A casi cuatro meses de tu partida de pronto me encuentro fantaseando con la idea de verte entrar por la puerta de mi cuarto, presta a atenderme, en los días que me siento cansada.
Pero luego caigo en la cuenta de que aún si vivieras, lejos quedaron los días en los que podías atenderme. Y entonces abro los ojos a la realidad: lo que tengo son recuerdos de cuando me cuidabas después de que tuve a Valeria, o cuando estuve enferma. Y las fantasías se desvanecen al comprender -de nuevo- que ya no estarás aquí nunca más.
Te extraño mami. Te extraño mucho. No sólo porque me atendías (algo que siempre supiste hacer con ese instinto servicial que tenías) sino porque eras mi mamá. Y ya no estás.
Muchas cosas han pasado en poco tiempo, levantándome del luto rápidamente, pero es tan poco el tiempo que ha pasado desde tu partida que la herida aún está fresca, aún duele. Y creo que tal vez no cerrará del todo, pues siempre extrañaré algo de ti. Siempre me harás falta.
Te amo mamá. Ojalá estuvieras aquí...
No comments:
Post a Comment