Medio día:
Frío, frío, muchísimo frío. Y sé que soy yo porque el clima estuvo peor hace un par de días, hoy salió el sol y no hace aire pero yo tengo doble suéter y una cobija y no se me quita :S
Tomar té como agua de día me ha ayudado bastante. Además de que mi cuerpo sigue funcionando como relojito en las mañanas, me siento menos hinchada. También tengo que destacar que, a pesar del frío, no he tenido hormigueo en las manos ni punzadas en mis articulaciones, y eso me hace pensar que algo empieza a activarse para bien en mi metabolismo y mi cuerpo.
La ansiedad por el dulce va mermando, pero el antojo de pan y galletas no se quita. Nomás no :(
Tengo dos fruteros con variedad de frutas, pero con el frío no se me antojan, además de que no hay fruta que sustituya al pan. Como sea, estoy pensando en rebanar una manzana o una pera y untarles un poco de queso Philadelphia si es que el antojo de galleta sigue acechando. Espero que eso pueda ahuyentar un poco el antojo...
Tarde-noche:
Lo más difícil de elegir los menús sin carbohidratos es elegir los postres. En mi familia siempre terminamos la comida con postre; y no, la fruta no cuenta como postre. Al menos no la fruta sola, a menos que se trate del mango, que suele ser deliciosamente dulce. Pero fresas o plátanos con crema y azúcar ya implican cierta cantidad de carbohidratos, y las galletas, helados y pastelillos ni se diga.
Estos días me he puesto creativa en los menús y la verdad es que ha sido un ejercicio interesante de cambio de hábitos, que si procuro seguir el resto del año pueden ayudarnos (a mí y a mi hija) a mejorar nuestra alimentación. Algunos ejemplos de menús bajos en carbohidratos pueden ser:
* Crema casera de zanahoria, pollo a la plancha y guarnición de guacamole y lechuga
* Sopa de verduras, milanesa de cerdo (sin empanizar) y guarnición de ensalada de nopales
* Crema de verduras (con las sobras de la sopa de verduras), rajas con crema, cebolla y pollo deshebrado
* Lentejas a la cubana, pavo ahumado con ensalada de lechuga, pimiento morrón y nueces
* Crema casera de champiñones, pescado a la plancha y guarnición de espinacas con tocino
* Arroz integral y coliflor en salsa de jitomate
Al final, después de una semana no extraño tanto los carbohidratos en la comida, ya no me hacen tanta falta las tortillas ni el pan para acompañar mis alimentos. Pero los postres... ¡los postreeeees! ¿Cómo calmar el antojo de dulce sin consumir muchos carbohidratos? La verdad ha sido más complejo, pero hoy finalmente tuve algunas ocurrencias y recordé algunas recetas que he visto en la tele.
El detonante fue un antojo increíble que teníamos Vale y yo a media tarde, y de pronto la veo salir de la cocina con un puñadito de arándanos cubiertos de chocolate y ¡zas! que se me prende el foco: recordé que tengo chocolate semi amargo para repostería, así que fundí un poco, piqué algo de pera, chabacano y plátano, y nos hicimos un rico fondue de chocolate y fruta.
De ahí se me ocurrió que otro día puedo hacer un helado de yogur casero, licuando yogur natural con fruta y dejándolo un rato en el congelador, y al momento de servirlo puedo ponerle unos hilos de chocolate oscuro.
La gelatina siempre es buen postre. Y de una receta que vi se me ocurrió la idea de rebanar una pera o manzana y untarles un poco de queso Philadelphia light, o incluso en una rebanada de pan tostado integral untar queso doble crema, colocar rebanadas de manzana o pera y vertir sólo un poco de miel, aunque esto se me antoja más como para merienda o cena que como postre.
Puedo optar también por plátanos o fresas con crema baja en grasa y en vez de azúcar, endulzante de stevia...
Finalmente veo la luz al final del túnel, jajajaja. Creo que todo es cuestión de re-programar nuestro cerebro y nuestro metabolismo. Muchas veces pienso que todo aquello que nos hace mal es porque no está dentro del plan original de Dios para nuestra alimentación, por eso nuestro cuerpo no lo metaboliza. No estábamos hechos para consumir tanta grasa ni tantos carbohidratos, y menos si nuestra vida es cada vez más sedentaria. Pero los ayunos de la iglesia a principio de año me han ayudado también a entender qué es lo que mi cuerpo en verdad puede procesar y qué no. Y por lo que veo, los carbohidratos malos deben reducirse a un consumo mínimo en mi dieta.
Ya empezamos. El reto será continuar con una dieta baja en carbohidratos después del ayuno, aunque pueda permitirme el lujo de comer una galletita, pan o pastelillo de vez en cuando ;)
No comments:
Post a Comment