*** La fiesta ***
Ramón se levantó pasadas las 10 de la mañana. Hacía mucho tiempo que no descansaba así. Ya el sol calentaba el ambiente y entre el cansancio del viaje y la temperatura del lugar Ramón sintió que no podía esperar ni un segundo para meterse a bañar.
Cuando terminó de arreglarse bajó a la sala. Buscó a Nikita, pero no la encontró. Uno de los sirvientes le comentó que había salido con su papá a caminar. Ramón se puso un poco triste, pero entonces vio los preparativos para su fiesta y se emocionó. Salió al jardín, donde ya las mesas estaban dispuestas para el agasajo, la decoración, la piñata... todo era como él lo esperaba.
Moría de hambre. Entró a la cocina y aspiró el aroma de los guisos que las cocineras preparaban para el festejo. Su mamá estaba revisando todo, cuando lo vio llegar. "Ven Ramón, vamos a desayunar. Tu papá no tarda en llegar, ahorita nos alcanza."
En efecto, unos minutos después de sentarse a la mesa llegó su papá. Comieron hasta saciarse. "Papá, ¿cómo está Nikita?", preguntó Ramón. "Muy bien hijo, se la ve muy activa, pero ya no juega todo el tiempo, como antes. La veo más madura... ha crecido, y también en tamaño. Ya la verás". -"Pero no ahorita", dijo su mamá. "¿Por qué no?", se quejó Ramón. "Ya es tarde. Los invitados no tardan en llegar y no quiero que te ensucies... no antes de tiempo. Anda, sube a lavarte los dientes."
Ramón pensó que si se apuraba aún tendría unos minutos para ver a Nikita antes de que llegaran los invitados, pero apenas terminó de lavarse los dientes escuchó voces en el jardín. ¡Eran sus primos! Bajó corriendo las escaleras y pasó de largo por la sala, sin voltear a ver si su amiga estaba ahí. Salió de la casa y no la encontró en la escalera. Corrió al jardin, donde lo esperaban ya sus familiares, con varios regalos.
Antes de que se diera cuenta, ya la casa estaba llena de visitas: amigos, familiares y vecinos llegaban con obsequios en la mano. Los niños jugaban en los inflables, las resbaladillas y los columpios. Los padres comían y bebían. La música se escuchaba por todo el terreno. Entre tanto estruendo, Ramón difícilmente escuchaba a su amiga, que lo saludaba a voz en cuello...
*** A la distancia ***
Nikita aguardaba paciente en la escalinata cuando a lo lejos vio los autos que empezaban a llegar. Se entristeció un poco... sabía lo que eso significaba. Casi de inmediato una de las sirvientas la llamó. Nikita obedeció. "Quédate en tu casa, niña, ya sabes que no puedes estar en el jardín cuando hay visitas."
Refunfuñando y de malas, Nikita se sentó en la puerta de su casa. Desde ahí vio llegar a la gente, escuchó la música y las risas. Veía a Ramón recibiendo abrazos de la gente... lo vió reír, contento. Eso la puso feliz... pero ansiaba estar con él. A veces, cuando lo veía pasar corriendo cerca de donde estaba ella, le gritaba para saludarlo, pero él no la escuchaba.
En un momento dado, Ramón finalmente volteó hacia donde ella estaba. "¡Eh, Nikita! ¡Ven acá!" Ella corrió a su encuentro, feliz de saludarlo, pero antes de que pudiera llegar la mamá de Ramón lo llamó: "Vamos, ve a jugar con tus invitados, ya tendrás tiempo para jugar con Nikita más tarde."
Aunque no pudieron tocarse, Nikita estaba feliz. Ramón la había visto, y le dio gusto saludarla. Así que regresó a sentarse en la puerta de su casa, desde donde contempló el resto de la fiesta y disfrutó ver de lejos a su amigo. Seguramente en la noche podrían estar juntos...
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