Afortunadamente, no obedecí al deseo de salir corriendo de ese lugar y me concentré en pasarla bien, pero neto que sí me sentí fuera de lugar. Yo solo conocía a Edna, una amiga de la prepa con la que he mantenido contacto por mail y por teléfono esporádicamente, pero no conocía a sus amigos ni a sus familiares. Debo decir que me resultó gratamente sorprendente que Edna me considerara entre el pequeño grupo especial de amigos seleccionados para esta sencilla ceremonia.
Si algo me quedó más claro que nunca, es que reforcé lo que ya venía pensando hace mucho tiempo. El día en que me case invitaré solo a las personas con las que me gustaría compartir ese momento especial, ya sean diez o cien, lo importante será pasarme bien uno de los momentos más importantes de mi vida. El lugar, la dinámica, se definirán en su momento, aunque también tengo una fuerte idea de cómo me gustaría que fuera.
No quiero sonar patética, pero a veces cuesta mucho no sentirse sola. Hace falta el beso, el apapacho... de esa persona especial. Es horrible reconocer que todos los días hay quien me apapacha o me da un beso o una palabra de aliento pero mi mente sigue a miles de kilómetros de aquí, en un sitio del cual no obtengo respuesta ni vislumbro un futuro. Y días como hoy, con tres parejas enamoradas en la mesa y una más completamente embelesada en su momento, es muy difícil no sentirse un poco triste.
("Nunca me sentí tan solo como cuando ayer de pronto lo entendí mientras callaba. La vida me dijo a gritos que nunca te tuve y nunca te perdí y me explicaba que el amor es una cosa que se da de pronto, en forma natural, lleno de fuego; si lo forzas se marchita, sin tener principio llega a su final." Sin Bandera)
Ni hablar, algún día me llegará mi momento. Por lo pronto solo me queda esperar, ser fuerte y concentrarme en lo más importante de mi vida: mi nena. Sin embargo, y a pesar de que me siento bien y el decir que tengo 30 años no me ha afectado mucho, sí debo reconocer que en lo que se refiere a materializar una familia ya empiezo a escuchar el tic tac del reloj. Definitivamente, no quiero tener hijos a los 40. Es más, no me veo teniendo hijos después de los 35, pero no quiero permitir que la angustia se apodere de mí. Mejor sola que mal acompañada... pero, la neta, sí sueño con tener una pareja y formar una familia.
Lo dicho: más vale mantenerse tranquila. El tiempo y Dios pondrán en mi camino al hombre adecuado, lo sé. Mientras tanto... ¿quién me quita estas ganas de un buen beso y unos brazos a mi alrededor?