No sé cómo venga el 2011... no voy a filosofar porque la neta no tengo la más remota idea. Sólo sé que vienen muchos cambios, todos ellos positivos. Confío en que se concrete pronto una oferta laboral, me pienso mudar muy pronto de casa -¡independencia otra vez!- y algunas otras cosas buenas que vienen en camino. Seguramente, como en todo camino, entre lo dulce y agradable habrá momentos agrios o ácidos y situaciones no tan deseables, pero si algo he aprendido es que cada quien decide cómo quiere ver la vida.
Y a final de cuentas, más allá de los ratos tristes, cuando miro el paisaje completo, con todos sus altibajos, las luces y las sombras, las nubes y los arcoiris, me queda claro que mi vida es bella. Gracias a mis amigos y familiares por su cariño, y a Dios por sus infinitas bendiciones y por los milagros que me permite ver día tras día, desde las cosas pequeñas hasta las más grandes.
Si la vida es cuestión de actitud, y la felicidad es una decisión, no me queda más que concluir que yo sigo percibiendo la vida como una poesía, con sus estrofas tristes y felices, apasionadas y deprimentes, inspiradoras y relajantes, enojadas y soñadoras... sí, la vida es el conjunto de todo lo que nos pasa, y cuando lo coloco en la balanza siempre tengo mucho por qué dar gracias... incluso por los momentos tristes que sirven de lección y me fortalecen y me llevan a crecer.
A aquéllos que aún me leen, les deseo con todo el corazón que este año esté lleno de bendiciones en todo sentido y que aprendan a ser felices en el presente, a pesar de las circunstancias.
¡Feliz 2011!
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