Monday, May 03, 2010

Inquieta en desintoxicación

Hace dos semanas que no sé nada de él. No tendría por qué, la verdad. Yo le dije que ya no más, y para evitarme tentaciones -producto de la ansiedad provocada por la abstinencia de la droga emocional- lo bloqueé de mi messenger, de mi facebook, y de mi hi5; borré sus mails y su número celular, para no tener manera de encontrarlo ni de permitirle encontrarme por casualidad.

Si él quisiera, bien podría llamarme, enviarme un sms o un mail, porque él sí debe conservar mis datos. Pero no lo hará. Sé muy bien que no lo hará y es mejor así. Con el paso de los días este síndrome de desintoxicación se hace más leve. Pero hay días en los que me viene la ansiedad con fuerza... las ganas de saber de él, de tener noticias suyas, de saber si me recuerda de vez en cuando...

No puedo mentir. Extraño mucho sus besos, el calor de su cuerpo, su risa, su mirada que me hacía creer que sus palabras eran ciertas, aunque yo sabía bien que no lo eran. Sí, lo extraño. Pero ya no quiero estar con él. Así se lo dije y se que él, "mansamente", se quedará con eso y no intentará buscarme más.

Sirven de pretexto sus continuos viajes para marcar distancia entre los dos, y el tiempo hará lo suyo. Un día nos volveremos a encontrar en alguna reunión de los amigos que compartimos. Ese día, tal vez, alguno de los dos vaya acompañado. Y si no, ya no será lo mismo, de todas maneras.

Sin embargo, mientras llega esa ocasión, hay días como hoy en los que aún extraño el vello de su pecho, su barba, sus manos en mi cabello... las noches que dormimos juntos, los desayunos en su cocina, el café que preparaba a sabiendas de mi gusto por el Juan Valdéz, sus conversaciones.

Días como hoy, el síndrome de abstinencia me pega con ganas y me hace pensar que me gustaría estar con él...

Gracias a Dios, no tengo forma de buscarle, y él a mí ya no me buscará. Ahí queda otra anécdota para mi historia... una letra más en la cronología de mi corazón.

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