Hoy estuve en una comida por el cumpleaños de un amigo y durante la conversación surgió un ejemplo magnífico de las cosas que no queremos ver cuando nos enamoramos, aún cuando brillen más que el sol en una playa en pleno verano.
Resulta que hay una chava que hace varios años tiene un novio que la trata mal, se han peleado muy seguido a lo largo de este lapso, han terminado y regresado. En una de esas, ella llegó llorando a casa diciendo que lo descubrió siéndole infiel... pareciera que al final ahí terminaría la historia. Pero no. Resulta que después de volver a verlo ella regresó convencida de que ¡todo había sido producto de alucinaciones suyas!
Quedé boquiabierta cuando escuché la narración. Definitivamente hombres así se merecen una ovación de pie por conseguir que todas las pruebas y evidencias se vean tan borrosas que no puedan resistir los argumentos que prueban su inocencia y al final resulta que hasta disculpas reciben por parte de las celosas mujeres que ponen en tela de juicio su relación.
Sí, he conocido gandallas, la mayoría cínicos. Al menos en esos casos existe la oportunidad de que sea la mujer quien decida lanzarse al ruedo a sabiendas de que tendrá que lidiar con celos y con la certeza de saber que el objeto del cariño se reparte entre muchos brazos.
Existen también los que a pesar de ser infieles y mujeriegos tratan de ocultar las evidencias, son cuidadosos en sus acciones y sus palabras, de modo que no haya asomo de celos, y si lo llega a a haber tengan los argumentos para tranquilizar a sus mujeres.
Pero aquéllos que son capaces de ser cínicos y encima hacer creer a la mujer que ese beso apasionadísimo que le estaban dando a la vecina no era más que un acto altruista de darle respiración artificial tras el desmayo que la vecina sufrió por usar un ajustado corsé, y que las manos en el pecho no era porque la estuviera acariciando sino que estaba tratando de abrirle el corsé para que pudiera respirar... bueno... me quito el sombrero.
Ahora sí que "no soy yo, eres tú"... verdaderamente loable.
Pero más sorprendente es que existan mujeres que a pesar de tener toda la verdad frente a sus ojos prefieran cerrarlos, voltear a otro lado y creer la gran mentira que se les presenta como si fuera verdad.
Al final, cada quien tiene lo que quiere. Recuerdo mucho cuando conocí al papá de mi niña, él solía decirme: "aquí no encontrarás petróleo", y decía esto con la intención de hacerme ver quién era y que no hubiera desencantos después, porque siempre insistió en que las cosas están ahí visibles para quien quiera verlas. Y tiene razón.
A final de cuentas, él sabe de lo que hablo... hoy domina el arte de voltear las cosas, de confrontar a las mujeres y confundirlas aún cuando están ciertas de algo, al grado en que dudan de lo que han visto o escuchado y terminan quedándose con él.
Al jugar en los terrenos de hombres así es cuando hasta la mujer más inteligente queda en jaque, y si el corazón domina y la razón se pierde, bueno, eso explica por qué hay tantas mujeres que son capaces de aguantar un hombre compartido. Supongo que hacen falta mucho más que huevos y convicción para dejar atrás a hombres tan encantadores...
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