Wednesday, October 27, 2010

Sexo gratis... y un poco de sangre

Me he dado cuenta de que tengo lectores morbosos. Por alguna razón, cuando escribo sobre mis dificultades amorosas y desangro mi corazón en el blog me leen más que cuando publico que me siento bien y que las cosas van mejorando.

Bien decía una talentosa jefa que tuve en la editorial donde trabajé: "Las palabras 'sexo', 'gratis' y los números siempre venden". Ese es el secreto de las revistas de moda y belleza, que usan títulos como "10 tips para volverlo loco en la cama" o "Cómo vestirte como una estrella con prespuesto $0".

Yo añadiría que la sangre también vende mucho. De ahí los encabezados del Metro y el Alarma, así como tantos y tantos conteos de matanzas que siguen en aumento en Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Morelia, Guerrero, Sinaloa y el Estado de México, entre otros... (ah, pero el Gobierno dice que le vamos ganando la guerra al narco... ¡Ajá!)

Eso me pone en problemas, porque ahora que me siento bien no tengo más lágrimas virtuales que derramar ni más odio... ¿de qué hablo?

¿Seguiré el consejo de mi ex jefa y empezaré a publicar posts relacionados con sexo y sangre gratis? ¿O tal vez algún conteo sobre los 10 tips para tener una sesión de sexo sado-masoquista sin derramar sangre?

¿Alguna sugerencia? Je :P

Saturday, October 23, 2010

10 años menos en un día

Hoy es uno de esos días en los que definitivamente me siento más joven. Sí, tal vez exageré la cantidad de años en el título, je, pero sí me siento de varios menos de 30 :P

Todo empezó hace un par de semanas, cuando una niña en la iglesia que tiene como 12 años me vio junto a Valeria y cuando escuchó que ella me decía "mamá", me preguntó sorprendida: "¿Es tu hija? ¡Yo creí que eran hermanas!" Yo pensé que me iba a decir que creyó que era su tía, lo cual ya me resultaba halagador pues por su mirada entendí que me consideraba más joven... pero cuando dijo "hermanas", bueno, mi ego se infló hasta el cielo, jajajajaja!

Unos días después, cuando llegué del trabajo, mi hija y unos amiguitos suyos estaban en el patio y me insistieron a bajar mis patines y competir con uno de ellos. No pensé en competir, pero me pareció un buen día para desempolvar los patines así que los saqué, me los puse y me enorgullecí de no caerme frente a mi hija y sus amigos en mi intento por volver a patinar, je.

Al final me insistieron en la competencia, así que dizque competí con el vecino. Obvio, me ganó, ja. Le pregunté cuántos años tenía, para 'facebookear' que un niño de 14 me había ganado a mis 34, y entonces mi hija abrió grandes los ojos y me preguntó: "¿Tienes 34? Yo creí que tenías 23, a mí me pareces de esa edad". Jajajajajaja!!! ¡Qué linda su inocencia! ¿Verdad? Pero para mí, sonrisa durante dos días, je.

Hoy me ligué a un chavito que a duras penas tendrá 23 años... no quise preguntarle su edad para no echar a perder el momento, pero por su carita, andará cuando mucho en los 24 años. Neto, es un súper alimento para el ego.

Y bueno, para cerrar el día me fui con mi hija y sus amigos al parque, donde me puse a patinar mientras ellos jugaban, y el ejercicio me hizo sentir mejor. Además, me siento más ligera con los patines que el primer día.

Si sigo así, creo que recibiré los 35 con todo... sintiéndome incluso más joven que cuando cumplí los 30 :)

Thursday, October 21, 2010

Ya, pues...

Venga... aún en contra de mi voluntad se me acabó el veinte y no puedo seguir odiando. Ya sabía yo que no odiaría por mucho tiempo... no soy así, simplemente no soy yo y además mi fe me lo recriminaba.

Así que mientras duró lo disfruté. ¡Oh sí! Bastante. Pero ya no me queda más y finalmente solté lo que me hacía daño y me libero.

¿Perdón? Aún no. Pero ya llegará, pronto. Y cuando perdonde será por mí, porque no puedo cargar con sentimientos que me hacen daño, que impiden que me lleguen las bendiciones y encima me provocan a hablar y escribir cosas de las que voy a tener que dar cuentas.

Allá él y sus propias cuentas. Espero que la vida se lo cobre con creces (sí, claro que sí). Mientras tanto, mí me toca soltar y liberarme.

Sale pues... a un lado el odio y a llenarnos de cosas buenas. No quería dejar ir tan pronto este sentimiento pero va más allá de mí y de mis decisiones.

Eso sí: espero no volver a verlo nunca más. Por mí, hoy se cierra este libro y se archiva en el olvido.

Thursday, October 14, 2010

10 cosas que odio de ti... de mí... y de todo esto

1. Odio no poder soltar todo, dejarlo y listo. Odio ser así, siempre machacando las ideas, revolcándome con ellas, sin ser capaz del todo de liberarme de pensamientos y de ideas que nomás me desconcentran de lo que es verdaderamente importante.

2. Odio seguir escribiendo sobre lo mismo, porque al final si no escribo sólo me quedo yo todo lo que siento y menos me libero... Tengo que soltarlo y de pronto me doy cuenta que para ello tengo que escribir, escribir y escribir hasta que me sangren los dedos, a ver si por ahí se escapa finalmente todo esto que siento.

3. Odio no saber más de ti, aunque yo misma te haya bloqueado del facebook por mi propia salud mental y emocional.

4. Odio cómo se dio todo... odio todo lo que pasó, lo que permití que pasara a sabiendas de quién eras y de cuál sería el final.

5. Odio que el final haya sido más doloroso de lo que pensaba, pues de hecho no me lo esperaba así...

6. Odio que no podré volver a confiar en tí nunca más, aún cuando me dijeras toda la verdad. Me mentiste tanto que ya no hay modo de ponerle un parche a la desconfianza que habrá de aquí en adelante. Ya nunca podremos ser amigos... en realidad nunca lo fuimos, pero no hay nada que rescatar ahora y odio tener que dar vuelta a la pagina con el deseo de no volver a verte nunca más, y la intención de fingir que nunca pasó nada entre nosotros, si acaso un día nos volvemos a encontrar...

7. Odio desconfiar de todo y de todos, volverme dura a consecuencia de un mal paso. Odio haber tenido que aprender esta lección de esta forma y odio que tú fueras el maestro.

8. Odio odiarte... porque eso pasa ahora. Nunca había odiado a nadie y de pronto eso siento por tí, al grado de que me asquea pensar en lo que tuvimos. Y más te odio por hacerme odiarte, por provocar en mí un sentimiento que nunca antes había sentido y que me pesa, por más que quiero liberarme de él... cada recuerdo tuyo duele como puñal al corazón y me provoca el resurgir de este nocivo sentimiento.

9. Odio haberme quedado con tantas cosas por decir y tener ahora la necesidad de decírtelas y no poder hacerlo. Quisiera a veces gritar todo lo que siento y no puedo, y si lo hiciera aún así no me escucharías...

10. Odio ser tan lenta para procesar mis emociones que en realidad nunca actué o te dije lo que debía en el momento justo. No te menté la madre cuando pude hacerlo, cuando tú me pedías que nos viéramos para platicar. Hoy, meses después, ya no tiene caso, y yo me quedo ahora con tanto por decir y ya no puedo, porque es tarde...

Y sobre todo... odio que te sigo extrañando... te sigo queriendo más de lo que quiero reconocer. Todo este odio es simplemente una reacción directamente proporcional a la fuerza con la que te quiero. Y odio quererte, me odio por ello. Odio este idiota y terco corazón que se debate entre el odio y el cariño y que en medio de su batalla me implora que suelte todo lo nocivo y me quede con lo bueno.

Pero no quiero. No quiero dejar de odiarte aún, porque cuando se vaya el sentimiento negativo quedará sólo el sabor de los buenos recuerdos y no quiero... no te lo mereces. No quiero recordarte con cariño, no quiero pensar en ti con nostalgia, no quiero quererte más. Simplemente, no te lo mereces...

Monday, October 11, 2010

Dejando el equipaje atrás


Y en este sentir de dejar atras las cargas, me viene a la cabeza algo que me dijo un muy buen amigo hace unos días: "A veces, como en los aeropuertos, es mejor dejar el equipaje. Si en el camino lo podemos recuperar, qué bien, pero si no, hay razones para que se quede ahí".
Tiene razón.
Hay cosas que ya no hice, que ya no podré hacer y no hay caso de estarle machacando a las ideas. Hay cosas que sí puedo hacer y a ésas hay que enfocarse.


En esta reflexión entiendo que ciertas cosas que yo también esperaba tal vez nunca lleguen, tal vez nunca llegarán, como esa disculpa que mencioné hace un par de posts.

Ni modo, habrá que dejar el ego herido como equipaje perdido en ese aeropuerto que sirvió de conexión en este viaje... y a seguir adelante.

Si algo se recupera más adelante, bienvenido, y si no, será la oportunidad para empezar de cero, con equipaje nuevo y una valiosa lección aprendida...

Sunday, October 10, 2010

AAA, en la arena de la vida

Buscando tema para escribir me sugirieron que hablara sobre lo mucho que empieza a cansarme leer diariamente noticias sobre matanzas, balaceras, narcotráfico, delincuencia, narcofosas y asesinatos en más de cinco estados del país... y en verdad consideré hacerlo. Quiero decir: ha aumentado tanto el nivel de inseguridad en provincia que de pronto el Distrito Federal hasta se antoja como una ciudad segura. Sí, sigue siendo completamente insegura, plagada de secuestros y delincuencia a todas horas, pero al compararla con otras entidades no queda más que decir que tal vez aquí estamos mejor.

¡Qué triste! Muy triste... tan triste, que en realidad no quise profundizar mucho en el tema y no me animaba a mencionarlo en mi blog, porque me gusta escribir sobre algo que me aporte después, cuando releo mis escritos. Porque suelo hacerlo... releer lo que escribo y decirme que estoy loca o terminar de entenderme, je. A final de cuentas, para esto escribo un blog, para ayudarme a sacar lo que de otra forma no sé sacar y entonces, entender mi realidad de una mejor manera.

Escribir para quejarme amargamente de la inseguridad no me aporta nada a futuro. Sin embargo, me pareció conveniente tocar el tema como entrada de este post porque es una buena referencia sobre cómo hay cosas que de primera instancia parecen importantes pero cuando se miden contra otras de mayor magnitud, la escala de valores se ajusta y todo se coloca en perspectiva.

La sombra de una amenaza a mi salud me ha llevado a poner en la balanza todas mis experiencias recientes, y de pronto lo que parecía tan fuerte, tan doloros, pierde valor y se torna casi irrelevante, dejando en claro cuáles son las cosas verdaderamente importantes en la vida: mi hija, mi salud, mi fe, mi familia, mi persona, mi trabajo, mi estabilidad...

De pronto he recibido una zarandeada tipo "Smack Down" en la arena de la vida y me llega, como epifanía, una visión que es más bien una lección sobre lo que me toca hacer, en el orden de la triple A: Aceptar, Asumir y Actuar.

He dejado asuntos pendientes que después reclaman su pago con creces. Hoy toca asumir las consecuencias y actuar para cambiar los resultados. Mis finanzas, mi trabajo, muchos de mis proyectos están en ese estatus. Hoy es momento de cambiarlo y dejar de perder el tiempo en pendejadas y asuntos que me distraen de mi objetivo.

Ahí es cuando el corazón pasa, por fin, a segundo plano... cuando decido que el dolor del desengaño no será un motivo más para hacerme perder la concentración y el enfoque de lo que es verdaderamente importante para mí. Me toca aceptar la realidad y sus consecuencias. ¿Qué si R me mintió todo este tiempo? Yo quise creerle, porque en el fondo ansiaba que algo fuera cierto. Él será lo que sea, pero a mí me toca aceptar mi parte de culpa en esto, asumir las consecuencias y actuar por medio del perdón: perdonarlo a él por todo este dolor innecesario, y perdonarme a mí por permitirme la debilidad de querer creerle.

No hay más. Y al poner las cosas en perspectiva, lo importante se hace tan evidente que de manera natural empiezo a rechazar lo que me aleja ahora de conseguir mis objetivos y me empiezo a liberar de las cargas innecesarias. Viene el perdón, sí, y con ello el deseo de actuar de otra manera y cambiar mi escenario actual.

La vida está a punto de dar otro giro y a mí me toca estar preparada para recibir las bendiciones que vienen en camino...

Wednesday, October 06, 2010

Mi turno de batear

Ayer leí lo siguiente en el facebook de un amigo:

"En la Vida, como en el juego de Base Ball, cuando creas que vas perdiendo y te van dando una paliza, cuando sientas que todo está perdido, piensa que sólo te ha tocado estar en el campo... Ahora te toca batear".

En realidad no soy aficionada del baseball, pero creo que una metáfora así cualquiera la puede entender.

Estas últimas semanas he pasado por muchas cosas, se me juntó todo: asuntos personales, familiares, de dinero, laborales... mis propias luchas entre mis deseos y voluntades contra lo que es, lo que debe ser.

Toqué fondo. Pero la buena noticia es que una vez que se ha llegado al fondo no se puede bajar más. Además, es más fácil impulsarse para volver a subir; así que de aquí pal real ya no queda más camino que hacia arriba, hacia adelante.

Dice otra frase conocida que aún una patada en el trasero te impulsa hacia adelante. Alguna vez escuché ese mismo concepto con otra redacción; alguien me dijo que cuando veas que te viene una patada de frente te voltees y te prepares, pues eso te proyectará hacia el frente con fuerza, así que hay que tomar ventaja de la situación.

Por mí ya estuvo bueno. Ya me cansé de lo que me ha tocado vivir. Volviendo a la metáfora del juego, me ha tocado ver cómo la vida a mi alrededor lanza pelotas, poncha a mis jugadores; mis lanzamientos no han sido buenos, no he atajado las pelotas en el campo y he visto cómo el contrario ha aumentado sus puntos home run tras home run.

Pero ya estuvo. Es mi turno de batear. Y que la vida se prepare a pagar porque ésta vez estoy dispuesta a sacar la pelota del campo.

Monday, October 04, 2010

Sigo siendo aprendiz...

Soy experta en que se me rompa el corazón, la verdad. Me lo rompo yo sola y luego, aprendida la lección, tomo los pedazos, los uno y luego los vuelvo a romper; al fin, ya sé cómo volver a pegarlos. Pero esta última lección la verdad me dolió mucho y no estaba muy segura de por qué... hasta que dí con la clave.

En realidad, siempre se me había roto el corazón por andar de enamoradiza, clavándome con hombres que no me convenían y metiéndome en historias que no eran más que "Crónicas de una muerte anunciada". Sin embargo, ésta última vez salió de mis esquemas...
Todas las anteriores era como cuando se rompe un juguete, o un jarrón, y lo pegas y al rato se vuelve a caer o se despega... pero siempre se rompe del mismo lado, o tal vez encuentras de pronto una nueva despostillada, pero a final de cuentas son siempre los mismos pedazos, el mismo motivo de fondo.
Quiero decir: siempre me he dejado llevar por el corazón pero a final de cuentas se trataba de relaciones en las que sí me correspondían. Tal vez sólo por unos instantes (semanas, meses o años) pero el objeto de mi amor también me quería... a su manera, pero me quería. Haciendo recuento de ello, así ha sido: mi novio de la universidad, el papá de mi hija y hasta el colombiano, en su momento su corazón estuvo conmigo y hallaron la forma de hacérmelo saber. Y cuando me quisieron me lo demostraron e hicieron cosas por mí, para hacerme sentir importante y querida.
Al final las cosas no funcionaron, pero siempre queda el consuelo de saber que en algún momento en la carrera de la vida fuímos juntos, de la mano. Alguno se tropezó, se adelantó o se rezagó y la unión se rompió... soltamos manos y nos separamos. Ni hablar, así es la vida. Pero creo que en realidad no me había tocado jugar con alguien que rompiera corazones sin motivo... hasta ahora.

Fue tan diferente para mí que en verdad no me lo esperaba. Es decir: siempre supe quién era él, pero acostumbrada como estoy a decir las cosas como van, y recibir lo mismo a cambio, no me esperaba que me mintiera con tanta maestría.

No sólo eso. La verdad es que me costó mucho trabajo entenderlo porque yo no puedo jugar con los sentimientos ajenos. Tal vez por lo mismo de que soy tan intensa y porque sé lo que duele, y reconozco el valor de un corazón y de un sentimiento sincero, creo que es una gran responsabilidad cuando te ponen un corazón en tus manos y lo menos que puedes hacer es decirle a la persona enamorada que no le correspondes.

Sí, se le va a romper el corazón de todos modos, como cuando le pasas una taza de cristal y se resbala y se cae al suelo. Pero no es lo mismo ese 'accidente' a tomar un objeto y jugar con él, llevarlo por ahí y lanzarlo al aire a ver qué pasa, hasta que finalmente se cae y se destroza... siempre insistiré en el tema: simplemente no se vale.
Yo no estaba acostumbrada. Pensé que por ser honesta me libraría de una situación en la que me quisieran vender una historia diferente... pero no fue así. De modo que, además del dolor del desamor me viene el desconcierto, el golpe de la traición, la fría sensación de una cubetada de agua helada al abrir los ojos a las mentiras... tal vez sea eso lo que más duele: la pérdida total de la confianza... y ésa es de fondo la razón por la que en verdad no quiero verlo.

Sí, duele el ego. Duele el amor... y el desamor. Pero duele más el golpe a la confianza... el abrir los ojos a una nueva lección. Ésta vez me topé con un corazón roto en pedazos que no conocía. Tuve que hallarlos todos, buscarles la forma para saber si ya lo tenía completo o no... y al final hallé la pieza que me faltaba: me siento, como nunca antes, traicionada.

Si bien es cierto que siempre supe cómo era, también es verdad que él me dijo lo que pensó que yo quería escuchar y me retuvo a su voluntad durante un tiempo. Nada de lo que dijo al final era cierto... y si algo hubiera de verdad en sus palabras, hoy ya no le creo nada. Por eso duele. Me siento como ese niño pequeño que lleva un globo en las manos, feliz de la vida, y alguien se lo pide... con recelo se lo presta, sólo para ver cómo esa persona saca un alfiler y lo revienta. Entre las lágrimas de tristeza, si uno contempla bien al chico podrá ver sus ojos abiertos en un desconcierto total.

Así me pasó. No entendía... no entiendo aún por qué alguien puede tomar un corazón y romperlo sin más, para después irse sin explicación ni disculpa. Y este último punto me lleva a mi conclusión: a pesar de que he dicho que ya lo perdoné, en realidad nunca he sentido su disculpa como algo sincero, y eso me lastima.

Vuelvo al punto de origen: en ocasiones anteriores jugué la ruleta rusa a sabiendas de todos los riesgos. Y cuando reventó la bala, mi contraparte fue lo suficientemente sensible para disculparse por lo que de su lado estuvo mal. Nos perdonamos y seguimos. No así esta última vez, y no me caía el veinte de ello hasta ahora. Por eso me cuesta cerrar este capítulo. Así que al final aquí estoy, tratando de cerrar heridas y de unir pedazos, esperando una disculpa que tal vez nunca llegará... una dura lección me tócó aprender...