¡Qué cierto parece, a veces! Hoy, en particular, es uno de esos días en los que me he quedado con esa sensación... y no sólo por mí, sino que algunos amigos muy queridos también me pintaron sus días un tanto decepcionantes.
Desde hace un par de días las cosas no me han salido como espero... tenía ciertas expectativas que no se concretaron... pero es que no es justo esperar que las personas hagan lo que uno quiere. Ahí se inician las confusiones, los malos entendidos, las decepciones...
Hoy, tuve que lidiar con la aceptación de que las cosas no siempre son como uno quiere, entre sentimientos que me calentaron la cabeza y me atormentaron el pecho a ratos... pero cuando creí que el día había terminado, un par de amigos me contaron lo que les pasó hoy: dos ejemplos más de planes y expectativas que se escapan de las manos y no resultan como uno quiere.
¡Qué ganas de trazar caminos que no se tuerzan! De descifrar secretos e intenciones, de conseguir que los planes se concreten como uno los imagina... pero al final, somos víctimas de una serie de factores, de circunstancias que modifican hasta el mejor trazado de los planes, y nos llevan por caminos tan distintos que al final nos dejan con el mal sabor de boca de la decepción.
Así es esto. No queda más que aprender, lidiar con ello y seguir adelante. Mañana será otro día, y tal vez, sólo tal vez, mañana no tengamos expectativas y entonces se concreten nuestros planes de una manera completamente distinta a lo planeado...
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