Pues antes de pasar al siguiente pecado -y a petición (o más bien quejas) de mis morbosos lectores- creo necesario publicar un adendum del último post.
La verdad es que no quise hablar del tema directamente para no exponerme demasiado, pero creo que al final terminé por omitir algunos rasgos cruciales de mi persona, muy ligados con la sexualidad.
Lo cierto es que soy muy coqueta, siempre lo he sido, lo traigo en mi esencia, pero conforme he aprendido a manejar mi sexualidad y he visto con qué facilidad se puede obtener casi cualquier cosa de un hombre cachondo, pues más disfruto de mi coquetería... he de reconocer que a veces hasta es divertido llevarlos al punto en el que hacen lo que les pides sólo por la expectativa de una posibilidad... porque eso sí, tampoco se trata de ir por ahí haciendo falsas promesas, al más puro estilo del Son de la negra: "a todos diles que sí, pero no les digas cuándo"... jejeje
A veces pienso que si yo hubiera nacido en la era medieval, seguro hubiera sido una cortesana... y una muy famosa, lo que sea de cada quién, jejeje. Esas mujeres eran inteligentes, se codeaban con señores importantes que las buscaban porque con ellas tenían lo que no les daban en casa. Las cortesanas disfrutaban su sexualidad pero además la utilizaban para obtener favores, descubrir secretos o extraer información importante, por ello eran tan poderosas.
Los hombres que las buscaban encontraban en ellas, además de sexo placentero, compañía, comprensión y una confidente con quien platicar.
Estoy convencida de que algunos de los hombres con los que he estado lo que buscan es eso, una conexión con una mujer real con la que puedan disfrutar sin tabúes pero que también les brinde ese sentimiento de comprensión, de que alguien los escucha y los entiende... ¡por eso hay quienes están dispuestos a pagar! Por eso el oficio de la prostitución es el más viejo del mundo... porque hay más de un hombre que lo único que necesita es una caricia, un apapacho, creer que alguien se preocupa por hacerlo sentir bien, que hay alguien que lo escucha... (a final de cuentas, ¿no es eso lo que buscamos todos?)
Ese es tal vez mi pequeño secretito... cada encuentro es una entrega y eso me convierte, de alguna forma, en una especie de ángel lascivo, capaz de disfrutar del sexo sin que éste se convierta en una condena ni para mí, ni para las parejas que he tenido... o, al menos, eso quiero pensar yo...
2 comments:
Que conste que yo no me quejé.
Pero qué bueno que le agregaste cosas :-)))))
El C. de O.
Vaya que eres coqueta, pero es parte de tu encanto y magnetismo. Una cosa es coqueta y otra coscolina. ¿Qué sería de nosotros los hombres sin la coquetería femenina? Sigue siendo como eres, la Liz que todos queremos. Lo bueno es que eres una chica bella, con cerebro. Aunque hay muchos que prefieren a las que carecen de cerebro, te aseguro que habemos otros que al contrario damos gracias a Dios que también se den las dos cosas en la misma persona. Un abrazo. GW
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