Thursday, June 24, 2010

y a pesar de...


Como bien dice la española Natalia Jiménez en la canción "Tu peor error" de La quinta estación:


y aunque no me creas, creo que aún te creo...

y aunque no me quieras, creo que aún te quiero...

Friday, June 18, 2010

¡Vamos México!

Como siempre, el ingenio mexicano no se hizo esperar y en cuestión de horas ya habían circulado por la red chistes e imágenes alusivas a la victoria de la selección mexicana sobre la francesa, actual subcampeón del mundo en fútbol.

¡Venga México! ¡Vamos con todo! ¡Sí se puede!

Chistes:

* La selección no hizo sándwich, hizo pan francés

* Viaje al mundial $93,000; alimentos y bebidas $20,000; que el jorobado acabe con Notre Dame, ¡No tiene precio!

* Pelé es el rey, Maradona es Dios, pero el Cuau es el papá de los dos

* Padre Témoc que estás en Sudáfrica, bien acertados sean tus pases, abre la cancha tanto a Torrado como a Guardado. Vengan tus centros a Giovanni como al Chicharito. Hágase tu ‘Cuauhtemiña’ en el área como en el centro, perdona al Guille como nosotros también perdonamos a Aguirre. No te dejes caer en la provocación y líbranos del cero a cero…

Fotos:

Siguiendo con el mood religioso hacia San Témoc...

















La ballenita del twitter se fue a festejar, jajajajaja














¡Y arriba, arriba! ¡Ándale, ándale! Speedy González le ganó a Ratatouille!


















Muy buena imagen ésta, con la torre Eiffel de asta bandera, jejejeje






















No me caerían nada mal unos cuantos de éstos en mi cartera, je












Tengan su 5 de Mayo, franceses, jejejeje

Monday, June 14, 2010

Silencio ensordecedor

Hoy me la pasé un buen rato mal y de malas... estuve inquieta, mucho. No me podía concentrar... Extrañaba a aquél... la verdad es que me entraron celos de las mujeres con las que pueda estar... me duele que no me haya buscado y que yo esté aquí extrañándolo.

A lo mejor es solamente que extraño todo ese rollo de convivencia, las charlas... los besos… ¡chale! esos sí que hacen falta. Pero hasta eso -le decía a una amiga- no es tristeza lo que sentía... sino más bien una inquietud... como tener la cabeza caliente y no poder concentrarme, como un trago amargo que no me dejó ni comer... sentía el estómago contraído... no tuve hambre; era malestar, no tristeza...

Y creo que es peor porque sé lidiar con la tristeza y aún triste me puedo concentrar en mi chamba, pero con la cabeza como la tenía, con esa sensación de que me ardía el cerebro, no me es posible... es como tener mil murciélagos en la caverna de mi cerebro revoloteando histéricos, gritando todos al mismo tiempo cada uno algo distinto y no poder escuchar a ninguno... sólo el relajo generalizado de cientos de voces diciéndome que no me merece, que fue mejor así, que no tengo por qué extrañarlo si él no me quiere, ni me dio mi lugar...

Y sin embargo todas esas voces no callaban esa vocecita pequeñita en mi corazón que me decía a voz en cuello, por sobre todo el escándalo en mi cabeza, que a pesar de todo aún lo extraño.

Gracias a Dios esta noche terminó bien, entre una plática con mi mejor amiga, un correo de hace dos años que me encontré de Jorge y un nuevo apodo que me puso una piedra en el camino, lleno de ternura...

Sí... al final esas voces ensordecedoras en mi cabeza se callaron. Será una buena noche... y mañana hay aún mucho por hacer. Volvamos a trabajar con energía :)

Lo bueno, lo malo y lo peor del fin de semana

Bueno: Bajé casi un kilo el fin de semana
Malo: Fue por una jarra que me puse el viernes y me cayó como patada de burro... me tuvo todo el sábado y parte del domingo con el estómago destrozado y sin ganas de comer nada
Peor: Sólo me tomé una chela y dos tequilas... no aguanto nada :(

Bueno: La jarra me la puse con un amigo al que quiero mucho, le tengo mucha confianza y me cuidó; me atendió después de que vomité el alcohol y hasta me preparó un tecito en su casa
Malo: Busqué a mi amigo en una llamada de emergencia, pidiendo auxilio para que me salvara de mí misma, pues R organizó una fiesta (sí, me invitó) y yo moría por verlo
Peor: Recién me enteré que a esa fiesta también fueron otras "amigas" y "ex amigas" suyas...

Bueno: Voy aprendiendo a esquivar los golpes que yo misma solía buscarme al seguir a este corazón desbocado. Agradezco haber llamado a mi amigo y no ceder al impulso de verlo... me hubiera pasado un muy mal rato. Agradezco también enterarme de quiénes más fueron, porque eso me ayuda a terminar de desencantarme de quien resultó ser el más cabrón de los gandallas con los que he lidiado
Malo: A pesar de todo, aún lo quiero y lo extraño. Ya cuando me clavo con alguien, no se me va tan fácil... pero confío en que esta experiencia me ayudará a sanar más rápido
Peor: Me preguntó cuándo aprenderé la lección. Sí, es cierto que cada experiencia es diferente, pero algunas se parecen tanto que ya debería ser capaz de ver las similitudes entre ellas y salir corriendo a la primera señal de peligro... sin embargo ésas señales son para mí como zanahorias para los caballos de carreras y a donde las veo, justo ahí me voy a meter...

Bueno: Por las razones que sean -estoy segura que Dios tiene sus motivos para esto- me fue dado un corazón grande, capaz de entregarse una y otra vez, de perdonar, de volver a amar... estoy convencida de que si me aplicara a alguna obra de servicio social, lo haría con pasión sin límites
Malo: Este corazón, que tan bueno me resulta para aceptar a la gente como es, me ha resultado perjudicial para elegir a mis parejas y siempre se termina enamorando del hombre menos adecuado, todo por la manía que tengo de ver en las personas no tanto lo que fueron, sino lo que son y lo que pueden llegar a ser... aún cuando ellos mismos no quieran serlo
Peor: No creo que cambie nada en la forma en que manejo mis sentimientos. Como dice la canción "Gitana" de Shakira: sigo siendo aprendiz en cada beso y con cada cicatriz, pero si algo he aprendido es que de tanto tropiezo, ya sé cómo caer...

Creo que al final sólo eso me queda: aprender a caer mejor y a levantarme más rápido... y confiar en que llegará el hombre con los suficientes cojones para no amedrentarse ante una mujer que tiene mucho que ofrecer.

Sunday, June 13, 2010

La espera, parte 5

*** Al fin juntos ***

Finalmente llegó el día tan esperado. Nikita se había levantado temprano y ya había desayunado. Ahora paseaba ansiosa por el jardín, esperando escuchar en la casa los pasos de su amigo. Había llovido durante la noche y el pasto estaba lleno de rocío. Como ya empezaba a hacer calor y Ramón tardaba en bajar, Nikita se echó en el pasto y rodó, mojando todo su pelo y llenándose del aroma peculiar de la tierra mojada.

"¡Eh, Nikita, espérame!", gritó Ramón desde la puerta. Ella se levantó y corrió hacia él, mientras él bajaba las escaleras y se acercaba al jardín. "Ya sabes que me gusta que nos revolquemos juntos en el césped mojado... aunque mi mamá se enoje y luego me diga que huelo a perro mojado, igual que tú. ¿Me extrañaste?"

Nikita estaba feliz de estar finalmente con su amigo; saltaba por todos lados, corría como loca dando voces de alegría, como diciéndoles a todos: "miren, miren quién está aquí ahora".

Ramón la volvió a llamar: "Niki, ven a ver lo que te traje de la ciudad. Te va a gustar. Es un buen juguete y sirve para que me recuerdes cuando yo no esté aquí." Y habiendo dicho esto, sacó un hueso de plástico que rechinaba al ser aplastado. Nikita lo olfateó con curiosidad y luego miró a Ramón. El niño entonces aventó el objeto... la perra ya sabía lo que este gesto significaba: salió corriendo a atrapar el juguete y regresó con él en el hocico, para entregárselo a su amigo.

Ramón repitió la mecánica varias veces, aventando el juguete cada vez más lejos, sorprendiéndose de la velocidad que Nikita había obtenido al crecer. En alguna ocasión, cuando la perra tomaba el hueso plástico en su hocico, éste sonaba al ser aplastado, entonces ella se entretenía mordiéndolo un pocó más, divirtiéndose con los ruidos.

*** El regreso ***

Pasaron un verano muy entretenido, jugando en las charcas, corriendo bajo la lluvia, asustando liebres en el campo, contando estrellas por la noche y viendo las nubes durante el día. A veces Ramón iba a visitar a sus amigos y Nikita no podía acompañarlo. Otras veces, los amigos de Ramón iban a su casa y Nikita jugaba con ellos...

Pero los días pasaron rápido y llegó el día en que Ramón debía regresar a la ciudad. Nikita estaba triste cuando vio que empacaban las maletas, pues sabía que pasarían varios meses antes de que su amigo regresara, en Navidad.

Cuando llegó la hora de despedirse, Ramón se acercó a ella. Tomó el hueso de plástico y le dijo: "Anda Niki, tómalo y guárdalo. Prometo que la próxima vez que venga te traigo algo más... no lo vayas a morder mucho para que te dure y te acuerdes de mí..."

Nikita tomó el hueso y lo dejó en el suelo. Luego se acercó a Ramón y lamió su rostro, húmedo por las lágrimas. El niño la abrazó fuerte y le dijo: "Te voy a extrañar mucho, amiga"... la perrita gimió, como respondiéndole a su amigo que ella también lo extrañaría.

"¡Vamos Ramón, ya es hora!", gritó su papá. Él se levantó, besó a su amiga por última vez y corrió a la camioneta. Ella esperó a que el auto se pusiera en movimiento y luego lo persiguió por el camino, ladrando todo el tiempo, hasta que el carro se perdió de su vista. En cada ladrido le decía: "¡Ramón, te voy a extrañar pero aquí te espero, vuelve pronto!"

Cuando ya no vió más la camioneta, descansó un poco y luego regresó a su casa, donde se echó en su colchoneta, mordisqueando el hueso que Ramón le había dejado. Miró el cielo... empezaba a anochecer y la luna se asomaba. Ella sabía que donde quiera que él estuviera, él se acordaría de ella también, todas las noches, al mirar las estrellas. Y mientras los dos fueran amigos no importaba dónde estuvieran, ni el tiempo... su cariño siempre se conservaría. La espera siempre valía la pena.

Wednesday, June 09, 2010

La espera, parte 4

*** Bajo las estrellas ***


Nikita aguardaba paciente a que se retiraran los últimos invitados. Quedaban sólo unos familiares, pero aún así no la dejaban acercarse todavía al jardín.

Ramón ya se veía muy cansado cuando se sentó al lado de su madre. "¿Ya?", le preguntó con ansiedad. "Todavía no, es de mala educación dejar a los invitados que vinieron a visitarte. Espera un poco."

A disgusto y haciendo muecas, Ramón se quedó sentado, mirando al cielo. Empezó a contar estrellas y a buscar constelaciones en el firmamento, como lo hacía cuando era más pequeño y salía con su padre y Nikita a sus paseos nocturnos. Esperaba tener más noches como esa en los días que estaría de vacaciones en el rancho.

Recordó las veces que salieron de campamento y la noche en que llovió tan fuerte que Nikita y él se acurrucaron bajo las cobijas, dentro del sleeping bag. Ella siempre estaba tan calientita... aunque su pelo olía a sudor y humedad, je.

Con estos pensamientos en mente se empezó a quedar dormido, sin darse cuenta, pues los recuerdos de pronto se convirtieron en sueños. Soñó que finalmente estaban juntos y salían a correr por el campo, cruzaban el arroyo y llegaban a la charca de las ranas, donde se divertían viéndolas saltar. A Nikita le encantaba meterse al charco y perseguir a las ranas... terminaba súper sucia... nada que un buen baño de manguera en el jardín no pudiera solucionar al regresar a la casa. Y luego, a tenderse bajo el sol, buscando formas en las nubes...

Finalmente, el último de los invitados se fue, pero Ramón ya estaba profundamente dormido. Nikita se acercó a la silla y puso su cabeza en el regazo de él. Se sintió feliz de verlo tan contento, de estar tan cerca después de tanto tiempo. ¡Qué importaba que no pudieran jugar ahora! Mañana podrían hacerlo, y tenían mucho tiempo por delante.

El papá de Ramón se acercó para llevarlo a la cama. "Ramón, despierta, vamos a dormir". A medio sueño, el niño se levantó y siguió a traspiés a su papá, quien como pudo lo cargó para subir las escaleras y lo puso en su cama.

Nikita se quedó de pie en la escalinata, fuera de la casa. Su felicidad ya era incontenible... ¡mañana sería el gran día! La espera había terminado al fin.

Regresó a su rincón y se echó en su colchoneta, mirando el mismo cielo que Ramón contempló hasta quedarse dormido. Y, con la esperanza en sus ojos, ella también se durmió.

Monday, June 07, 2010

La espera, parte 3

*** La fiesta ***

Ramón se levantó pasadas las 10 de la mañana. Hacía mucho tiempo que no descansaba así. Ya el sol calentaba el ambiente y entre el cansancio del viaje y la temperatura del lugar Ramón sintió que no podía esperar ni un segundo para meterse a bañar.

Cuando terminó de arreglarse bajó a la sala. Buscó a Nikita, pero no la encontró. Uno de los sirvientes le comentó que había salido con su papá a caminar. Ramón se puso un poco triste, pero entonces vio los preparativos para su fiesta y se emocionó. Salió al jardín, donde ya las mesas estaban dispuestas para el agasajo, la decoración, la piñata... todo era como él lo esperaba.

Moría de hambre. Entró a la cocina y aspiró el aroma de los guisos que las cocineras preparaban para el festejo. Su mamá estaba revisando todo, cuando lo vio llegar. "Ven Ramón, vamos a desayunar. Tu papá no tarda en llegar, ahorita nos alcanza."

En efecto, unos minutos después de sentarse a la mesa llegó su papá. Comieron hasta saciarse. "Papá, ¿cómo está Nikita?", preguntó Ramón. "Muy bien hijo, se la ve muy activa, pero ya no juega todo el tiempo, como antes. La veo más madura... ha crecido, y también en tamaño. Ya la verás". -"Pero no ahorita", dijo su mamá. "¿Por qué no?", se quejó Ramón. "Ya es tarde. Los invitados no tardan en llegar y no quiero que te ensucies... no antes de tiempo. Anda, sube a lavarte los dientes."

Ramón pensó que si se apuraba aún tendría unos minutos para ver a Nikita antes de que llegaran los invitados, pero apenas terminó de lavarse los dientes escuchó voces en el jardín. ¡Eran sus primos! Bajó corriendo las escaleras y pasó de largo por la sala, sin voltear a ver si su amiga estaba ahí. Salió de la casa y no la encontró en la escalera. Corrió al jardin, donde lo esperaban ya sus familiares, con varios regalos.

Antes de que se diera cuenta, ya la casa estaba llena de visitas: amigos, familiares y vecinos llegaban con obsequios en la mano. Los niños jugaban en los inflables, las resbaladillas y los columpios. Los padres comían y bebían. La música se escuchaba por todo el terreno. Entre tanto estruendo, Ramón difícilmente escuchaba a su amiga, que lo saludaba a voz en cuello...

*** A la distancia ***

Nikita aguardaba paciente en la escalinata cuando a lo lejos vio los autos que empezaban a llegar. Se entristeció un poco... sabía lo que eso significaba. Casi de inmediato una de las sirvientas la llamó. Nikita obedeció. "Quédate en tu casa, niña, ya sabes que no puedes estar en el jardín cuando hay visitas."

Refunfuñando y de malas, Nikita se sentó en la puerta de su casa. Desde ahí vio llegar a la gente, escuchó la música y las risas. Veía a Ramón recibiendo abrazos de la gente... lo vió reír, contento. Eso la puso feliz... pero ansiaba estar con él. A veces, cuando lo veía pasar corriendo cerca de donde estaba ella, le gritaba para saludarlo, pero él no la escuchaba.

En un momento dado, Ramón finalmente volteó hacia donde ella estaba. "¡Eh, Nikita! ¡Ven acá!" Ella corrió a su encuentro, feliz de saludarlo, pero antes de que pudiera llegar la mamá de Ramón lo llamó: "Vamos, ve a jugar con tus invitados, ya tendrás tiempo para jugar con Nikita más tarde."

Aunque no pudieron tocarse, Nikita estaba feliz. Ramón la había visto, y le dio gusto saludarla. Así que regresó a sentarse en la puerta de su casa, desde donde contempló el resto de la fiesta y disfrutó ver de lejos a su amigo. Seguramente en la noche podrían estar juntos...

Sunday, June 06, 2010

La espera, parte 2

*** Los preparativos ***

Nikita despertó muy temprano, ansiosa por que amaneciera para ver a Ramón. Se levantó cuando apenas clareaba y caminó hacia la casa principal. Había luces en la cocina porque ya los empleados se habían levantado a preparar todo para el festejo y el ambiente se llenaba del olor a café recién preparado.

En cuanto entró, la cocinera la saludó: "¡Buen día, Nikita! ¡Qué madrugadora! Tienes ganas de ver al joven Ramón, ¿verdad? Pero anda, desayuna algo primero" y mientras decía esto le extendía un plato con un poco de guiso de la noche anterior y un pedazo de pan. Nikita comió con prisa... pero no era tanto por hambre sino por la ansiedad de terminar pronto y estar lista en la sala, esperando a que se levantara su amigo.

Pronto estuvo lista y fue a echarse en la colchoneta de la sala, justo donde Ramón y ella solían quedarse dormidos mientras veían saltar las chispas de la chimenea cuando hacía frío por las noches.

Pasaron las horas y la casa se llenó de gente que iba y venía por las habitaciones, acomodando la decoración para la fiesta, llevando los ingredientes necesarios para la comida, colocando las mesas en el patio, organizando las sillas, preparando el sonido... todo era movimiento... pero Ramón aún no se levantaba. Cada vez que escuchaba pasos en las escaleras Nikita miraba ansiosa, aún cuando reconociera que ésos no eran los pasos de Ramón.

Finalmente bajó el señor. La miró y le dijo: "Ya estás ahí. Ramón apenas se levantó y no está listo para bajar. Ven, acompáname a caminar."

Nikita tenía más ánimos de quedarse que de salir, pero no podía desobedecer al patrón, así que fue tras él. En el camino, sin embargo, no hubo más palabras. Fue solo un paseo en el que ambos se acompañaban, sumidos en sus propios pensamientos. Llegaron hasta la charca que se formaba por un brazo del arroyo. Nikita vio las ranas y pensó que había suficientes para jugar con Ramón.

Después caminaron hacia los establos, donde el señor revisó los caballos, las mulas y una cabrita que tenían. El capataz le dió un poco de leche de cabra recién ordeñada y hervida. Luego le extendió un poco de café de la olla y el señor preparó entonces una taza humeante de café con leche... agradeció al capataz y salió de los establos, con rumbo al huerto. Ahí revisó los árboles, el maíz, las hortalizas...

Nikita estaba inquieta y ansiosa por regresar. A juzgar por el sol, ya eran más de las diez. Finalmente el hambre hizo de las suyas y el patrón le dijo: "Vamos Nikita, de regreso a casa".

Ella caminó ahora delante de él... casi corriendo. A ratos tenía que sentarse a esperarlo, pues ella iba más rápido, pero no podía dejarlo atrás. Así que esperó pacientemente y trató de ir a su paso. Al llegar a la casa el señor entró directo al comedor. Nikita sabía que no podía entrar ahí, así que se metió por la cocina y desde ahí asomó su nariz...

Alcanzó a ver a su amigo almorzando con sus papás y su corazón brincó de la emoción. Ya estaba levantando y arreglado. Se veía muy guapo. Seguramente que en cuanto terminara la buscaría y saldrían a jugar. Buscó agua, pues tenía mucha sed por el calor y la caminata. Después, salió y se sentó en las escaleras de entrada a la casa, desde donde se podía ver casi todo el rancho. Se sentía feliz... faltaba poco para estar con Ramón otra vez.

Saturday, June 05, 2010

La espera

*** Nikita ***

Miró el cielo estrellado y sonrió, llena de esperanza. Esa noche llegaría Ramón, su compañero de juegos de la infancia. Hacía un par de años que se lo habían llevado a vivir a la ciudad, pero regresaba a pasar las vacaciones en la casa de campo de su familia y entonces jugaban todo el día.

Bueno, ya no eran niños. Nikita ya casi era adulta pero recordaba a Ramón con el mismo cariño de antes... o tal vez más aún. Paseaba inquieta por el jardín, dando vueltas de un lado a otro, mirando el cielo, tratando de adivinar en las estrellas la hora... ya pasaban de las ocho.

Finalmente, cerca de las 11, vió a lo lejos las luces de la camioneta que subían por la carretera y entraban por la reja del viejo rancho. Sin dudarlo ni un instante, corrió con todas sus fuerzas hacia el camino por el que venía el auto. No podía esperar ni un segundo más para verlo. Su corazón latía con fuerza y no dejaba de gritar: "¡Ramón! ¡Ya llegó Ramón! ¡Ya llegó!"

La camioneta pasó por el camino sin que ella pudiera darle alcance, pero no se desanimó. Siguió corriendo tras el auto rumbo a la casa, pero éste era más veloz y ella se quedó atrás por unos minutos.

Cuando llegó a la casa ya los sirvientes ayudaban a bajar el equipaje. Entró a la sala buscando a Ramón por todos lados, pero no lo vió entre la gente que estaba ahí, dándole la bienvenida a los patrones. De pronto, uno de los jardineros la vio y le dijo: "Nikita, Ramoncito llegó dormido y ya está en su cuarto. Mañana lo verás. Anda, ven conmigo. Afuera."

Con cierta desilusión en el rostro, Nikita obedeció. A pesar de todo, estaba contenta. Mañana muy temprano le daría la bienvenida a Ramón y podrían volver a jugar. Lo llevaría de paseo al arroyo, a perseguir ranas... ¡cómo disfrutaba verlas saltar cuando ellos se acercaban corriendo! ¿Ramón aún disfrutaría de recoger guijarros de colores? Había muchas cosas que quería saber de él, pero ya estaba en casa... mañana podrían estar juntos otra vez.

Se recostó en ese rincón de la cabaña donde solía dormir, con la vista siempre hacia la ventana, desde donde podía ver la luna... esa misma luna que vigilaba a Ramón todas las noches, donde quiera que él estuviera...

*** Ramón ***

El trayecto hacia el rancho se hizo más largo que de costumbre. Ramón estaba emocionado por pasar las vacaciones jugando con sus amigos. Mañana sería su cumpleaños y sus papás habían invitado a todos los vecinos del lugar. Ya los sirvientes se habían encargado de todos los preparativos.

"¿Crees que Nikita esté bien, papá? ¿Se acordará de mí?", preguntó, soñoliento. Había tenido una semana muy pesada en la escuela, estudiando para los exámenes finales y casi no podía mantener los ojos abiertos.

Su papá hizo una mueca y respondió, un poco evasivo: "Seguramente te recuerda, hijo. Pero tienes que saber que el tiempo ha pasado y ella ya no es la misma de antes. Tú también has crecido. Ya no pueden volver a jugar como cuando los dos eran niños."

Ramón cerró sus ojos y recordó esas tardes, corriendo con Nikita por el camino de tierra, rumbo al arroyo, descansando bajo el naranjo, empapados después de un buen chapuzón, dormidos en el suelo, en pleno jardín, tras pasar horas jugando a las escondidillas y contar las estrellas... tenía tantas ganas de verla... pero el sueño finalmente lo venció y apenas se dió cuenta cuando llegaron a la casa. Se despertó a medias y se dejó llevar como sonámbulo a su cama, donde cayó rendido, esperando con ansias la mañana siguiente...