Calvario, porque por un lado no tengo la cena servida en casa cada que me da hambre, y por el otro, tanta educación y tanto comentario que me clavaron en el cerebro cuando niña me impide disfrutar del buffet libremente cada que se me antoja.
Si a eso le añadimos que me he vuelto más recelosa y llevo la consigna de darle buen ejemplo a mi hija, resulta que al final ceno cada... mmmmm... ya me iba a balconear, pero créanme, entre cena y cena me aviento un ayuno bastante largo.
Eso sí... con tanta hambre acumulada, cuando llega la hora de comer, me doy unos atascones que para qué les cuento... pero este post ya se está pareciendo más al de la gula que al de la lujuria, jejejeje.
Y aquí es cuando me pregunto... ¿hasta dónde llega la lujuria? ¿El deseo desbordado entre una pareja con la creatividad suficiente para intentar nuevas opciones que resulten placenteras para ambos podría considerarse lujuria? Seguramente que de pronto hay quien opine que toda posición no considerada en el sexo convencional de los matrimonios de los años 50 es fruto de la lujuria, pero... por muy animal que pueda parecer, estoy segura que en el fondo todos queremos sexo apasionado.
Mi hermano lo explica mejor que yo: hay personas con las que se te antoja una arrastriza como Dios manda, jajajajajajaja... ¿Como Dios manda? ¿Y cómo es eso, si de acuerdo con los cánones religiosos, uno debe ser sobrio, conservador? ¿Será?
Veamos, la virtud que se opone a la lujuria es la castidad, y se define como la continencia sexual por motivos morales o religiosos. Mmmmmmmmm... interesante. Este concepto no dice si determinada conducta es correcta o incorrecta, simplemente dice que por apego a la moral o la fe que se profesa, uno decide contener sus impulsos animales, digo, naturales, y limitar el goce sexual.
Tampoco habla de una continencia permanente, simplemente de una abstinencia en la satisfacción del placer. Uno decide cuándo y cuánto. Interesante... de pronto sucede que por mucho tiempo me he sentido una sucia por no ser una mujer convencional y no ocultar que yo sí tengo deseos, y de pronto me descubro -de verdad, para mi sorpresa- como una mujer que sabe practicar la castidad... y disfrutar la sexualidad al mismo tiempo.
¿La verdad? Más allá de todo lo que me hayan inculcado, hoy también estoy firmemente convencida del principio que reza: más vale sola, que mal acompañada. Y, la neta, si pasa tanto tiempo entre una comida y otra, es que de pronto el buffet no se me antoja y, gracias a Dios, ya pasó la temporada en que comía lo que fuera por hambre.
Para bien o para mal me he vuelto selectiva... pero tiene sus recompensas. Pasar un rato en compañía de alguien agradable puede saciar hasta el apetito más voraz y lo mejor es que esa sensación de saciedad perdura, haciendo que los bocadillos temporales luzcan poco tentadores a la vista... y al deseo.

Thursday, November 08, 2007

Por Tabasco

Sí, ya sé, ya sé que toooodos están esperando el siguiente post de los 7 pecados capitales, en especial porque sigue la lujuria. Si son tan morbosos como para leer mi blog seguro que lo esperan con ansias, jajajaja.
Sin embargo, interrumpimos esta transmisión para... no, ya en serio, creo importante hacer otra pausa en la entrega de mi pecaminoso análisis para solicitar su apoyo por la gente que sufre en Tabasco. Me gustaría decir que también por Chiapas, pero la cuestión es esta:
Muchos queremos ayudar pero pocos confiamos en que la ayuda realmente llegue a quien la necesita. Ya sea TV Azteca, Cinemex, Banamex o la Cruz Roja, en realidad sabemos que mucha de la ayuda se pierde en el camino.
Pues bien, un grupo de voluntarios de mi iglesia irá a entregar lo que se recaude este sábado y lo entregará directamente en manos del pastor de una iglesia en Villahermosa, para que sea distribuido con justicia por allá.
Es gente que conozco, de fiar, y créanme que la ayuda va a llegar a donde tiene que llegar.
Así que si tienen ropa de calor en buen estado, zapatos, ropa de bebé, mantitas o quieren colaborar con agua embotellada, pañales, alimentos enlatados, abrelatas, sal, azúcar, leche en polvo o tetrapack, o medicamentos no caducos, búsquenme por favor.
Quienes tienen mi cel, llámenme con confianza. O envíenme un correo a snakepoliz@gmail.com
Gracias de antemano por su apoyo :)

Sunday, November 04, 2007

Ira

Le he estado dando vueltas y vueltas a este tema porque la misma acepción del diccionario es difusa, y los sentimientos que conducen a la ira son de dominio general: enfado, disgusto, furia...
Me es un poco complicado ser objetiva porque creo que en realidad no soy de las que se enfurecen tremendamente, al menos no muy seguido, pero sí soy irascible ante pequeños detalles cotidianos... sobre todo en ciertos días cada mes (sí, está bien, suena a pretexto pero las hormonas son reales y afectan duro).
¿Hasta dónde llega el enfado, dónde se convierte en furia y cuándo se torna en el sentimiento incontenible, avasallador, que entendemos como la ira?
Veamos, tal como lo he venido haciendo en cada post, trataré de desgranar la esencia de este pecado capital así como los caminos que conducen a él y sugerencias para cumplir con la virtud que contrarresta a la ira: la paciencia.
Como tocaré varios conceptos relacionados en esta ocasión, les dejo el listado de las definiciones de acuerdo con el diccionario Larousse...
Ira: irritación o enfado muy violento; furia o violencia de los elementos.
Irritación: acción y efecto de irritar.
Irritar: hacer sentir enfado violento o excitación.
Enfado: enojo, disgusto.
Violento: que se hace o sucede con brusquedad o fuerza excesiva; que está fuera de su estado natural.
Enojo: alteración del ánimo por algo que contraría o perjudica.
Disgusto: pesadumbre e inquietud causados por una desgracia o contrariedad.
Ok... creo que estas definiciones nos llevan de lo más a lo menos, en una especie de camino en reversa desde la ira violenta hasta el incómodo pesar. Sin embargo, la senda hacia este pecado capital, el cuarto de mi lista, empieza con esos sentimientos pequeñitos y personales pero que, como bola de nieve, si no se les controla a tiempo, se van haciendo cada vez más grandes hasta que su ímpetu arrasa con todo lo que hay a su paso.
¿Cuál es la ruta? ¿Pesar-molestia-disgusto-enfado-irritación-ira? ¿Qué gatillo se dispara en la psicología de algunas personas que, cual auto de carreras que acelera de 0 a 100 en 10 segundos, son capaces de brincarse todas las etapas previas y reaccionar violentamente ante un incidente cualquiera?
¿Cómo detectar en cualquier circunstancia en qué nivel del camino estamos y cómo podemos frenarnos? Tal vez lo más complicado es precisamente reconocer las capacidades individuales para detectar nuestra vulnerabilidad a irritarnos con ciertos factores, comportamientos o personas, y tomar las medidas preventivas y de control necesarias para, en la medida de lo posible, evitar un enfrentamiento violento o, en su caso, controlar nuestras reacciones y disminuir el nivel de furia...
Por mi parte reconozco que, aunque adoro a mi hija, ella tiene la capacidad de alterarme en cosa de segundos cuando hace berrinches o no me obedece. Al final entiendo que el enojarme yo también no nos lleva a nada y puedo lastimarla, pero de pronto me saca de mis casillas y punto...
Otra persona que es capaz de enfadarme mucho es precisamente su padre, debido a toda la historia que traemos. Por lo demás, creo que en general procuro evitar discusiones y, afortunadamente para mí, el disgusto no suele durarme mucho, no soy rencorosa ni resentida.
¿Nooooo? Escucho la voz, dentro de mí, dándome de cocos...
Ok, ok... dije: en general. Debo reconocer que de pronto hay situaciones que sí me afectan de una forma que no percibo inicialmente y he ahí el problema, porque el pesar crece, se convierte en molestia que a veces descarto pero no se va, sino que sigue aumentando para tornarse en disgusto y, si aquí no le pongo un freno o lo canalizo adecuadamente, es cuando termina por convertirse en enfado, de esos que son capaces de llevarte de 0 a100 ante un incidente que te afecta justo en la parte irritada. Es como cuando dicen: nomás es cosa de que te pisen el callo pa' que brinques...
Recientemente pasé por una experiencia así, justo por la salida de mi empleo anterior. Fue algo que descarté y se fue haciendo grande hasta que me dí cuenta que en verdad había quedado resentida por la forma en que se manejaron las cosas al final y eso me provocó una reacción desfavorable que, lamentablemente, puede afectar mi imagen.
Ahora tengo que ponerle remedio a ello... dos meses después...
Así que lo reconozco: sí, soy susceptible de pecar, si no de ira, sí de cualquiera de los sentimientos que le anteceden. Sobre todo porque me falta una de las cualidades que se requieren para enfrentar este pecado, según el significado de la virtud que lo contrarresta: la paciencia es la capacidad de soportar molestias, trabajos y adversidades con fortaleza y resignación.
Mmmmmmmm... capacidad de soportar la tengo... ¿con fortaleza y resignación? Bueno, la vida me ha hecho fuerte, pero no resignada. Y la verdad es que no ser sumisa a veces es bueno, pues no puede ir uno por la vida aguantando todo, pero no hay que malentender el concepto.
La resignación se define como la capacidad para conformarse y aceptar las situaciones adversas. Conformarse, aquí va la palabrita... no se trata, repito de aceptar todo lo malo sin chistar, sino de reconocer que hay situaciones adversas con las que no se puede lidiar y no aceptarlas nos lleva a un estado de rebeldía que, obviamente, enciende nuestra ira.
Queda a juicio de cada quien, y eso es lo complicado. Para mí, lo difícil es precisamente no impacientarme y aprender a quedarme quieta cuando no debo actuar y aceptar las derrotas cuando no puedo ganar... pero bueno... ¿a quién le gusta perder?

Friday, November 02, 2007

Pausa...

Tengo algunos temas que he querido platicar pero preferí dejarlos al final de los ensayos pecaminosos para no interrumpir la secuencia. Sin embargo, hoy siento la imperiosa necesidad de escribir la letra de un par de canciones de Ricky Martin, como resultado de algo que sucedió anoche...
Sólo un desahogo y seguimos adelante ;)

Con tu nombre

Dejo abierta la ventana por si llega una canción.
Y una red de mariposas volando en el balcón, por si el viento deja alguna historia ahí enredada, notas olvidadas, rasgos de tu asuencia.
Antes, antes de soñar de nuevo tengo que olvidarme de tus labios.
Antes tengo que arrancar de mi memoria cada beso que empezaba con tu nombre.
Quedarán algunas letras y mi errante melodía; un puñado de palabras a medio terminar, cuando el tiempo deje este camino abandonado sin llegar a ningún lado y desnudo de tus huellas.
Antes, antes de soñar de nuevo tengo que olvidarme de tus besos.
Antes tengo que arrancar de mi memoria cada beso que empezaba con tu nombre.

Ésta es la última vez que canto tu nombre. Ésta es la última vez...
Antes, antes de soñar de nuevo tengo que olvidarme de tus labios.
Antes de cerrar mis ojos tengo olvidarme de tu piel.

Antes tengo que arrancar de mi memoria cada beso que empezaba con tu nombre.

Tu recuerdo

Tu recuerdo sigue aquí, tal como un aguacero rompe fuerte sobre mí; ¡ay! pero a fuego lento.
Quema y moja por igual y ya no sé lo que pensar si tu recuerdo me hace bien y me hace mal.
Un beso gris, un beso blanco, todo depende del lugar.
Que yo me fui, eso está claro, pero tu recuerdo no se va.
Siento tus labios en las noches de verano, ahí están cuidándome en mi soledad, pero a veces me quieren matar.
Tu recuerdo sigue aquí, tal como un aguacero rompe fuerte sobre mí; ¡ay! pero a fuego lento.
Quema y moja por igual y ya no sé lo que pensar si tu recuerdo me hace bien y me hace mal.

A veces gris, a veces blanco, todo depende del lugar.
Que tú te fuiste, eso está claro, sé que te tengo que olvidar,
pero yo le puse una velita a to'o mis santos, ahí está pá que pienses mucho en mí... no dejes de pensar en mí.
Tu recuerdo sigue aquí, tal como un aguacero rompe fuerte sobre mí; ¡ay! pero a fuego lento.
Quema y moja por igual y ya no sé lo que pensar si tu recuerdo me hace bien y me hace mal.

Piensa en mí... es antídoto y veneno al corazón
Piensa bien... que quema y moja, que viene y va
¿Tú dónde estás?... atrapado entre los besos y el adiós
Tu recuerdo sigue aquí, como un aguacero de mayo
Rompe fuerte sobre mí y cae tan fuerte que hasta me quema hasta la piel
Quema y moja por igual y ya no sé lo que pensar si tu recuerdo me hace bien y me hace mal
Tu recuerdo sigue aquí, rompe fuerte sobre mí; quema y moja por igual...
Sé que te tengo que olvidar, si tu recuerdo me hace bien y me hace mal

Thursday, November 01, 2007

Gula

De todos los pecados capitales, la gula es probablemente el único que no afecta a nadie más que a uno mismo. Salvo que te atasques de comida en una reunión y no dejes nada para los demás, si te pones a tragar y tragar hasta rodar como pelota la bronca es tuya... y de tus arterias.
Se me antoja que la pereza también es algo muy personal, sin embargo sí se puede afectar a otros cuando uno es flojo, como siendo improductivo en el trabajo o dejando para después cosas importantes... pero bueno, ése es tema de otro post. Hoy le toca a uno de los grandes placeres de la vida: la comida.
Y es que, ¿a quién no le gusta comer bien? ¿O degustar un buen trago, junto a una agradable compañía? El placer de la comida, señores, es la razón por la que me cuesta tanto ponerme a dieta y bajar los xxxx kilos que aún me quedan de más... (jejeje, ¿qué dijeron, ya me balconeé? Pues no... eso queda entre mi báscula y yo :P )
Disfruto de una buena ensalada, sí, pero también me encantan la pizza, las hamburguesas, los tacos de alambre con queso, la lasagna, el pastel de chocolate, los chiles en nogada, la sopa de fideos secos, el pay de queso con frutas, la crema de elote, las fresas con crema, el spaghetti bolognesa, el banana split, los tacos de canasta, las enchiladas suizas, las albóndigs al chipotle... ¿le sigo o ya les abrí el apetito lo suficiente?
Sí... nunca he logrado seguir una dieta al pié de la letra porque mi placer por el buen comer es más fuerte que mi voluntad para bajar de peso rápida y radicalmente. Tal vez sea bueno: el gusto por la comida me evita entonces caer en la bulimia o la anorexia, porque eso sí, soy muy vanidosa.
La vanidad de hecho, es la razón por la que evito, en la medida de lo posible, comer por compulsión. Si no puedo bajar mucho, al menos no le echo más fruta a la piñata, jajajaja :D
Veamos: el diccionario Larousse define la gula como el exceso en la comida y en la bebida. Mmmmmm... en estricto sentido creo que no peco de gula, porque aunque me fascina comer bien, sí reconozco los límites que mi propio cuerpo me pone cuando la panza lleva al cinturón al punto de reventar y la blusa a duras penas puede resistir el botonazo. No pasa muy seguido pero en Navidad, por ejemplo, se hacen unas comilonas en mi familia dignas de poner a sudar al pantalón de maternidad más holgado. Y es que ante tanta variedad, resulta difícil negarse a probar un pedacito de cada cosa... en suma, esos pedacitos le saturan a uno el estómago y terminas como lombriz con nudo, jejeje.
Pero bueno, la pesadez y el dolor de estómago pronto me hacen entrar en razón. Y luego la báscula me da mis cocos y entonces le meto más a la lechuga y el atún y menos a los carbohidratos y listo.
Más que gula, mi problema es nervioso... tiendo a comer por compulsión cuando estoy ansiosa, deprimida o inquieta. Ahí sí que la sufro porque aunque me sienta llena (no satisfecha: llena) y la comida me produzca cierta repulsión, me entra una necesidad de comer que me incita a llevarme a la boca un chocolate, una hamburguesa con queso extra, unas galletas, una banderilla de queso o una buena rebanada de pizza... sí, a la mitad me dan ganas de vomitar y me siento mal por sucumbir a esa imperiosa necesidad de comer para mitigar los nervios.
Aunque reconozco que es una faceta de la gula, creo que no es lo mismo, porque en teoría (con apego a la definición del diccionario) cuando uno come por gula lo disfruta, pero cuando yo como por compulsión ni siquiera me queda el deleite del sabor... llega a ser incluso nauseabundo.

Y luego, claro, viene el remordimiento y la mirada dura de la báscula frente al espejo mostrándome las llantitas que con tanto trabajo se habían ido y en un abrir y cerrar de boca, regresaron...
Aquí es cuando, de forma tardía, entra la templanza en mi vida. Esta cualidad, que se contrapone a la gula, se define como la virtud cardinal que consiste en moderar los apetitos y los placeres de los sentidos.
Pensándolo bien, la templanza es un virtud que siempre llega tarde conmigo. No sólo para evitarme comer sino para otros placeres o inquietudes de los sentidos. Soy muuuy impaciente. Y sí, escucho la vocecita que me dice: "no comas esto" o "no hagas lo otro", pero suelo patearla y hacer lo que me viene en gana y luego la escucho de nuevo diciéndome: "¿ya ves? Te lo dije."
¿Conclusión? Creo que peco de gula tanto como cualquiera, pues como en todo pecado, el remordimiento llega siempre después de que acometo sobre la comida sin escuchar a esa vocecita que me dice: "NO"... o peor aún, porque la escucho y me vale.
El daño me lo hago yo sola, pero ¿qué más quiero? Si se trata de que cada uno se cuide... ése es el principio para estar bien. De modo que tendré que aplicarme más en escuchar la voz y en ejercitar la templanza en mi vida, que buena falta me hace...