Lo último que escribí, hace casi un año, me parece muy lejano hoy que retomo la escritura de mi blog...
Muchas cosas han cambiado en los últimos dos años. En general, para bien.
Cada vez me siento más centrada y menos fuera de lugar. Tal vez por eso me costó retomar la escritura en este espacio. No sé si sea la madurez que viene con la cercanía de los 40, o si finalmente la paz de Dios me ayudó a sentirme bien conmigo misma, con lo que hago y lo que tengo.
He pasado estos dos años en arreglos de la casa; me tomó más tiempo del que creí pues había muchas cosas que limpiar, décadas de recuerdos que revisar y depurar, desde los de mi abuelita y mi mamá, hasta los míos y los de mis hermanos. Tuve que contratar ayuda para terminar con la depuración y empaque de tantos años de vida en este departamento. Se hicieron arreglos de plomería y se cambió todo el cableado eléctrico. Ya sólo me falta pintar... toda la casa :P
Mientras ponía orden en la casa, empecé a poner orden en mi vida también. He dedicado tiempo los fines de semana a coser ropa que tenía sin usar por un dobladillo deshilado o por un hoyito en alguna parte. He tenido que cocinar más pues mi sistema digestivo ya no tolera bien grasas ni almidones, y la única forma de asegurarme de comer adecuadamente es cocinando yo y evitando la comida en la calle.
Tengo un trabajo que es una bendición y me permite ayudar a mis papás, cubrir todos los gastos de reparaciones y mis gastos del mes, incluyendo algunos lujitos en la despensa -como mi requerida leche de soya- y una señora que me ayuda con la limpieza dos veces a la semana. Pero también es un trabajo absorbente que muchas veces me hace terminar fastidiada de la compu en las noches, así que lo último que quiero es pasar más tiempo en el teclado, ni siquiera para escribir en mi blog...
Pero ya me cansé de no escribir lo mío. Me hace falta, lo necesito. Ver a mi hija escribiendo sus propias historias en Wattpad me ha hecho extrañar mi espacio creativo, la posibilidad de escribir mis propias anécdotas y generar mis propios cuentos.
He leído mucho, eso sí. Y tengo muchas ideas. Aunque ya no tengo el corazón loco, creo que tengo aún mucho para compartir.
No, ya no siento mis emociones como caballos salvajes que corren sin dirección, persiguiendo quimeras. No. Ahora me siento en calma, como si finalmente mi barco hubiese llegado a un puerto seguro donde echó ancla y se siente bien; atrás quedó el mar indómito y bravo. Ya no siento que debo salir a la aventura; me siento en casa con él.
Tal vez por eso se convirtió en la persona que finalmente le presenté a mi hija y con quien la idea de envejecer juntos parece más real. César. Mi novio. Los primeros meses que salimos pensé que sólo sería pasar el tiempo, cenar, ir al cine... Cuando nos enamoramos, aún tenía incertidumbre. Pero ahora las cosas con él van muy bien. Todo cuadra.
Bueno, casi todo. Reconocer ante mis pastores que tengo un novio no cristiano (y que, evidentemente, a mis 39 y sus 46 no es un noviazgo de manita sudada) resultó en que fui dada de baja del servicio en la iglesia. Fue duro porque estaba muy comprometida con ello: el ministerio de los niños, finanzas y el grupo en casa, además de las clases y el grupo de oración. Sí, también había dedicado mucho tiempo al servicio en la iglesia, y por eso no lamentaba no tener tiempo para mi blog.
Ahora que vuelvo a escribir, con las palabras fluye el desahogo de manera natural. Sé que mis pastores han tomado la decisión correcta conforme a la Biblia y la responsabilidad que ellos tienen delante de Dios. Pero no puedo negar que me duele mucho ya no participar en el servicio, tanto que durante estas semanas se apagó mi deseo de orar... justo cuando más lo necesitaba.
Me pregunto cómo puedo saber si no es voluntad de Dios que esté con César cuando todo cobra sentido con él. Y, además, tengo muy claro que no quiero repetir los errores de mi abuelita y mi mamá. Yo cometeré los míos. Y mi decisión fue seguir con él. Aunque eso implique que no pueda servir por no ser testimonio. Tal vez más adelante vuelva a tener la oportunidad...
Por lo pronto, si miro atrás, apenas hace unos años, me parece como si hubiera pasado por un proceso de reconstrucción interna también yo. Es como si fuera un fénix resurgido, nuevamente.
Estoy muy agradecida con Dios por todas las bendiciones y la paz en mi vida, por este largo tiempo de serenidad y por haberme mantenido alejada de la distimia, propensa a la melancolía y la depresión... No fue sino hasta estas últimas semanas que me vi alejada del servicio en la iglesia que me sentí deprimida otra vez, pero fueron sólo unos días.
Aún hay muchos temas que ir resolviendo. Me queda claro que sigo estando fuera de lugar para muchas cosas, aunque en otras finalmente haya encontrado mi lugar. Estoy donde debo estar, trabajando para ser mejor y para conseguir lo que quiero y lo que necesito.
Y estoy de vuelta en mi blog :)
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