Por una razón u otra no he podido hacer el súper grande que hago una vez al mes, así que estos días me ha tocado cocinar con lo último que tenía en el congelador y el refrigerador.
Inspirada por el puré de camote que probé en la experiencia gastronómica de la semana pasada, saqué unas coliflores congeladas y me dispuse a preparar un puré de coliflor. Simple: cocer las coliflores y licuarlas con un poco de mantequilla, leche evaporada y condimentos. No es por nada pero sabe muy bien. Lo que me falló esta primera vez fue que agregué un poco de agua al momento de licuar las coliflores. No era necesario. Estos vegetales tienen mucha agua y el puré quedó muy suave... tal vez demasiado.
Como sea, al día siguiente "reciclé" lo que quedaba del puré. Le añadí más leche y agua e hice una crema de coliflor a la que le agregué trocitos de un queso de cabra que tenía y crutones de pan. Deliciosa. De verdad.
Así que si un día tienen por ahí una coliflor y no saben cómo aprovecharla, ya les dejé aquí un par de tips ;)
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