Vale, ya estuvo. Hoy llego a mi oficina, abro mi correo y me encuentro un mail del susodicho. Obviamente fue el primero que abrí...
En una escueta línea me dijo que me enviaba una foto del viaje que hizo el fin de semana al Amazonas, en moto.
"Órale, qué bien"
Pero abro el archivo y, ¡oh, sorpresa! En la foto va acompañado de alguien. No se le ve el rostro porque está detrás de él, pero me queda claro que es una chava.
Bien, ya estuvo. Si necesitaba algo para matar de una vez lo que siento no pudo ser mejor que él mismo me enviara una foto de su viaje... con su vieja.
Ni hablar, ora sí, ya me morí.
La revoltura de ideas, emociones y sentimientos de alguien que vive, eternamente, con los pies en la tierra pero la cabeza en las nubes...
Wednesday, June 20, 2007
Tuesday, June 19, 2007
Shrek tercero... y una despotricada
Pues bien, el sabado se me hizo llevar a mi panzona a ver Shrek tercero. De entrada, le dio por llorar porque... bueno, no creo que cuente demasiado de la película si les digo que la razón por la que Shrek y Fiona ascienden al trono es que el rey Harold muere.
Por más que intentaron darle un tono sátiro a la escena, mi hija se puso a llorar y quería salirse del cine sin ver más.
Fuera de eso, la película me gustó mucho. Hay cosas incongruentes en la trama, cosa que difiere mucho de la línea manejada en las primeras dos entregas, pero bueno, no quiero entrar en detalles para no quitarle la inspiración a quien quiera verla.
Lo rescatable es que, tal como en Colorín Colorado -que vi hace unas semanas-, retoman nuevamente el papel de las princesas y hacen sátira de conceptos como el matrimonio y la paternidad. Blanca Nieves hace gala de humor negro y Cenicienta charla con su reflejo, en una sátira de Golum, de El señor de los anillos.
Algo más: un amigo mío escribió en su blog "no vean el trailer de Shrek tercero". Ya entendí por qué y le doy la razón. Los cortos no reflejan la verdadera historia de la película. Y la verdad que está muy interesante y vale la pena verla.
____
Por otro lado, y solo pa' no quedarme con esto, el día de hoy quiero despotricar algunas cosas:
1. Son casi las 8PM y aquí ando, metida en la oficina, tratanto de lidiar con algunas broncas que surgen por hacer el trabajo al vapor sin mayor conocimiento de causa. Hubo comentarios que me enchilaron y la presión está de a peso... pero bueno. Ya sabía yo que las cosas serían así y no me rajo. Vamos a darle con todo, que para eso vine.
2. Empiezo a bajar de peso y mi mamá se aloca... WTF? Digo, ¿no se supone que está bien adelgazar? Bueno, ella alega que no quiere que baje de peso por la presión. La verdad que me he estado cuidando, pero un poco de estrés no me cae mal en este proceso, jajajajajaja.
3. Está bien, sé que les choca que lo mencione pero tengo que decirlo. La semana pasada me encontré un mensaje de ya-saben-quién en mi compu, ¿y qué creen? ¡De vuelta la burra al trigo!
Que le escribo... y que me responde. Y que entonces mi corazoncito tonto se vuelve a alocar. En fin... pasé todo el fin de semana dándome terapia para hacerme entender que no significa nada. Y aquí ando ahora, tranquilita otra vez... con el alma en vilo con cada mail que llega. Ni modo. Creo que dejaré pasar nuevamente el tiempo. Un día, en un par de meses, él volverá a extrañarme, sólo un poco, lo suficiente para escribir un par de líneas preguntando qué ha sido de mí. Y entonces mi corazón brincará nuevamente de emoción... al menos por unos días, mientras que la fuerza de extrañarlo mengua y se diluye otra vez en la costumbre y el trajín de los días...
Monday, June 11, 2007
¡Que alguien me explique!
A ver, por obvias razones que ya no voy a comentar, estoy suscrita a un par de servicios de noticias de diarios de Colombia. Pues cuál no fue mi sorpresa al leer, el viernes pasado, que ese día se estrenó Shrek tercero allá. ¿Cómo? Pensé yo, y lo releí. Sí, efectivamente, Shrek tercero se estrenó en Colombia una semana antes que en México.
A ver, ¿y entonces de qué carajos nos sirve estar tan cerca de los Estados Unidos? ¿No se supone que una de las "ventajas" de ser el vecino del Sur es un poco de prioridad sobre otros países de América Latina? ¿Ya ni eso? Nooooo, pus ya valimos...
Los dejo con esto en mente y un chiste para pasar el trago, jejejeje
Un borrachito que olía a caña pura por los 4 costados, se sube a un autobús y se sienta con su roñoso bolso y un periódico viejo al lado de un cura. Saca una botella con aguardiente barato y se toma todo lo que queda de un solo trago. Satisfecho, hace hip y eructa, agarra el periódico y se pone a leer.
El cura finge que el borracho no existe y disimula su incomodidad.
Al rato, el borracho se le queda mirando al cura y le pregunta:
-Oiga Padre, ¿Puede decirme qué carajo causa la artritis?
El cura molesto, le responde en tono sarcástico:
-Ciertamente la artritis es causada por llevar una vida profana, el andar frecuentando mujeres mundanas, los excesos con el tabaco y la bebida, en especial el alcohol; esas borracheras que terminan en noches de prostitutas y muchas más de esas basuras y porquerías...
-Uuutamaaaadree, vaya, paaaa'la mieeeeerda- responde el borracho, volviendo a su lectura.
El cura al rato, pensando en lo que le dijo al pobre infeliz, se conduele y decide disculparse y le dice en tono comprensivo:
-Disculpe usted, no quise ser tan rudo hijo mío pero .. ¿desde cuándo sufre de artritis?
-¿Yoooo? No joda, ¡yo no Padre! Sólo estaba leyendo este artículo del periódico que dice que el Papa sufre de artritis desde hace varios años!
A ver, ¿y entonces de qué carajos nos sirve estar tan cerca de los Estados Unidos? ¿No se supone que una de las "ventajas" de ser el vecino del Sur es un poco de prioridad sobre otros países de América Latina? ¿Ya ni eso? Nooooo, pus ya valimos...
Los dejo con esto en mente y un chiste para pasar el trago, jejejeje
Un borrachito que olía a caña pura por los 4 costados, se sube a un autobús y se sienta con su roñoso bolso y un periódico viejo al lado de un cura. Saca una botella con aguardiente barato y se toma todo lo que queda de un solo trago. Satisfecho, hace hip y eructa, agarra el periódico y se pone a leer.
El cura finge que el borracho no existe y disimula su incomodidad.
Al rato, el borracho se le queda mirando al cura y le pregunta:
-Oiga Padre, ¿Puede decirme qué carajo causa la artritis?
El cura molesto, le responde en tono sarcástico:
-Ciertamente la artritis es causada por llevar una vida profana, el andar frecuentando mujeres mundanas, los excesos con el tabaco y la bebida, en especial el alcohol; esas borracheras que terminan en noches de prostitutas y muchas más de esas basuras y porquerías...
-Uuutamaaaadree, vaya, paaaa'la mieeeeerda- responde el borracho, volviendo a su lectura.
El cura al rato, pensando en lo que le dijo al pobre infeliz, se conduele y decide disculparse y le dice en tono comprensivo:
-Disculpe usted, no quise ser tan rudo hijo mío pero .. ¿desde cuándo sufre de artritis?
-¿Yoooo? No joda, ¡yo no Padre! Sólo estaba leyendo este artículo del periódico que dice que el Papa sufre de artritis desde hace varios años!
Tuesday, June 05, 2007
La reivindicación de las suegras
Yo sé que la sola palabra hace que muchos sientan escalofríos, pero la verdad que a mí me han tocado suegritas encantadoras. Ya desde la prepa siempre fuí el tipo de chava que cuando es presentada ante los papás del novio, obtiene el visto bueno... imagino que por ser cándida, bien portada, amable y acomedida (así me educaron, ¿qué puedo hacer?)
También creo, hoy por hoy, que ello ha sido causa de que muchos hombres salieran corriendo despavoridos. No sé por qué, pero así como a las mujeres luego nos gustan los tipos gandallas, a los hombres les gustan las zorras, digo, las mujeres más atrevidas y menos del agrado de papá y mamá.
Con todo, no creo que mi carácter sea un error, y después de tantas historias de terror sobre las suegras, creo que tampoco es malo caerle bien a la señora. Lo que pasa es que en mi caso no me ha funcionado la relación con el fulanito en cuestión. De pronto pienso que no se puede tener todo en esta vida, pero conozco no uno, sino varios casos en los que las afortunadas mujeres se llevan un buen marido y una suegra amable.
Así, para reivindicar un poco el tan malogrado concepto, aquí van tres casos de suegras que me tocó tener y a quienes extraño aún después de que he terminado la relación con sus engendros.
1. Doña Lulú.
Ella fue la mamá de L, el novio que tuve a finales de la preparatoria y gran parte de la universidad. La señora adoraba a su hijo y aún así siempre me defendía y me aconsejaba para que no me dejara tratar mal por él. Siempre me sentí a gusto en su casa, aún cuando no estuviera él. Cuando tuve que salirme de casa de mis papás, la señora me apoyó mucho.
Como ella se quedó en mi lugar cuando dejé de ser recepcionista del consultorio dental para tomar mi primer empleo como periodista, seguí viéndola (en mis visitas al dentista) aún cuando yo ya había terminado con su hijo. Así, la señora supo que viví sola, que me enamoré nuevamente y que finalmente me embaracé. Entonces, se puso a bordar chalequitos para mi nena que yo atesoré, sobre todo porque, poco después, doña Lulú enfermó gravemente y falleció a causa de un tumor cerebral.
Descanse en paz, que aún la llevo en mi corazón...
2. Doña María.
Ella, de alguna forma, seguirá siendo "mi suegra". Aunque ya no estoy con su hijo, hay un vínculo para toda la vida. Doña María es mamá del papá de Valeria, osea, la abuelita de mi hija. Aún cuando la conocí hasta que ya estaba yo embarazada, la señora se portó siempre muy linda conmigo.
Se turnaba con mi mamá para cuidar a mi hija cuando bebé, y así le enseñó muchas cosas. Como la cuidaba en mi casa, a veces me hacía de comer o se ponía a lavar los platos. Mientras la nena dormía, la señora buscaba qué podía coser o limpiar, jejejejeje. Sí, me daba pena, pero la verdad era un alivio que se ocupara de mi lugarcito, sobre todo cuando ya les conté que a mí me chocan las tareas del hogar.
La verdad, tomando en cuenta el concepto de que las suegras son bien fisgonas y nomás andan viendo si la nuera les atiende bien al hijo o no, yo me fuí de gane con una que no sólo no me criticaba, sino que me hacía el quehacer y me daba la razón.
¿No les da envidia?
3. Doña Lucía.
Ella es la mamá de J, el más reciente tropiezo amoroso de mi vida. Cuando la nostalgia me invade y me lleva de vuelta a Colombia, trato de recordar todo lo malo para echar fuera las memorias que me oprimen el corazón. Pero no es posible, ni es justo, olvidar a quien se portó tan linda y me trató tan bien.
Doña Lucía me procuró muchas atenciones, desde mi llegada. Como decimos por acá, "alcahueteó" a su hijo para que durmiéramos juntos (yo me pregunto qué madre mexicana permite que la novia, por mucho que la conozca, duerma en la misma cama de su hijo). ¡Hasta me compró lencería sexy!
Por sobre todo, con el paso del tiempo, en los días lluviosos, recuerdo el chocolate caliente y los tintos que la señora me preparaba, y la extraño mucho, extraño mucho ese lugar.
¡Qué lástima, J!
También creo, hoy por hoy, que ello ha sido causa de que muchos hombres salieran corriendo despavoridos. No sé por qué, pero así como a las mujeres luego nos gustan los tipos gandallas, a los hombres les gustan las zorras, digo, las mujeres más atrevidas y menos del agrado de papá y mamá.
Con todo, no creo que mi carácter sea un error, y después de tantas historias de terror sobre las suegras, creo que tampoco es malo caerle bien a la señora. Lo que pasa es que en mi caso no me ha funcionado la relación con el fulanito en cuestión. De pronto pienso que no se puede tener todo en esta vida, pero conozco no uno, sino varios casos en los que las afortunadas mujeres se llevan un buen marido y una suegra amable.
Así, para reivindicar un poco el tan malogrado concepto, aquí van tres casos de suegras que me tocó tener y a quienes extraño aún después de que he terminado la relación con sus engendros.
1. Doña Lulú.
Ella fue la mamá de L, el novio que tuve a finales de la preparatoria y gran parte de la universidad. La señora adoraba a su hijo y aún así siempre me defendía y me aconsejaba para que no me dejara tratar mal por él. Siempre me sentí a gusto en su casa, aún cuando no estuviera él. Cuando tuve que salirme de casa de mis papás, la señora me apoyó mucho.
Como ella se quedó en mi lugar cuando dejé de ser recepcionista del consultorio dental para tomar mi primer empleo como periodista, seguí viéndola (en mis visitas al dentista) aún cuando yo ya había terminado con su hijo. Así, la señora supo que viví sola, que me enamoré nuevamente y que finalmente me embaracé. Entonces, se puso a bordar chalequitos para mi nena que yo atesoré, sobre todo porque, poco después, doña Lulú enfermó gravemente y falleció a causa de un tumor cerebral.
Descanse en paz, que aún la llevo en mi corazón...
2. Doña María.
Ella, de alguna forma, seguirá siendo "mi suegra". Aunque ya no estoy con su hijo, hay un vínculo para toda la vida. Doña María es mamá del papá de Valeria, osea, la abuelita de mi hija. Aún cuando la conocí hasta que ya estaba yo embarazada, la señora se portó siempre muy linda conmigo.
Se turnaba con mi mamá para cuidar a mi hija cuando bebé, y así le enseñó muchas cosas. Como la cuidaba en mi casa, a veces me hacía de comer o se ponía a lavar los platos. Mientras la nena dormía, la señora buscaba qué podía coser o limpiar, jejejejeje. Sí, me daba pena, pero la verdad era un alivio que se ocupara de mi lugarcito, sobre todo cuando ya les conté que a mí me chocan las tareas del hogar.
La verdad, tomando en cuenta el concepto de que las suegras son bien fisgonas y nomás andan viendo si la nuera les atiende bien al hijo o no, yo me fuí de gane con una que no sólo no me criticaba, sino que me hacía el quehacer y me daba la razón.
¿No les da envidia?
3. Doña Lucía.
Ella es la mamá de J, el más reciente tropiezo amoroso de mi vida. Cuando la nostalgia me invade y me lleva de vuelta a Colombia, trato de recordar todo lo malo para echar fuera las memorias que me oprimen el corazón. Pero no es posible, ni es justo, olvidar a quien se portó tan linda y me trató tan bien.
Doña Lucía me procuró muchas atenciones, desde mi llegada. Como decimos por acá, "alcahueteó" a su hijo para que durmiéramos juntos (yo me pregunto qué madre mexicana permite que la novia, por mucho que la conozca, duerma en la misma cama de su hijo). ¡Hasta me compró lencería sexy!
Por sobre todo, con el paso del tiempo, en los días lluviosos, recuerdo el chocolate caliente y los tintos que la señora me preparaba, y la extraño mucho, extraño mucho ese lugar.
¡Qué lástima, J!
Monday, June 04, 2007
Nomás no
De pronto me pregunto si alguien me lee, pero luego me digo que si me tardo tanto en escribir, cualquiera le pierde el interés a esto. Y es que el cerebro no me ha dado ni para escribir un mendigo párrafo, aunque sea una estupidez o algo hilarante, sólo por publicar algo... Estoy metida en otros rollos, pero hoy sí que me nace del alma lo que voy a escribir.
Odio hacer la limpieza. Así, con todas sus letras: lo O-D-I-O.
No es algo nuevo. He sido así siempre. En mi familia les pueden contar mil y un anécdotas de cómo aplicaba la técnica Houdini para desaparecer justo en el momento preciso de lavar los platos... no sé por qué pero siempre tenía que ir al baño justo después de comer, jejejejejeje.
No se confundan. Sí se hacer la limpieza. En mi casa me enseñaron a lavar platos, sacudir, trapear y lavar ropa y me enseñaron a hacerlo bien. Simplemente NO me gusta.
Lo hago cuando tengo que hacerlo, pero si puedo pagarle a alguien por que lo haga, mucho mejor. Eso de resecarme las manitas con el jabón y el pino no se me da. Ya sé, ya sé, para eso se inventaron los guantes de limpieza... pero, ¿qué creen? No me gusta usar guantes porque no puedo sentir si los platos, por ejemplo, quedan bien limpios. Además, me resultan incómodos. Y luego, si se les mete agua por un orificio, anda una con los dedos como encharcados dentro del guante. Nel, nel, nel...
Si le entro al ruedo va con todo. Si lavo los platos o trapeo va sin guantes... pero es que, ¿a poco no es desagradable exprimir la jerga y sentir el agua sucia y entre los dedos? Ni qué decirles de la sensación de mis pobres manitas resecas y resentidas después de exponerse a agentes agresores como el cloro, el pino, el detergente...
¡Uuuuuuffffff!
A lo mejor salí muy diva o muy princesita, pero si me puedo ahorrar la tarea, lo haré. Sé que eso me excluye del prototipo de buena mujer que muchos hombres buscan, pero no es algo que me inventé con el paso del tiempo. Así he sido siempre y no creo que eso vaya a cambiar, porque simplemente no veo cómo conseguir hallarle el gusto a lo que siempre me ha provocado tirria. Se los pongo de esta forma: cuando tengo que hacer limpieza en casa, me pongo de mal humor.
Ayer alguien me cuestionaba sobre mi evolución, y me dijo que si no puedo cambiar en este aspecto es como que no he crecido. No coincido en este punto. Yo he sido así desde niña, y a pesar de ello he evolucionado, me he esforzado, he crecido como profesional y también en lo personal. No me estoy justificando, simplemente creo que son dos puntos independientes...
¿O ustedes qué opinan? Neto, fuera de amiguismos y el cariño que me tengan, ¿es necesario cambiar esa parte de mí para considerar mi crecimiento como integral?
Odio hacer la limpieza. Así, con todas sus letras: lo O-D-I-O.
No es algo nuevo. He sido así siempre. En mi familia les pueden contar mil y un anécdotas de cómo aplicaba la técnica Houdini para desaparecer justo en el momento preciso de lavar los platos... no sé por qué pero siempre tenía que ir al baño justo después de comer, jejejejejeje.
No se confundan. Sí se hacer la limpieza. En mi casa me enseñaron a lavar platos, sacudir, trapear y lavar ropa y me enseñaron a hacerlo bien. Simplemente NO me gusta.
Lo hago cuando tengo que hacerlo, pero si puedo pagarle a alguien por que lo haga, mucho mejor. Eso de resecarme las manitas con el jabón y el pino no se me da. Ya sé, ya sé, para eso se inventaron los guantes de limpieza... pero, ¿qué creen? No me gusta usar guantes porque no puedo sentir si los platos, por ejemplo, quedan bien limpios. Además, me resultan incómodos. Y luego, si se les mete agua por un orificio, anda una con los dedos como encharcados dentro del guante. Nel, nel, nel...
Si le entro al ruedo va con todo. Si lavo los platos o trapeo va sin guantes... pero es que, ¿a poco no es desagradable exprimir la jerga y sentir el agua sucia y entre los dedos? Ni qué decirles de la sensación de mis pobres manitas resecas y resentidas después de exponerse a agentes agresores como el cloro, el pino, el detergente...
¡Uuuuuuffffff!
A lo mejor salí muy diva o muy princesita, pero si me puedo ahorrar la tarea, lo haré. Sé que eso me excluye del prototipo de buena mujer que muchos hombres buscan, pero no es algo que me inventé con el paso del tiempo. Así he sido siempre y no creo que eso vaya a cambiar, porque simplemente no veo cómo conseguir hallarle el gusto a lo que siempre me ha provocado tirria. Se los pongo de esta forma: cuando tengo que hacer limpieza en casa, me pongo de mal humor.
Ayer alguien me cuestionaba sobre mi evolución, y me dijo que si no puedo cambiar en este aspecto es como que no he crecido. No coincido en este punto. Yo he sido así desde niña, y a pesar de ello he evolucionado, me he esforzado, he crecido como profesional y también en lo personal. No me estoy justificando, simplemente creo que son dos puntos independientes...
¿O ustedes qué opinan? Neto, fuera de amiguismos y el cariño que me tengan, ¿es necesario cambiar esa parte de mí para considerar mi crecimiento como integral?
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