Friday, August 31, 2018

Aprendiendo a vivir sin tí

Tu certificado de defunción dice que te fuiste el 1o de mayo, pero mis hermanos y yo sabemos que partiste desde la noche del 30 de abril, por lo que ayer se cumplieron cuatro meses de tu muerte.

Desde entonces, la vida se respira un tanto distinto. Tus recuerdos afloran a cada momento, haciendo más palpable tu ausencia. Y de pronto todas las lecciones que nos dejaste están presentes y vivas en nuestros corazones y nuestras memorias.

Si bien hay recuerdos agridulces o amargos, hay muchos otros alegres, dulces y de gran valor, que hoy atesoramos en el alma.

Pero también en tu ausencia nos vienen nuevas lecciones. Hace dos días, por ejemplo, me tocó desempacar esa caja de cubiertos Oneida que te regalaron el día de tu boda, hace 45 años. Cubiertos que nunca estrenaste. No sé si esperabas un día especial para sacarlos. No sé si considerabas que no era necesario sacarlos porque en el departamento siempre hubo exceso de cubiertos. O tal vez nunca los sacaste porque tenían un valor muy especial para tí... pero el hecho es que decidí quedarme ese juego de cubiertos y regalar casi todos los cubiertos viejos. 

Mientras abría la caja, con lágrimas en los ojos, me quedó claro algo que ya tenía en mente desde hace tiempo, pero que en ese momento fue completamente palpable: las cosas son para usarse y no deberíamos tener cosas sin usar (con excepción, claro, de ciertos objetos únicos o de colección).

Hoy me pregunto si no hubiera sido bueno que le regalaras esa misma caja de cubiertos a Paola el día de su boda... hubiera sido un buen regalo para tu hija, alguien que valoraría esos objetos tanto como yo lo hago hoy. Pero desconozco las razones por las que nunca abriste esa caja, y ya no hay forma de saberlas.

En tus últimos años de vida te volviste acumuladora de cosas intrascendentes. Tuvimos que tirar tanto a la basura que cuando encontramos las cosas buenas aparecían como un tesoro ante nuestros ojos. Y yo prometo cuidar estos cubiertos tanto como sea posible. Pero también prometo darles uso todos los días, que para eso son. Y cada día que los vea, recordaré que eran tuyos y me acordaré de ti.

Es dura la vida sin ti mamá. Ojalá estuvieras aquí...

Sunday, August 26, 2018

Te extraño mami

A casi cuatro meses de tu partida de pronto me encuentro fantaseando con la idea de verte entrar por la puerta de mi cuarto, presta a atenderme, en los días que me siento cansada.

Pero luego caigo en la cuenta de que aún si vivieras, lejos quedaron los días en los que podías atenderme. Y entonces abro los ojos a la realidad: lo que tengo son recuerdos de cuando me cuidabas después de que tuve a Valeria, o cuando estuve enferma. Y las fantasías se desvanecen al comprender -de nuevo- que ya no estarás aquí nunca más.

Te extraño mami. Te extraño mucho. No sólo porque me atendías (algo que siempre supiste hacer con ese instinto servicial que tenías) sino porque eras mi mamá. Y ya no estás.

Muchas cosas han pasado en poco tiempo, levantándome del luto rápidamente, pero es tan poco el tiempo que ha pasado desde tu partida que la herida aún está fresca, aún duele. Y creo que tal vez no cerrará del todo, pues siempre extrañaré algo de ti. Siempre me harás falta.

Te amo mamá. Ojalá estuvieras aquí...

Wednesday, August 22, 2018

Pros y contras

A tres semanas de llegar a la que ahora es mi casa, aún en proceso de adaptación y todavía sin terminar de instalarnos definitivamente, ya hay un balance sobre las cosas buenas de estar aquí contra las desventajas.

Después de algunas discusiones con mi pareja, principalmente relacionadas con el acomodo de los muebles (él prefiere la estética y yo la funcionalidad) no puedo decir que todo sea miel sobre hojuelas. Como en toda "luna de miel" el proceso de adaptación para ambas partes ha tenido sus exabruptos... pero nada grave todavía. Sólo las muinas y las pequeñas "luchas de poder" para determinar la ubicación final de las cosas.

Hoy puedo hacer una lista rápida para poner en perspectiva lo que tenía viviendo en el depa contra lo que tengo ahora:

Pros:

* Tranquilidad, casi no hay ruido. Es como vivir en un suburbio. Aunque estamos bastante cerca de Periférico y de la zona comercial, en las calles circundantes solamente hay casas y el tránsito es muy poco.

* Dos jardines, uno trasero bastante grande donde la perra corre y donde podemos comer cuando el clima es bueno.

* Vida de recién casada *o*

* No tengo que cocinar diario, a veces lo hace mi suegra y, por lo general, cocina muy rico. Ahora yo cocino los días que no tengo tanta chamba y mi suegra lo hace cuando a mí se me complica. Ya no tengo que preocuparme por qué vamos a comer cuando dan las 2 de la tarde y no he cocinado.

* Apoyo de pareja para llevar a Vale al colegio y recogerla :)

* Una reducción esperada en los gastos, pues ahora son compartidos (nomás que terminemos de comprar todo lo que necesitamos para instalarnos bien)

* Vale y yo ya no necesitamos salir juntas a pasear a la perra para que no se pelee con los perros de los vecinos, aquí solo le abrimos la puerta de alguno de los jardines y la perra sale sola :)

* Ya no tengo que lidiar con las broncas del condominio :D

* El cuarto de Vale está más cerca de la sala y ahora pasamos más tiempo juntas, nos escuchamos más sin necesidad de gritar y estoy más pendiente de ella ;)

Contras: 

* No hay tiendas cerca, hay que caminar como 5 minutos a la zona comercial y más vale que no se te olvide nada porque ya no lo compraste, hasta que vuelvas a darte otra vuelta a la tienda, lo que puede ser al día siguiente o días después.

* Reducción de espacio físico. Esto ha sido lo más estresante y lo que más diferencias ha generado entre mi pareja y yo, y provocó una crisis en Vale los primeros días recién nos mudamos.

* Los transportes son más caros y la escuela de Vale ya no queda tan cerca como para llevarla y recogerla caminando, o permitir que ella regrese sola a pié.

* Más vale tener galletas y golosinas en la despensa para el momento del antojo porque salir a la tienda implica una caminata de al menos 20 minutos ida y vuelta, o de plano un viaje en coche. Lo mismo aplica para el pan, las tortillas, la salsa o lo que se ofrezca a la hora de comer.

* A pesar de que dejé cosas en el departamento y de todo lo que regalé, el espacio aquí es reducido y mi marido prefiere la estética a lo funcional, cosa que nos ha generado tensión, pues yo aún tengo cosas sin desempacar y otras más que traer y me parece que él no visualiza en su acomodo de los espacios todas esas cosas que necesito acomodar...

* Aún no tenemos todo instalado. Apenas ayer nos trajeron los muebles de la cocineta y mañana vendrá el plomero, por lo que no tengo todo a la mano para preparar desayunos y cenas, ni se pueden lavar platos arriba, hay que estarlos lavando en la cocina abajo y luego tengo que estar buscando que no falte nada, porque como aún no desempaco todo, es poco lo que tenemos: unas tazas, tres platos, pocos cubiertos...

* Tengo broncas con mi banco y tengo que ir a la sucursal en la colonia del Valle a arreglar ese asunto, pero ya no me queda cerca :(

* Aún no se hace el traspaso de mi servicio de telefonía a la cuenta de César para que podamos integrar todo en una sola factura y me activen mi línea aquí.

* Todavía no tengo todas mis cosas aquí, o no las puedo desempacar aún y es como si no las tuviera de todos modos... :(

En general estamos bien. Solo es un tema de estire y afloja al que no estaba acostumbrada, pues mis anteriores mudanzas se dieron de un jalón y en tres semanas ya estaba instalada a mi gusto. Espero que a finales de septiembre pueda publicar una secuela de este post, donde la lista de pros sea mayor y la de contras mucho menor. Ya les contaré...

Tuesday, August 14, 2018

Entre el vacío de tu ausencia y la paz de tu libertad

Hace poco más de tres meses que te fuiste. Después de tantos años de sufrimiento y dolor, finalmente te liberaste de ese cuerpo enfermo que te encadenaba y te oprimía cruelmente. Y aunque sé que esa no era vida para ti y que cargabas con la sentencia de muerte desde el día en que naciste, impresa en tus genes, no deja de dolerme que hoy ya no estés aquí, mami.

Tres meses y medio es poco tiempo, pero en ese lapso han pasado muchas cosas: el primer día de las madres sin tí, el primer cumpleaños de uno de tus hijos sin tí, la graduación de secundaria de una de tus nietas, mi mudanza para hacer vida en pareja...

Muchas cosas han pasado y muchísimas más seguirán pasando en tu ausencia: cambios en el departamento, los cumpleaños de Paola y Paco, el cumpleaños de Jonathan, un nuevo Presidente de México, mi boda, Navidades, días de Reyes, más cumpleaños, más días de las madres, graduaciones...

Duele pensar que no estarás aquí para bendecirme cuando me case. Tanto, que ya ni siquiera tengo ganas de hacer fiesta. Cada vez más la idea de algo sencillo me contenta, sólo quiero estar en paz con Dios y hacer las cosas bien. No quiero una fiesta en la que no te veré, bailando como tanto te gustaba. Aunque al final ya ni podías bailar, lo sé, y eso te hacía sufrir tanto o más que el dolor físico. Esa enfermedad te robó tanto...

Cuando nos decías que tenías lupus, hace tantos años, no entendía lo terrible que era esa enfermedad. No sabía que cuando te diagnosticaron lupus eso significaba una sentencia de muerte temprana y dolorosa. No tenía idea de que muchas de tus depresiones a los 30, 40 y 50 años se debían a tu conocimiento de que tu vida sería más corta. No lo supe entonces y no pude comprender por lo que estabas pasando. No entendía, mami, que cuando decías que ibas a morir lo decías en serio. Tal vez no morirías en seguida, pero sabías que ese era el final de esa despiadada enfermedad que te acosaba desde tu infancia; esa cruel enfermedad que no te dejaba disfrutar de todo lo que te gustaba: bailar, nadar, ir a la playa, pasar horas en la alberca, jugar con tus nietos e incluso cocinar.

No entendía, mamá, que la intensidad de los dolores que sufrías, así como el sufrimiento por el dolor de saber que nos dejarías pronto, te hacían reaccionar agresivamente. En medio de tu padecimiento no supiste expresar tu dolor, tu necesidad de afecto y tu tristeza de partir y separarte de nosotros. Y yo no supe entender más allá de tus gritos. No, hasta que fue muy tarde.

Fueron pocos los años que pude ayudarte y tratar de compensarte por todo lo que hiciste por nosotros. Fue poco el tiempo que pude comprender la causa de tus gritos y que pude aceptarlos con amor, mi pequeña puerco espín. Eras como uno de esos animalitos: suave y vulnerable, tierna, pero peligrosa. Cuando pude entenderlo, cambié mi forma de verte y comprendí que tus agresiones, como las púas de los puerco espines, no eran intencionales, sino una forma de defenderte cuando te sentías frágil.

Quisiera haberlo entendido antes. No haberte hecho llorar. No haberte gritado ni tratado mal. Debí hablarte más seguido, debí hacerlo diario, pero mi falta de comprensión de tu enfermedad me hizo llevar una vida despreocupada. Siempre dí por sentado de que ahí estabas. Y cuando Valeria creció y ya no te necesitó tanto, yo me dejé llevar por la rutina, los compromisos, el trabajo y otras cosas, y poco tiempo tenía para dedicártelo.

Me faltó invitarte más a cenar. Llevarte más al teatro. Sentarme a platicar más contigo.

Los últimos años quise estar más pendiente, pero ya estábamos lejos. Y tampoco pude hacer mucho. Lo lamento tanto mami.

Hoy ya solo me quedan los recuerdos, buenos y malos, divertidos y tristes. Las memorias de tus gritos, que ahora comprendo, pero también de tu gran amor que no siempre supiste expresar.

Preparando la mudanza y depurando papeles y cajas de recuerdos, encontré cartas y tarjetas tuyas, escritos llenos de amor y bendiciones. Algunos de ellos ya había olvidado que los tenía, pero hoy están guardados en una carpeta especial donde ya no los olvidaré y los tendré siempre a mano.

Gracias mami por todo tu amor, por tus oraciones constantes, por interceder por tus hijos ante Dios. Gracias por esa bendición especial que me diste poco antes de partir, cuando fui a verte por tu último cumpleaños. Quisiera haber hecho más por ti...

Ojalá estuvieras aquí mami. Quiero contarte cómo me está yendo en esta nueva etapa. Quisiera haber tenido tu bendición el día de mi boda. Quisiera abrazarte otra vez y verte comiendo tus ricaletas y tutsi-pops. Quería ver tu cara al conocer a mis mascotas. Quisiera que vieras las fotos del jardín de la casa donde vivo ahora, sé que te gustaría porque está lleno de plantas, árboles y flores. Hay tanto que quisiera compartir contigo pero ya no estás aquí; solo me queda el consuelo de saberte libre de esa prisión carnal que te atormentaba noche y día.


Ahora estás con Dios y con mi abuelita. Dos mujeres fuertes, dos guerreras intercesoras. Gracias a Dios por sus vidas y por todas las lecciones que nos dejaron. Mi vida no sería lo que es hoy si no fuera por su fe y su ejemplo.

Las extraño. Las extraño mucho, con todo mi corazón.

Te amo mamita. Siempre te amaré.

Tuesday, August 07, 2018

Nuevo nido

Ya estamos instaladas en nuestro nuevo hogar.

A medias, es cierto, porque aún nos falta la cocineta, unas repisas y otras cosas para terminar de instalarnos totalmente, pero tenemos ya lo básico para dormir, comer y entretenernos.



No ha sido fácil. Mi hija tuvo una crisis por dejar todo lo que teníamos en el depa para acomodarnos en un espacio un poco más pequeño, aunque con el paso de los días ella también ha visto los beneficios de lo que hemos ganado, como un par de jardines donde nuestra perra corre y juega felizmente.

Yo también he estado un poco incómoda pues a pesar de que me traje lo menos posible, siento como si tuviera que apretujar todo para que quepa decentemente en este nuevo espacio al que me gusta llamar "mi loft".

Y para mi prometido tampoco ha sido tan fácil, él tenía sus costumbres y manías que ahora chocan con las mías, y tenemos que ceder y llegar a acuerdos. Yo he dejado cosas atrás y él está dejando que cambiemos su mundo.

No sé qué nos depare el futuro, pero confío en que vendrán cosas buenas y en cosa de años podremos hacernos de algo propio. Ya les iré contando...