Siempre fui muy enamoradiza. Siempre. No de cualquiera, eso sí, pero justo de quien menos debía, de ése mero mi corazón siempre se clavó, en una especie de rebeldía estúpida que a lo largo de mi vida no ha hecho más que sabotear mi deseo de compartir mi tiempo con alguien especial...
Con los años aprendí que el amor verdadero es diferente. Con el tiempo, y más aún recientemente, conforme el tiempo alcanza también a la gente que me rodea, he visto que, si bien algunas personas tienen la enorme fortuna y bendición de encontrar al ser amado y unirse en matrimonio y vivir una vida ejemplar, la mayoría de las veces el amor crece entre espinos, entre zarzas, en desiertos, entre rocas... son casos difíciles pero no por ello menos reales.
Yo viví muchas fantasías que creía reales y todas se me vinieron abajo. Y el amor más fuerte que he sentido lo creí una fantasía, pero era real.
Después de todo lo que pasó con R me doy cuenta de tantas cosas tangibles que tenía con Jorge. Pero siempre creí que el tiempo y la distancia hacían de nuestra relación una falacia. Escuché muchas voces y me dejé llevar por el miedo, ya lo he dicho antes, y así se me escapó entre las manos un sentimiento tan real que durante algunos años fue capaz de trascender fronteras... y no, no era sólo de mi lado... era bidireccional.
Jorge, en su momento, buscaba siempre la forma de hacerme saber que pensaba en mí, que me tenía presente; hablaba de mí a sus familiares... estuvo al pendiente de mí cuando falleció mi prima, me llamaba en mi cumpleaños, en día de las madres... en fin, me daba un lugar que yo nunca percibí por la distancia, pero él en verdad trataba de hacerme sentir su presencia y yo no se la creí.
Sin embargo, a R le creí aunque no quería creerle, a sabiendas de que me mentía y que no me estaba dando mi lugar, pues no me presentaba con su familia ni amigos y cuando se iba de viaje se ausentaba por completo. Mala suerte para él, habiendo vivido una relación de larga distancia ya no le pude comprar la idea de que por sus viajes de trabajo se espaciara también la comunicación.
R fue lo más cercano a una relación que tuve después de Jorge... y por momentos la percibí como una realidad, pero era una fantasía. Y yo siempre lo supe, pero quería creer que valía la pena intentarlo, porque los momentos a su lado me llenaban tanto que me hacían sentir otra vez lo que creí que nunca volvería a sentir... al menos no de esta manera.
Hoy que veo con ojos diferentes las historias de amor, que entiendo que éstas se construyen de miles de momentos de comprensión, de tolerancia, de confianza, de paciencia, de perdón, finalmente fui capaz de aguantar a un hombre aventurero de espíritu, cuerpo y corazón, algo que en el pasado no hubiera tolerado. Y sin embargo, no valía la pena, porque al ser una falacia no tenía ni siquiera el sustento del cariño mutuo que puede soportar las adversidades y, como bien dice el personaje protagónico femenino de Jerry McGuire, no es suficiente el amor de una sola persona para sostener una relación de dos...
Hoy veo crecer relaciones entre personas que no pueden estar juntas porque en su momento tomaron malas decisiones, se hicieron daño o se casaron con otras personas, veo parejas que deben trabajar en lugares distantes y se mantienen unidas por el corazón, veo personas capaces de amar a alguien y no poder estar con el ser amado porque las circunstancias que viven ahora no les permiten más que robarle momentos al destino... y eso me devuelve, vez tras vez, a lo que siento -sí, sigo sintiendo- por Jorge.
Ya no hay camino de regreso. Él tuvo la fortuna de encontrar a alguien con quien ahora comparte su tiempo y en verdad me alegro por él. Si de algo sirvió R en mi vida fue a ayudarme a cerrar ese capítulo y seguir adelante. Pero lo que Jorge me inspiró a sentir es tan fuerte que sigue trascendiendo el tiempo, las fronteras y las circunstancias...
Hoy extraño a R, sus besos, sus abrazos, sus charlas... pero lo que sentí (¿o siento aún?) por él no se compara con el amor que siento por Jorge... pues en el fondo siempre supe que los momentos que yo percibía como reales con R en realidad eran una fantasía. En cambio todas las señales que me enviaba Jorge para que yo percibiera nuestra relación como verdadera, a pesar de la distancia, no pude verlas y siempre las creí una falacia... pero con el tiempo la fuerza de este sentimiento me hace ver que, a pesar de todo, era real. ¿Que era difícil? Sí, lo era. ¿No era perfecta? Conozco pocas relaciones que lo son... muchas parejas no son perfectas pero ambos trabajan día con día para mantener lo que tienen y llegar a un objetivo común.
Yo no pude hacerlo. No supe verlo y mucho menos conservarlo. Lo veo hoy en retrospectiva y espero que no suene a queja, sino a reflexión. Lo que tuve lo perdí y sólo espero ahora que llegue la persona adecuada con quien pueda poner en práctica lo que aprendí a la mala. Lo he dicho antes: ya no espero un príncipe azul, sólo un ogro que me ame y con quien pueda compartir mi tiempo y mi vida...
La revoltura de ideas, emociones y sentimientos de alguien que vive, eternamente, con los pies en la tierra pero la cabeza en las nubes...
Monday, May 31, 2010
Tuesday, May 18, 2010
Otro corazón al mar
Al final, con el paso de los días, el sentimiento finalmente se diluye y se va como el oleaje del mar, que de pronto regresa, pero ya tranquilo, sin el ímpetu de los primeros días.
Me digo que yo sabía vivir bien antes de reencontrarme con él. No me hacía falta entonces, no debiera hacerme falta ahora.
A veces, con las olas vienen los recuerdos, pero así como llegan se van también. Así se va y se pierde en el océano este incipiente sentimiento, abortado antes de nacer plenamente.
Y así... sigo mis días, viendo cómo cada vez se aleja más el recuerdo, la probabilidad y hasta el sentimiento...
Adiós, R
Wednesday, May 05, 2010
Y sin embargo...
...sigo entrando a facebook y conectándome al messenger esperando verlo ahí. Sé perfectamente bien que no lo encontraré porque lo bloqueé y lo borré, pero aún existe ese impulso que obedece a la ansiedad de tener noticias suyas, que me lleva a seguir buscándolo en esos espacios donde ya no tengo forma de saber de él...
Monday, May 03, 2010
Inquieta en desintoxicación
Hace dos semanas que no sé nada de él. No tendría por qué, la verdad. Yo le dije que ya no más, y para evitarme tentaciones -producto de la ansiedad provocada por la abstinencia de la droga emocional- lo bloqueé de mi messenger, de mi facebook, y de mi hi5; borré sus mails y su número celular, para no tener manera de encontrarlo ni de permitirle encontrarme por casualidad.
Si él quisiera, bien podría llamarme, enviarme un sms o un mail, porque él sí debe conservar mis datos. Pero no lo hará. Sé muy bien que no lo hará y es mejor así. Con el paso de los días este síndrome de desintoxicación se hace más leve. Pero hay días en los que me viene la ansiedad con fuerza... las ganas de saber de él, de tener noticias suyas, de saber si me recuerda de vez en cuando...
No puedo mentir. Extraño mucho sus besos, el calor de su cuerpo, su risa, su mirada que me hacía creer que sus palabras eran ciertas, aunque yo sabía bien que no lo eran. Sí, lo extraño. Pero ya no quiero estar con él. Así se lo dije y se que él, "mansamente", se quedará con eso y no intentará buscarme más.
Sirven de pretexto sus continuos viajes para marcar distancia entre los dos, y el tiempo hará lo suyo. Un día nos volveremos a encontrar en alguna reunión de los amigos que compartimos. Ese día, tal vez, alguno de los dos vaya acompañado. Y si no, ya no será lo mismo, de todas maneras.
Sin embargo, mientras llega esa ocasión, hay días como hoy en los que aún extraño el vello de su pecho, su barba, sus manos en mi cabello... las noches que dormimos juntos, los desayunos en su cocina, el café que preparaba a sabiendas de mi gusto por el Juan Valdéz, sus conversaciones.
Días como hoy, el síndrome de abstinencia me pega con ganas y me hace pensar que me gustaría estar con él...
Gracias a Dios, no tengo forma de buscarle, y él a mí ya no me buscará. Ahí queda otra anécdota para mi historia... una letra más en la cronología de mi corazón.
Si él quisiera, bien podría llamarme, enviarme un sms o un mail, porque él sí debe conservar mis datos. Pero no lo hará. Sé muy bien que no lo hará y es mejor así. Con el paso de los días este síndrome de desintoxicación se hace más leve. Pero hay días en los que me viene la ansiedad con fuerza... las ganas de saber de él, de tener noticias suyas, de saber si me recuerda de vez en cuando...
No puedo mentir. Extraño mucho sus besos, el calor de su cuerpo, su risa, su mirada que me hacía creer que sus palabras eran ciertas, aunque yo sabía bien que no lo eran. Sí, lo extraño. Pero ya no quiero estar con él. Así se lo dije y se que él, "mansamente", se quedará con eso y no intentará buscarme más.
Sirven de pretexto sus continuos viajes para marcar distancia entre los dos, y el tiempo hará lo suyo. Un día nos volveremos a encontrar en alguna reunión de los amigos que compartimos. Ese día, tal vez, alguno de los dos vaya acompañado. Y si no, ya no será lo mismo, de todas maneras.
Sin embargo, mientras llega esa ocasión, hay días como hoy en los que aún extraño el vello de su pecho, su barba, sus manos en mi cabello... las noches que dormimos juntos, los desayunos en su cocina, el café que preparaba a sabiendas de mi gusto por el Juan Valdéz, sus conversaciones.
Días como hoy, el síndrome de abstinencia me pega con ganas y me hace pensar que me gustaría estar con él...
Gracias a Dios, no tengo forma de buscarle, y él a mí ya no me buscará. Ahí queda otra anécdota para mi historia... una letra más en la cronología de mi corazón.
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