Hoy me la pasé un buen rato mal y de malas... estuve inquieta, mucho. No me podía concentrar... Extrañaba a aquél... la verdad es que me entraron celos de las mujeres con las que pueda estar... me duele que no me haya buscado y que yo esté aquí extrañándolo.
A lo mejor es solamente que extraño todo ese rollo de convivencia, las charlas... los besos… ¡chale! esos sí que hacen falta. Pero hasta eso -le decía a una amiga- no es tristeza lo que sentía... sino más bien una inquietud... como tener la cabeza caliente y no poder concentrarme, como un trago amargo que no me dejó ni comer... sentía el estómago contraído... no tuve hambre; era malestar, no tristeza...
Y creo que es peor porque sé lidiar con la tristeza y aún triste me puedo concentrar en mi chamba, pero con la cabeza como la tenía, con esa sensación de que me ardía el cerebro, no me es posible... es como tener mil murciélagos en la caverna de mi cerebro revoloteando histéricos, gritando todos al mismo tiempo cada uno algo distinto y no poder escuchar a ninguno... sólo el relajo generalizado de cientos de voces diciéndome que no me merece, que fue mejor así, que no tengo por qué extrañarlo si él no me quiere, ni me dio mi lugar...
Y sin embargo todas esas voces no callaban esa vocecita pequeñita en mi corazón que me decía a voz en cuello, por sobre todo el escándalo en mi cabeza, que a pesar de todo aún lo extraño.
Gracias a Dios esta noche terminó bien, entre una plática con mi mejor amiga, un correo de hace dos años que me encontré de Jorge y un nuevo apodo que me puso una piedra en el camino, lleno de ternura...
Sí... al final esas voces ensordecedoras en mi cabeza se callaron. Será una buena noche... y mañana hay aún mucho por hacer. Volvamos a trabajar con energía :)
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