Algunos reptiles y moluscos cambian de piel cuando crecen; cada determinado tiempo se ven obligados a dejar su piel, o su caracola, para buscar otra y seguir creciendo. No hay de otra, a veces, para crecer, hay que dejar atrás lo que nos limita, aunque sea el corazón.
El mío insiste en andar por el camino equivocado una y otra vez, y ello me forza, constantemente, a tener que cortarle las alas cada vez que empieza a volar. Y duele cada vez, pero no hay forma de avanzar si se queda uno atado a un sentimiento que no va a ningún lado.
Este año quiero empezarlo sin lastres de ningún tipo. Tengo muchos proyectos por delante y este año será para convertirlos en objetivos, concentrarme y concretarlos. Ahora entiendo a qué se refiere la Biblia cuando dice: es mejor entrar al reino de los cielos tuerto, a tener ambos ojos y quedarte fuera. Creo que así es en todo: es mejor conseguir los objetivos dejando atrás ciertas cosas y ciertas personas, a perder el tiempo intentando conseguir un imposible.
Como dije antes, era cosa de tiempo antes de decidirme, pero al final yo sabía que tarde o temprano tendría que decidirme. Mi cabeza está convencida, incluso mi corazón... sólo espero que no me falle la voluntad.
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