Monday, December 10, 2007

Pereza

Pues como decía un amigo mío: tengo mucho que escribir sobre este tema, pero me da flojera... jejeje. Ha pasado mucho entre mi último post y éste, el penúltimo de los 7 pecados capitales. Tengo ideas de otras cosas que quiero escribir pero no quiero perder el hilo de estos ensayos, así que mejor termino lo que debo terminar.
La verdad es que me ha tomado tiempo escribir sobre la pereza porque es uno de mis grandes problemitas... sí hay callo que me pisen, jajajaja.
No soy precisamente la más activa, al menos no en todas las actividades que debiera, y últimamente me he dejado llevar mucho por un sentimiento de desidia hacia una serie de cosas que me está resultando en extremo nocivo.
Debo reconocer que esta desidia es resultado de mis cambios extremos de ánimo, que me llevan a terminar en episodios de depresión. No soy una mujer que vive deprimida, pero sí soy una mujer muy emocional y así como puedo disfrutar de los buenos momentos con todo, cuando las cosas no van tan bien me sigo hasta tocar fondo, como un péndulo... y últimamente he tenido motivos para pasarme de un extremo a otro vertiginosamente.
Créanme, ése es uno de los rasgos que me gustaría cambiar de mí, pero aún no sé cómo. Me siento desbalanceada y no me gusta esa sensación...
Por lo pronto, y entendiendo que la desidia es uno de los caminos a la pereza, me dí a la tarea de buscar su significado en el Larousse. Esto es lo que hallé:
Desidia: descuido, negligencia, dejadez
Negligencia: falta de cuidado, dejadez
Dejadez: pereza, abandono de uno mismo o de sus cosas

Y aquí está: la pereza es una forma de dejarse, y la dejadez es desidia. ¿Resultado? Me declaro culpable de este pecado...
El diccionario define la pereza como la falta de ganas de hacer algo; lentitud o descuido en las acciones o movimientos (uuuuy, vaya que sí soy culpable... no en todo, repito, pero en ciertas acciones...)
Desglosando los términos:
Desgano: falta de interés o indiferencia
Indiferencia: de indiferente: que no muestra o entraña interés o preferencia
Mmmmm... estos términos me parecen aún vagos. De pronto me parece que la pereza es simplemente resultado de la falta de interés, y eso entonces tiene más que ver con psicología que con fisiología. ¿Por qué, entonces, ligarla al concepto de flojera o hueva (güeva o weba, como gusten escribirlo)?
Veamos, de acuerdo con el Larousse, un flojo es una persona con poca fortaleza o vigor; poco activo o cuidadoso.
Continúo:
Flojear: flaquear, decaer
Flaquear: debilitarse, perder la fuerza
Decaer: perder fuerza física o moral
Interesante... éstos conceptos plantean a una persona que ha perdido los ánimos o la fortaleza física para realizar ciertas actividades. Esto suele suceder cuando uno está enfermo, deprimido, estresado, agotado por una actividad física extenuante, o desmoralizado ante circunstancias adversas.
Ninguno de estos términos define lo que conocemos como un huevón (güevón), es decir, aquél que se la pasa tirado sin hacer nada sólo por la comodidad de que otros hagan su tarea.
Así, pues, el concepto de pereza resulta en cierta forma indulgente, pues nadie está exento de sufrir alguna circunstancia que lo desmoralice o lo agote. Y más en un entorno como el actual, en el que el estrés y los problemas son el pan de cada día...
¿O será que acaso no tenemos chance de dejarnos llevar por un momento? A lo mejor ése es precisamente el punto: todos pasamos por momentos adversos, situaciones que nos golpean, cosas que nos llevan a sentirnos un poco blue en ocasiones. El problema, según los conceptos del diccionario, es dejarte, descuidarte...
Pienso en las mujeres que engordan durante el embarazo y les cuesta perder peso tras el parto, y se deprimen. Es normal, ¿no? Pero, ¿sigue siendo normal que después de 4 años sigan gordas y deprimidas? Más bien, entraron en un ciclo emotivo del que no pudieron salir y se dejaron.
¿Cuántas veces hemos escuchado la frase: "es que ya se dejó", como sinónimo de que se descuidó? Pienso en más ejemplos y me vienen muchos a la cabeza, pero seguro que ustedes también tendrán en mente más de uno.
So? Entristecerse, cansarse, deprimirse o sentirse agobiados está bien por un rato; es perfectamente humano y normal. La cosa es no dejarse ir, porque entonces sí, como se dice: se lo lleva a uno la tristeza...
¿Cuál es el antídoto? La virtud que se contrapone a la pereza es la diligencia, que el diccionario define como el cuidado en hacer una cosa; prontitud, prisa.
Es decir, una persona diligente es cuidadosa y activa, rápida.
Mmmmmmm... ok, ok... entiendo, pero, ¿cómo se pasa de la fase del desgano y el desinterés a la de ponerte las pilas? Si precisamente uno es objeto de la pereza por no sentir ánimo o fuerza para hacer las cosas, ¿de dónde saca uno la voluntad y la fortaleza? Como diría Eugenio Derbez: ¡que alguien me explique!
Pienso que una opción es iniciar nuevas actividades, refrescantes, que le pongan la sal y la pimienta a la vida de la persona en cuestión... pero, ¿cómo retomar la energía por lo que ya se empezó y los compromisos que se adquirieron? ¿Alguna sugerencia?

1 comment:

Carlos Leiro said...

¿El bajón sera un pecado capital?

Besos