Le robo unos minutos a mi chamba para desahogar algunos pensamientos que traigo dándome vueltas en la cabeza, empezando por una muy atinada sobre los celulares (digo, para seguir en el tema del momento, jejejeje).
Pues ya tengo el mío, ¡hurra! Vaya que es importante tener esa cosita vibrante en las manos... (mmmmm... sigo hablando del celular, ¿eh? Está bien, me proyecté, jejejejejeje.) La cosa es que apenas hace unos días les decía que gracias al celular uno puede encontrar a quien quiera a la hora que sea... pues bueno, no siempre es conveniente. Y no porque te agarren en el baño (sí, como el Tigre de Santa Julia), sino por las incómodas llamadas de madrugada.
Una amiga me contó hoy que ayer le habló un fulano a su celular a las 4:30 am. Obvio, el tipo estaba perdido en alcohol y esperaba que mi amiga saliera de su casa a esa hora para irse con él por ahí. Ella lo mandó directito a la ch... pero mientras tanto, él ya había violado su sacrosanto sueño.
Yo fui víctima de llamadas como ésta y puedo decirles que son muy molestas. En momentos como esos se pregunta uno por qué no apagamos el celular de noche, pero bueno, bajo el pretexto de estar disponibles por una emergencia, el bendito aparato se mantiene encendido día y noche, hasta que se le acaba la energía.
El otro pensamiento que ha rondado mi cabeza, está relacionado también con un post anterior, que habla sobre el Éxodo del pueblo israelita. Nuevamente me invadieron sentimientos de cansancio, de pesadumbre y hasta de hartazgo por no tener lugares cercanos donde comer una comida casera decente. Justo estaba por quejarme cuando otra vez, como balde de agua fría, recordé cómo se quejaban los hebreos con Moisés y se lamentaban por estar en el desierto y deseaban volver a Egipto, donde vivían como esclavos.
Recordé que Dios les enviaba diariamente alimento y ellos no lo agradecían. ¡No estaban agradecidos con un Dios que había hecho milagros increíbles y preferían volver a Egipto! Sin embargo, reflexionando un poco, hoy entendí la razón. La Biblia en realidad no es muy específica sobre lo que el pueblo israelita tuvo que pasar en los años que vivieron en el desierto. Pero si uno lo piensa un poco, es fácil deducir algunas cosas que pueden quebrantar la fé de cualquiera:
1. El intenso calor del día, sin agua
2. El extremo frío de la noche
3. El cansancio de caminar diariamente, cargando familia, animales y casa
4. La rutina (imagínense levantarse todos los días sabiendo que vas a desayunar, comer y cenar lo mismo de ayer, y de antier...)
5. La monotonía (imagínense caminar cada día viendo el mismo paisaje: dunas, dunas y más dunas...)
Podría seguir enumerando cosas, pero creo que éstas ya nos dan una idea más clara. Así, pues, creo que nadie está exento de dudar o sentir monotonía o hartazgo. La cosa es, ¿qué hacemos con ella?
Todos atravesamos desiertos en esta vida, pero de cada uno depende llegar a una tierra con abundante vegetación. Así que no nos queda de otra... a echarle ganas, ¿que no?
4 comments:
Bueno... También se puede como le hicieron en Las Vegas.
Sólo había un gran desierto y ¡Vé ahora!
¡Quedó padre, y es un gran negocio!
:-))
Ok ok, es broma... creo que no te referías a eso, ¿no?
Andale, ésa es una buena idea de qué hacer con el desierto ;)
hOLA!!!
Yo al contrario tuyo, odio el celular solo contesto si conosco el numero y eso lo pienso no siempre les contesto.
Y eso si tienen suerte porque siempre esta perdido en el fondo de mi bolsa obvio no tiene sonido lo tengo en silencio. Desde luego siempre estoyyy muy pero muy lejos de mi bolsa, solo si salgo la traigo conmigo de otra forma esta hasta el fondo del cajon en mi ofna o en mi casa hasta el fondo del closet asi que el celular puede estar suene y suene y yo??? ni por enterada.
Saludos
Hellou, tienes la boca llena de razón, es un hecho que te toca atravesar desiertos en tu vida, muchos o pocos, pero siempre es TU decisión que hacer y como pasarla. Me dejaste pensando...
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