Sunday, November 04, 2007

Ira

Le he estado dando vueltas y vueltas a este tema porque la misma acepción del diccionario es difusa, y los sentimientos que conducen a la ira son de dominio general: enfado, disgusto, furia...
Me es un poco complicado ser objetiva porque creo que en realidad no soy de las que se enfurecen tremendamente, al menos no muy seguido, pero sí soy irascible ante pequeños detalles cotidianos... sobre todo en ciertos días cada mes (sí, está bien, suena a pretexto pero las hormonas son reales y afectan duro).
¿Hasta dónde llega el enfado, dónde se convierte en furia y cuándo se torna en el sentimiento incontenible, avasallador, que entendemos como la ira?
Veamos, tal como lo he venido haciendo en cada post, trataré de desgranar la esencia de este pecado capital así como los caminos que conducen a él y sugerencias para cumplir con la virtud que contrarresta a la ira: la paciencia.
Como tocaré varios conceptos relacionados en esta ocasión, les dejo el listado de las definiciones de acuerdo con el diccionario Larousse...
Ira: irritación o enfado muy violento; furia o violencia de los elementos.
Irritación: acción y efecto de irritar.
Irritar: hacer sentir enfado violento o excitación.
Enfado: enojo, disgusto.
Violento: que se hace o sucede con brusquedad o fuerza excesiva; que está fuera de su estado natural.
Enojo: alteración del ánimo por algo que contraría o perjudica.
Disgusto: pesadumbre e inquietud causados por una desgracia o contrariedad.
Ok... creo que estas definiciones nos llevan de lo más a lo menos, en una especie de camino en reversa desde la ira violenta hasta el incómodo pesar. Sin embargo, la senda hacia este pecado capital, el cuarto de mi lista, empieza con esos sentimientos pequeñitos y personales pero que, como bola de nieve, si no se les controla a tiempo, se van haciendo cada vez más grandes hasta que su ímpetu arrasa con todo lo que hay a su paso.
¿Cuál es la ruta? ¿Pesar-molestia-disgusto-enfado-irritación-ira? ¿Qué gatillo se dispara en la psicología de algunas personas que, cual auto de carreras que acelera de 0 a 100 en 10 segundos, son capaces de brincarse todas las etapas previas y reaccionar violentamente ante un incidente cualquiera?
¿Cómo detectar en cualquier circunstancia en qué nivel del camino estamos y cómo podemos frenarnos? Tal vez lo más complicado es precisamente reconocer las capacidades individuales para detectar nuestra vulnerabilidad a irritarnos con ciertos factores, comportamientos o personas, y tomar las medidas preventivas y de control necesarias para, en la medida de lo posible, evitar un enfrentamiento violento o, en su caso, controlar nuestras reacciones y disminuir el nivel de furia...
Por mi parte reconozco que, aunque adoro a mi hija, ella tiene la capacidad de alterarme en cosa de segundos cuando hace berrinches o no me obedece. Al final entiendo que el enojarme yo también no nos lleva a nada y puedo lastimarla, pero de pronto me saca de mis casillas y punto...
Otra persona que es capaz de enfadarme mucho es precisamente su padre, debido a toda la historia que traemos. Por lo demás, creo que en general procuro evitar discusiones y, afortunadamente para mí, el disgusto no suele durarme mucho, no soy rencorosa ni resentida.
¿Nooooo? Escucho la voz, dentro de mí, dándome de cocos...
Ok, ok... dije: en general. Debo reconocer que de pronto hay situaciones que sí me afectan de una forma que no percibo inicialmente y he ahí el problema, porque el pesar crece, se convierte en molestia que a veces descarto pero no se va, sino que sigue aumentando para tornarse en disgusto y, si aquí no le pongo un freno o lo canalizo adecuadamente, es cuando termina por convertirse en enfado, de esos que son capaces de llevarte de 0 a100 ante un incidente que te afecta justo en la parte irritada. Es como cuando dicen: nomás es cosa de que te pisen el callo pa' que brinques...
Recientemente pasé por una experiencia así, justo por la salida de mi empleo anterior. Fue algo que descarté y se fue haciendo grande hasta que me dí cuenta que en verdad había quedado resentida por la forma en que se manejaron las cosas al final y eso me provocó una reacción desfavorable que, lamentablemente, puede afectar mi imagen.
Ahora tengo que ponerle remedio a ello... dos meses después...
Así que lo reconozco: sí, soy susceptible de pecar, si no de ira, sí de cualquiera de los sentimientos que le anteceden. Sobre todo porque me falta una de las cualidades que se requieren para enfrentar este pecado, según el significado de la virtud que lo contrarresta: la paciencia es la capacidad de soportar molestias, trabajos y adversidades con fortaleza y resignación.
Mmmmmmmm... capacidad de soportar la tengo... ¿con fortaleza y resignación? Bueno, la vida me ha hecho fuerte, pero no resignada. Y la verdad es que no ser sumisa a veces es bueno, pues no puede ir uno por la vida aguantando todo, pero no hay que malentender el concepto.
La resignación se define como la capacidad para conformarse y aceptar las situaciones adversas. Conformarse, aquí va la palabrita... no se trata, repito de aceptar todo lo malo sin chistar, sino de reconocer que hay situaciones adversas con las que no se puede lidiar y no aceptarlas nos lleva a un estado de rebeldía que, obviamente, enciende nuestra ira.
Queda a juicio de cada quien, y eso es lo complicado. Para mí, lo difícil es precisamente no impacientarme y aprender a quedarme quieta cuando no debo actuar y aceptar las derrotas cuando no puedo ganar... pero bueno... ¿a quién le gusta perder?

2 comments:

Even Better said...

Órales!! Me había perdido de mucho, pero ya me chuté todos los posts que me faltaban y déjame decirte que: WOW!

Súper padre todo lo de los pecados capitales y aunque yo no soy católica trato de actuar conforme a principios y convicciones. Concuerdo contigo: somos humanos y nadie está excento de cometer alguno que otro "pecadillo".
Aunque déjame decirte que me has iluminado y ahora sé con seguridad que SOY UNA SANTA!!

Jajaja!!

Anonymous said...

Definitivamente concuerdo contigo respecto a que muchas veces actuamos irracionalmente y explotamos. Lo malo es que podemos lastimar a quienes no lo merecen (aunque a veces sentimos que vaya que lo merecen...). A veces nuestros hijos (algunos) nos dan lecciones de paciencia que nos dejan con el ojo cuadrado... Un abrazo y esperando no ser jamás el blanco de tu ira... GW