Así como para los pájaros es necesario migrar, abrir sus alas y volar, dejando atrás el nido que construyeron con esfuerzo, ha llegado la hora para que mi hija y yo dejemos la que ha sido nuestra casa en los últimos 9 años, más o menos.
Mis planes para vivir en pareja finalmente se concretan y estamos ya empacando todo, depurando cosas, tirando lo que no sirve, regalando lo que sí sirve pero ya no vamos a llevar con nosotras... vamos más ligeras en este viaje, para poder volar alto y alcanzar nuestras metas.
Y verdaderamente que las mudanzas sirven mucho para dejar atrás el lastre, para revisar lo que sirve y lo que ya no. Yo no quiero andar con toda la carga a cuestas, como caracol. Quiero llevar solo los recuerdos más preciados, las cosas más útiles, lo más importante...
Llevo a mi hija, mi perra, mis cuatro gatos, mis plantas y mis libros. Llevo los utensilios que utilizo para cocinar. Mis películas favoritas. Mi ropa y zapatos. Ya con eso soy afortunada porque llevo mucho más de lo que mucha gente alcanza a llevarse cuando se ve forzada a dejar su casa.
Con todo lo demás he tenido que ser muy crítica. Estoy regalando tanto que espero que sea de bendición para quienes sí lo van a usar.
Y aunque desprenderse es una tarea dura, sobre todo considerando que muchas cosas que tengo que dejar no eran mías, sino de mi mamá y mi abuelita, hay también emociones positivas: esperanza, amor y la ilusión de ahorrar dinero para comprar algo propio.
Sé que tenemos la bendición de Dios porque he sentido su mano protegiéndonos y proveyendo a lo largo de este recorrido. Y de Su mano espero seguir, cada uno de mis pasos, para que todo lo que suceda siga siendo bendecido por Él.
No comments:
Post a Comment