Tengo varias ideas para posts posteriores, que han surgido a raíz del tan comentado post "Sobre príncipes, princesas y ogros". Pero antes de arrancarme con estas divagaciones, quisiera que los hombres que me leen (o las mujeres que han sabido mantener a sus maridos) me expliquen con peras y manzanas por qué...
Sí... ¿Por qué los hombres buscan mujeres tranquilas, divertidas y tolerantes para pasar el tiempo, pero se casan con mujeres celosas, posesivas, berrinchudas, vanales, que los llaman cada media hora para saber en dónde están y con quién, y que les arman tremendos panchos cuando "se salen del redil"?
¿Es que necesitan tener alguien que los controle? ¿Es que les gustan las mujeres de carácter fuerte? ¿Fueron engañados durante el noviazgo y ahora les da miedo romper con el lazo que los une? ¿Será que es una forma (tal vez un poco patológica) de convivencia que les hace sentir "bien" al pelear constantemente, y sentir que se rebelan ante esa situación si coquetean un poco o de plano le son infieles, como si eso les diera cierto poder ante la fiera que tienen en casa? (Que, siendo justas, probablemente sea fiera porque conoce perfectamente bien qué hacen cuando llegan tarde a casa...)
Señores... aquí sí necesito de su ayuda. Cualquier opinión que pueda traer luz sobre este asunto es bienvenida.
Y chavas, si tienen alguna hipótesis o experiencia que compartir, ¡please, no se la guarden! ¡Compartan su sabiduría!
La revoltura de ideas, emociones y sentimientos de alguien que vive, eternamente, con los pies en la tierra pero la cabeza en las nubes...
Friday, June 26, 2009
Thursday, June 18, 2009
¿Cómo estuvo eso?
Mi hija me salió ayer con un comentario que me dejó boquiabierta unos segundos mientras mi cerebro trataba de procesar velozmente una respuesta y mis emociones trataban de decidir si lo correcto era reírme o enojarme...
Desde que aprendió a leer y escribir, ya no hay letrero que se le escape. Un buen día me pidió el teléfono de mi oficina y el de casa de su papá. Ahora me llama muy seguido, y cuando extraña a su padre lo busca. Y así, le da por llamarle y quedar de acuerdo con él sobre qué día se ven. Pero ya está creciendo, y aunque en muchos aspectos sigue siendo muy dependiente, en otros se va volviendo más independiente.
Pues bien, anoche llego a casa y escucho que mi mamá y ella están platicando, y Valeria le preguntó a su abuelita por qué no hicieron algo, y mi mamá le respondió que porque ella se había ido con su papá. ¿Perdón? Yo no sabía que la había ido a visitar...
Le pregunté entonces por qué no me había dicho nada y me responde muy intrigada: "¿Y por qué tenía que avisarte?"
¡Plop!
Rápidamente me las ingenié para explicarle por qué tengo que estar enterada, pero sí se me fueron unos segundos antes de responder y decidir si le hacía callar su boquita insolente o mejor lo tomaba por el lado bueno, je...
Desde que aprendió a leer y escribir, ya no hay letrero que se le escape. Un buen día me pidió el teléfono de mi oficina y el de casa de su papá. Ahora me llama muy seguido, y cuando extraña a su padre lo busca. Y así, le da por llamarle y quedar de acuerdo con él sobre qué día se ven. Pero ya está creciendo, y aunque en muchos aspectos sigue siendo muy dependiente, en otros se va volviendo más independiente.
Pues bien, anoche llego a casa y escucho que mi mamá y ella están platicando, y Valeria le preguntó a su abuelita por qué no hicieron algo, y mi mamá le respondió que porque ella se había ido con su papá. ¿Perdón? Yo no sabía que la había ido a visitar...
Le pregunté entonces por qué no me había dicho nada y me responde muy intrigada: "¿Y por qué tenía que avisarte?"
¡Plop!
Rápidamente me las ingenié para explicarle por qué tengo que estar enterada, pero sí se me fueron unos segundos antes de responder y decidir si le hacía callar su boquita insolente o mejor lo tomaba por el lado bueno, je...
Thursday, June 11, 2009
Sobre princesas, príncipes y ogros
Me tomó tres décadas llegar a la conclusión que muchas mujeres deberíamos tener cuando estamos en la adolescencia… todo sería más fácil para todos, hombres y mujeres, si desde chavitas entendiéramos cómo funcionan las cosas en realidad.
Ya antes de ver “A él no le gustas tanto” (He´s just not that into you) había racionalizado lo que voy a escribir, pero me parece genial la forma en que esa película explica el por qué las mujeres permitimos que un hombre nos trate mal, y ahí seguimos: desde niñas nos hacen creer que cuando un niño se porta mal con nosotras es porque le gustamos. ¡Zas! Ahí valió el asunto…
Crecemos pensando que si fulanito nos mira feo en realidad es que se muere por nosotras. Nos enamoramos de esa idea y, bajo la bandera de que el hombre gandalla es el que te quiere, aceptamos de buena gana mil y un maltratos.
Wrong!!!
Por mi parte, logré detectar la causa que me ha llevado, vez tras vez, a estar con hombres que me han hecho ver mi suerte. Todo empezó por tratar de detectar el patrón, pero no hallé similitudes físicas, o en su forma de vestir, o en sus profesiones o gustos… Pero algo tenía que ser… algo menos visible, algo que reside en mi subconsciente y me jala inevitablemente a hombres con la misma esencia, el mismo tipo de actitud… ¡Y ahí está! El carácter, las actitudes de los tipos en cuestión es lo que me atrae como el imán al hierro.
Pero entonces me preocupé, y en serio… ¿cómo era posible sentirme atraída por hombres claramente agresivos, solitarios y egoístas? En serio… ¿cómo es que desde siempre me he sentido atraída por el típico gandalla? A mí me educaron para que el hombre me trate bien pero siempre terminaba con quien me hace ver mi suerte… Mmmmmmm… sigo pensando…
Me empezó a preocupar que la princesa de mi historia no consiguiera ser feliz, ya no con el príncipe encantado, pero al menos con un ogro que se rife por mí… al final, yo sí espero que en mi cuento la chica buena se quede con el chico bueno…
Y ahí me llegó la luz, así, de pronto. ¿Por qué no me sentía atraída de fondo por los niños bien? Y, por ende, ¿por qué me siento atraída por el hombre que está en el límite de la bondad y la maldad? Es cierto que no me llaman la atención los villanos de las historias, pero sí tambaleo por los hombres que asumen el papel de héroes, con sus conflictos mentales y sentimentales. Por eso me encantan personajes como Wolverine, Jack Sparrow, Will Turner, Aragorn, Anakin Skywalker, el Fantasma de la ópera, el Batman de Christian Bale… se perciben reales, apasionados, fuertes… luchadores.
La actitud de este prototipo de hombres penetra mi raciocinio consciente y me deja el mensaje que antropológicamente toda hembra busca en un macho: seguridad, protección, fortaleza, virilidad. Es la clase de hombre que me hace pensar que si estuviera en peligro, estaría a salvo con él…
Y ahí es donde me equivoco. Si bien la generalidad de este tipo de hombres puede brindar seguridad, lo cierto es que también son individualistas y, a menos que se trate de alguien a quien en verdad quieren, no se matan por cualquiera. Y siempre se puede llevar uno una desilusión al hallar que quien aparenta ser fuerte en realidad sólo blofea.
Por otro lado, están los chicos buenos, capaces de partirse la madre por la mujer amada, por la familia… pero su actitud suele ser tan tranquila que llegan a parecer débiles o vulnerables. Y en una mujer que busca protección, el mensaje al subconsciente es errado. Hace falta un proceso mental para entender esto, sacarlo del subconsciente, desechar al chico malo y quedarse con el bueno… y siendo honestas, ¿cada cuándo hacemos eso?
Creo que este proceso me ha ayudado. Me descubro igual de atraída por hombres cuya actitud es avasalladora en todos los sentidos, pero me siento menos inclinada a pensar en ellos para algo serio. Ya me la pienso más... ya no me dejo llevar tan fácilmente por las emociones...
Además, volvemos al punto de que me educaron para que me traten bien. Me gusta que me traten bien y la mayoría de mis amigos lo hacen, hasta mis primos y mis hermanos me hablan con cariño. Neto: suelen llamarme preciosa, princesa, linda, bella, bonita, corazón, muñeca…
Me pregunto entonces, ¿por qué habría de aceptar algo menos de quien se supone que quiere conmigo? Lo único que pintaría la diferencia entre quienes me hablan bonito y alguien que no lo hiciera, es que ese alguien tal vez no me llamara princesa pero me demostrara con sus acciones que sí soy una princesa para él, y que daría la vida por mí…
Aquí es donde digo que no estoy buscando precisamente un príncipe encantador que sepa de modales pero no me ame, sino tal vez un ogrito que me ame con todo. Y sé que esos no están a la vuelta de la esquina… los príncipes se lucen, los ogros se esconden…
Estoy convencida de que el final de mi historia será con un buen chico, lo sé. Si resulta medio ogro o un verdadero príncipe, lo descubriré en el camino… que si algo puedo decir, es que ya voy por buen camino.
Ya antes de ver “A él no le gustas tanto” (He´s just not that into you) había racionalizado lo que voy a escribir, pero me parece genial la forma en que esa película explica el por qué las mujeres permitimos que un hombre nos trate mal, y ahí seguimos: desde niñas nos hacen creer que cuando un niño se porta mal con nosotras es porque le gustamos. ¡Zas! Ahí valió el asunto…
Crecemos pensando que si fulanito nos mira feo en realidad es que se muere por nosotras. Nos enamoramos de esa idea y, bajo la bandera de que el hombre gandalla es el que te quiere, aceptamos de buena gana mil y un maltratos.
Wrong!!!
Por mi parte, logré detectar la causa que me ha llevado, vez tras vez, a estar con hombres que me han hecho ver mi suerte. Todo empezó por tratar de detectar el patrón, pero no hallé similitudes físicas, o en su forma de vestir, o en sus profesiones o gustos… Pero algo tenía que ser… algo menos visible, algo que reside en mi subconsciente y me jala inevitablemente a hombres con la misma esencia, el mismo tipo de actitud… ¡Y ahí está! El carácter, las actitudes de los tipos en cuestión es lo que me atrae como el imán al hierro.
Pero entonces me preocupé, y en serio… ¿cómo era posible sentirme atraída por hombres claramente agresivos, solitarios y egoístas? En serio… ¿cómo es que desde siempre me he sentido atraída por el típico gandalla? A mí me educaron para que el hombre me trate bien pero siempre terminaba con quien me hace ver mi suerte… Mmmmmmm… sigo pensando…
Me empezó a preocupar que la princesa de mi historia no consiguiera ser feliz, ya no con el príncipe encantado, pero al menos con un ogro que se rife por mí… al final, yo sí espero que en mi cuento la chica buena se quede con el chico bueno…
Y ahí me llegó la luz, así, de pronto. ¿Por qué no me sentía atraída de fondo por los niños bien? Y, por ende, ¿por qué me siento atraída por el hombre que está en el límite de la bondad y la maldad? Es cierto que no me llaman la atención los villanos de las historias, pero sí tambaleo por los hombres que asumen el papel de héroes, con sus conflictos mentales y sentimentales. Por eso me encantan personajes como Wolverine, Jack Sparrow, Will Turner, Aragorn, Anakin Skywalker, el Fantasma de la ópera, el Batman de Christian Bale… se perciben reales, apasionados, fuertes… luchadores.
La actitud de este prototipo de hombres penetra mi raciocinio consciente y me deja el mensaje que antropológicamente toda hembra busca en un macho: seguridad, protección, fortaleza, virilidad. Es la clase de hombre que me hace pensar que si estuviera en peligro, estaría a salvo con él…
Y ahí es donde me equivoco. Si bien la generalidad de este tipo de hombres puede brindar seguridad, lo cierto es que también son individualistas y, a menos que se trate de alguien a quien en verdad quieren, no se matan por cualquiera. Y siempre se puede llevar uno una desilusión al hallar que quien aparenta ser fuerte en realidad sólo blofea.
Por otro lado, están los chicos buenos, capaces de partirse la madre por la mujer amada, por la familia… pero su actitud suele ser tan tranquila que llegan a parecer débiles o vulnerables. Y en una mujer que busca protección, el mensaje al subconsciente es errado. Hace falta un proceso mental para entender esto, sacarlo del subconsciente, desechar al chico malo y quedarse con el bueno… y siendo honestas, ¿cada cuándo hacemos eso?
Creo que este proceso me ha ayudado. Me descubro igual de atraída por hombres cuya actitud es avasalladora en todos los sentidos, pero me siento menos inclinada a pensar en ellos para algo serio. Ya me la pienso más... ya no me dejo llevar tan fácilmente por las emociones...
Además, volvemos al punto de que me educaron para que me traten bien. Me gusta que me traten bien y la mayoría de mis amigos lo hacen, hasta mis primos y mis hermanos me hablan con cariño. Neto: suelen llamarme preciosa, princesa, linda, bella, bonita, corazón, muñeca…
Me pregunto entonces, ¿por qué habría de aceptar algo menos de quien se supone que quiere conmigo? Lo único que pintaría la diferencia entre quienes me hablan bonito y alguien que no lo hiciera, es que ese alguien tal vez no me llamara princesa pero me demostrara con sus acciones que sí soy una princesa para él, y que daría la vida por mí…
Aquí es donde digo que no estoy buscando precisamente un príncipe encantador que sepa de modales pero no me ame, sino tal vez un ogrito que me ame con todo. Y sé que esos no están a la vuelta de la esquina… los príncipes se lucen, los ogros se esconden…
Estoy convencida de que el final de mi historia será con un buen chico, lo sé. Si resulta medio ogro o un verdadero príncipe, lo descubriré en el camino… que si algo puedo decir, es que ya voy por buen camino.
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