Wednesday, June 25, 2008

Todos los caminos llevan a... ¿Mérida?

¡Quién lo diría!
Yo no creo mucho en las casualidades, pero sí en las coincidencias, y más aún desde que finalmente vi completas y de corrido unas películas que un buen amigo me regaló hace tiempo: The Secret y What the bleep do we know? La verdad, ambas me gustaron. De entrada son lentas y no son para verse en la noche porque resultan un poco densas y se queda uno dormido (me pasó algunas veces, jeje). Pero en un rato de libertad (de mi hija, claro) las vi y fueron como un rayo de luz.

Tengo que confesar que aunque soy cristiana, no soy mujer de fe. Necesito, si no las evidencias físicas, tangibles o al menos visibles, sí la lógica del razonamiento y los argumentos. Y los planteamientos de ambos documentales, fundamentados con entrevistas a científicos y físicos, me dieron lo que necesitaba para, curiosamente, reforzar mi fe...

El hecho es que entre varias cosas, me comprometí con una amiga a apoyar a una asociación con la realización de un evento en Cancún. Tras mil y un circunstancias que se presentaron, y que si se hacía o no el evento, que se cancelaba, que siempre no... ahí nos tienen tres días antes planeándo todo y buscando sedes alternas a la que se había contratado. No quiero entrar en más detalles pues no me parece correcto y no quiero evidenciar a la asociación narrando todo lo que sucedió, pero un día antes del evento volvimos a cambiar de sede. Al final, fue para bien, pues el servicio del hotel fue de excelente calidad.

Total que el evento salió bien. Pero entre las cosas que mi socia y yo aceptamos en este primer evento y en pro de la asociación -a la que le tenemos mucho cariño- fue el irnos sin tener seguro el boleto de regreso. Así que el lunes por la mañana, ya habiendo regresado todos, estaban tratando de encontrarnos vuelo de regreso a México, pero no había ninguno disponible desde Cancún, así que bien lindos ¡nos mandaron a Mérida!

Ahí vamos, cargando todos nuestros tiliches y sin habernos metido al mar o a la alberca, siquiera, rumbo a la capital yucateca. No puedo negarlo, no podía dejar de pensar que iba al mismo lugar en el que hace tres años y medio lo conocí, gracias a la misma asociación, aunque fuera solo de paso, pues el avión salía esa misma noche...

O al menos eso pensábamos, pues llegando al aeropuerto de Mérida nos encontramos con que algo salió mal en la transacción y no teníamos boletos... y ya no había vuelos disponibles esa noche. Pasado el trago amargo, cargamos nuestras cosas y nos dirigimos a un hotel en el que nos esperaba el presidente del capítulo Mérida de la asociación, pero al llegar no había cuartos, así que nos llevó a otro... justo al lado del hotel en el que se realizó el evento en que lo conocí... ¿coincidencias o casualidades?

Ya nos dejó y salimos a caminar por el Paseo de Montejo y a cenar papatzules y panuchos en un lugarcito que nos recomendaron, la Terraza del Norte. Curiosamente y contrario a lo que hubiera pensado hace meses, no estuve triste. Si acaso, nostálgica, pero me sentí increíblemente bien en ese lugar.

Al día siguiente fuimos a recoger los boletos al aeropuerto para asegurarnos de que no hubiera mas broncas con el vuelo, je, y regresamos a desayunar al zócalo. Muy rico. De ahí nos sugirieron visitar un sitio de ruinas muy cerca de Mérida, camino a Progreso, llamado Dzibilxaltún (creo que así se escribe...) y como teníamos tiempo, pues que nos lanzamos. Es un lugar hermoso y el pequeño cenote fue verdaderamente refrescante bajo el sol que estaba quemando con todo. Sí, otra vez pensé el él, pero no solamente porque a mí me hubiera gustado compartir ese momento con él, sino porque sabía que a él le gustaría (y tanta razón tenía, que días después él mismo me dijo que visitó ese lugar cuando estuvo en Mérida y le gustó mucho. De hecho, la primera foto que me mandó cuando empezamos a escribirnos después de conocernos, fue de ahí... pero conste que yo no lo sabía).

Regresamos a Mérida y de ahí al aeropuerto solo para toparnos con que el avión tenía una falla mecánica y nos iban a transferir a otro vuelo. Mientras hacíamos fila para eso, empezó a llover con fuerza. Total... se hizo el cambio de vuelo, volvimos a documentar y listo. Cansada, le dije a mi amiga: "voy a salir a mojarme en la lluvia". Pero salgo... y nada. Ya había pasado el aguacero. Ni una gota, neto.

Comimos cualquier cosa y volvimos a la ciudad, solo por una nieve de las Tepoznieves y a pasear un poco por la plaza, en lo que daba la hora de regresar al aeropuerto. No se qué pasó ni por qué nos quedamos varadas ahí... cosas del destino. "Algo o alguien no quiere que se vayan", nos dijeron algunas personas. No lo se, pero algo regresó a mi en ese viaje y en ese lugar.

Al final, volvimos al aeropuerto esperando cualquier cosa, jejejeje, pero ya no hubo más inconveniente y logramos subir al avión y llegar ¡finalmente! a la Ciudad de México.

Dos semanas después tuve tiempo y voluntad para sentarme toda la tarde y ver las dos películas que tan amablemente me habían regalado... y entonces entendí cómo funciona la ley de la atracción. Y es que, de pronto pienso, ¿quién sabe si yo misma atraje tantas visicitudes a nuestro viaje con tal de estar nuevamente en esa ciudad?

Como dije antes... no creo en las casualidades, pero sí en las coincidencias... y éstas no pasan sólo porque sí... ¿O sí?

Wednesday, June 11, 2008

A ver, hombres

Tengo algunas dudas existenciales, jajaja... así que les lanzó aquí unas pregunticas a ver qué valiente se anima a responder. Pls, sé que me leen, pero anímense a dejar una respuesta a mis incógnitas aunque sea como anónimos, ¿si?

1. La pregunta del millón de dólares: ¿Por qué los hombres se asustan cuando una chava se clava rápido, aún cuando les guste?
Esta pregunta viene a raíz de un video que vi en Youtube (véanlo en esta liga:
http://www.youtube.com/watch?v=k9Xtvj_JVSM) y me identifiqué con la chavita. Me pareció encantadora la forma en que plasman en el video las emociones y el escenario de la chava con su corazón enorme, dispuesta a entregarlo, y cómo la gente se asusta por eso... Si quieren, véanlo y opinen luego, pero ¡opinen, pls!

2. ¿Por qué a los hombres les da por orinar con la puerta del baño abierta cuando ya tuvieron, o están por tener, sexo con una chava?
Neto, ésta sí me da mucha curiosidad. ¿Se sienten en confianza por la intimidad que supone el sexo o simplemente se les da naturalito hacerlo así?

3. ¿Por qué dicen que son simples y pretenden que las mujeres entendamos su lenguaje?
Si algo he entendido con el tiempo es que los hombres y las mujeres simplemente somos diferentes, hablamos diferentes idiomas. NO nos entendemos. Punto. Comprender sus señales "tan simples" nos resulta tan complejo a nosotras como a ustedes entendernos. Y ustedes NO son simples. Lanzan mensajes ambiguos, se contradicen, se desdicen... pero luego resulta que somos nosotras las que malinterpretamos las señales, ¿no?

4. ¿Por qué no dicen las cosas como son?
Adendum a la pregunta tres. De pronto me parece que para no herir susceptibilidades o evitarse confrontaciones, recurren al método de "te digo las cosas para que las entiendas" pero no son claros y, obvio, de ahí surgen mil y un broncas. No puedo hablar por todas las mujeres, pero habemos algunas que preferimos la franqueza, es más fácil lidiar con ella, por dura que sea, y en verdad agradecemos que se nos planteen los escenarios como son, pues nos dan la oportunidad de saber dónde estamos paradas en realidad y no hacernos chaquetas mentales.

5. ¿Cómo le hacen para dejar sus sentimientos de lado y concentrarse en otros asuntos?
Sí, no es secreto. Las chavas somos bien clavadas y de pronto estamos haciendo cosas y pensando en fulanito. Ustedes, al parecer, solo piensan en menganita en sus ratitos de ocio o cuando tienen un break mental. ¿Cómo le hacen?

Estas preguntas son resultado de charlas con amigas, pero seguro que hay más incógnitas en el aire, jeje. Chavas, si tienen más preguntas, escríbanme y las posteo.
Y chavos, a ver qué tan valientes....

Thursday, June 05, 2008

Soy Leyenda

Nada que ver con la película que, por cierto, aún no he tenido oportunidad de ver, pero que me han dicho está del nabo...
Es sólo que después de tantos meses de ausencia creí que al regresar me toparía con un cementerio, lectores cansados de no leerme que ya no volverían a mi sitio; pero me ha sorprendido gratamente ver que no solamente se mantuvieron las visitas, sino que ¡aumentaron!
Así es, como las grandes leyendas, el lema es morir joven, jajajajaja...
La verdad no se a qué se deba ni quiénes sean mis fieles (y seguramente nuevos) lectores, pero ha sido una grata sorpresa. Gracias :)
No quiero adelantar noticias, pero lo que sí puedo asegurarles es que de a poco les iré contando los pasos que voy dando en firme en el terreno de los nuevos negocios, así como todo lo que he ido aprendiendo... por las buenas y por las malas, en este tiempo.
Y nomás porque tengo más que escribir en mis otros blogs, pero espero el fin de semana relatarles lo que fue una verdadera odisea de regreso de un viaje de Cancún que nos dejó varadas a mí y una amiga muy querida en Mérida, y que resultó ser una experiencia trascendental.
Un abrazo.