Wednesday, June 09, 2010

La espera, parte 4

*** Bajo las estrellas ***


Nikita aguardaba paciente a que se retiraran los últimos invitados. Quedaban sólo unos familiares, pero aún así no la dejaban acercarse todavía al jardín.

Ramón ya se veía muy cansado cuando se sentó al lado de su madre. "¿Ya?", le preguntó con ansiedad. "Todavía no, es de mala educación dejar a los invitados que vinieron a visitarte. Espera un poco."

A disgusto y haciendo muecas, Ramón se quedó sentado, mirando al cielo. Empezó a contar estrellas y a buscar constelaciones en el firmamento, como lo hacía cuando era más pequeño y salía con su padre y Nikita a sus paseos nocturnos. Esperaba tener más noches como esa en los días que estaría de vacaciones en el rancho.

Recordó las veces que salieron de campamento y la noche en que llovió tan fuerte que Nikita y él se acurrucaron bajo las cobijas, dentro del sleeping bag. Ella siempre estaba tan calientita... aunque su pelo olía a sudor y humedad, je.

Con estos pensamientos en mente se empezó a quedar dormido, sin darse cuenta, pues los recuerdos de pronto se convirtieron en sueños. Soñó que finalmente estaban juntos y salían a correr por el campo, cruzaban el arroyo y llegaban a la charca de las ranas, donde se divertían viéndolas saltar. A Nikita le encantaba meterse al charco y perseguir a las ranas... terminaba súper sucia... nada que un buen baño de manguera en el jardín no pudiera solucionar al regresar a la casa. Y luego, a tenderse bajo el sol, buscando formas en las nubes...

Finalmente, el último de los invitados se fue, pero Ramón ya estaba profundamente dormido. Nikita se acercó a la silla y puso su cabeza en el regazo de él. Se sintió feliz de verlo tan contento, de estar tan cerca después de tanto tiempo. ¡Qué importaba que no pudieran jugar ahora! Mañana podrían hacerlo, y tenían mucho tiempo por delante.

El papá de Ramón se acercó para llevarlo a la cama. "Ramón, despierta, vamos a dormir". A medio sueño, el niño se levantó y siguió a traspiés a su papá, quien como pudo lo cargó para subir las escaleras y lo puso en su cama.

Nikita se quedó de pie en la escalinata, fuera de la casa. Su felicidad ya era incontenible... ¡mañana sería el gran día! La espera había terminado al fin.

Regresó a su rincón y se echó en su colchoneta, mirando el mismo cielo que Ramón contempló hasta quedarse dormido. Y, con la esperanza en sus ojos, ella también se durmió.

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