1. Odio no poder soltar todo, dejarlo y listo. Odio ser así, siempre machacando las ideas, revolcándome con ellas, sin ser capaz del todo de liberarme de pensamientos y de ideas que nomás me desconcentran de lo que es verdaderamente importante.
2. Odio seguir escribiendo sobre lo mismo, porque al final si no escribo sólo me quedo yo todo lo que siento y menos me libero... Tengo que soltarlo y de pronto me doy cuenta que para ello tengo que escribir, escribir y escribir hasta que me sangren los dedos, a ver si por ahí se escapa finalmente todo esto que siento.
3. Odio no saber más de ti, aunque yo misma te haya bloqueado del facebook por mi propia salud mental y emocional.
4. Odio cómo se dio todo... odio todo lo que pasó, lo que permití que pasara a sabiendas de quién eras y de cuál sería el final.
5. Odio que el final haya sido más doloroso de lo que pensaba, pues de hecho no me lo esperaba así...
6. Odio que no podré volver a confiar en tí nunca más, aún cuando me dijeras toda la verdad. Me mentiste tanto que ya no hay modo de ponerle un parche a la desconfianza que habrá de aquí en adelante. Ya nunca podremos ser amigos... en realidad nunca lo fuimos, pero no hay nada que rescatar ahora y odio tener que dar vuelta a la pagina con el deseo de no volver a verte nunca más, y la intención de fingir que nunca pasó nada entre nosotros, si acaso un día nos volvemos a encontrar...
7. Odio desconfiar de todo y de todos, volverme dura a consecuencia de un mal paso. Odio haber tenido que aprender esta lección de esta forma y odio que tú fueras el maestro.
8. Odio odiarte... porque eso pasa ahora. Nunca había odiado a nadie y de pronto eso siento por tí, al grado de que me asquea pensar en lo que tuvimos. Y más te odio por hacerme odiarte, por provocar en mí un sentimiento que nunca antes había sentido y que me pesa, por más que quiero liberarme de él... cada recuerdo tuyo duele como puñal al corazón y me provoca el resurgir de este nocivo sentimiento.
9. Odio haberme quedado con tantas cosas por decir y tener ahora la necesidad de decírtelas y no poder hacerlo. Quisiera a veces gritar todo lo que siento y no puedo, y si lo hiciera aún así no me escucharías...
10. Odio ser tan lenta para procesar mis emociones que en realidad nunca actué o te dije lo que debía en el momento justo. No te menté la madre cuando pude hacerlo, cuando tú me pedías que nos viéramos para platicar. Hoy, meses después, ya no tiene caso, y yo me quedo ahora con tanto por decir y ya no puedo, porque es tarde...
Y sobre todo... odio que te sigo extrañando... te sigo queriendo más de lo que quiero reconocer. Todo este odio es simplemente una reacción directamente proporcional a la fuerza con la que te quiero. Y odio quererte, me odio por ello. Odio este idiota y terco corazón que se debate entre el odio y el cariño y que en medio de su batalla me implora que suelte todo lo nocivo y me quede con lo bueno.
Pero no quiero. No quiero dejar de odiarte aún, porque cuando se vaya el sentimiento negativo quedará sólo el sabor de los buenos recuerdos y no quiero... no te lo mereces. No quiero recordarte con cariño, no quiero pensar en ti con nostalgia, no quiero quererte más. Simplemente, no te lo mereces...
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