Monday, February 26, 2007

Boca cerrada con mucho que decir

Cuando tenía unos once años tuve la oportunidad de dar mi primer beso, nada más y nada menos que a quien fue mi amor platónico durante toda mi niñez y parte de mi adolescencia. No lo hice. Me quedé paralizada, muerta de miedo y de nervios, emocionada por la posibilidad de convertir en realidad mi sueño, pero al verme rodeada de todos nuestros vecinitos me cohibí.
Estábamos jugando a la botella y todos sabían que yo moría por él. Hasta él lo sabía... ¿cómo no lo iba a saber, si siempre he sido tan obvia? Creo que por miedo y nervios envío las señales equivocadas, pero es sólo cuestión de descifrarlas para que se vea la evidencia, clara como la escena de un crimen para un analista forense.
En fin, volviendo al punto, alguno de mis vecinitos decidió hacer realidad mi fantasía y de castigo me tocó darle un beso de lengüita (uuuy sí, ¡vaya castigo!). Lo que nadie sabía era que yo aún no había besado así. No sabía hacerlo y me aterró la idea de quedar mal, me cohibía en exceso hacerlo frente a los demás y encima él me gustaba tanto que yo a duras penas podía pensar con coherencia.
Mi organismo entonces activó un mecanismo de defensa que ha venido saboteando mis grandes momentos desde entonces, desde antes, desde siempre... Me negué a darle el beso y lo hice sólo de piquito. La bulla de mis vecinos me abochornó y terminé por irme a casa, donde me la pasé toda la noche dándome de topes contra la pared por no haber tenido el coraje para besar al chico de mis sueños.
Con el tiempo, la historia se ha repetido. Justo cuando llega el momento de tomar una decisión fuerte en el terreno sentimental aplico la retirada, cedo el campo, llega alguien más y lo toma. Y después me arrepiento por meses y años por no haberme lanzado con todo, por no tener siquiera el valor para confrontar a la persona y decirle lo que me pasa.
Y me pregunto, si la vida está hecha de decisiones, ¿qué tan diferente sería mi vida si en cada encrucijada del camino hubiera tomado la decisión que indicaba mi corazón y no mi cobardía? ¿Qué tan distinta sería mi historia? ¿Dónde estaría hoy? ¿Cuántos besos no habría perdido? ¿Cuántas veces me habría roto el corazón por algo real y no por haberme salido del camino sin andarlo siquiera?
A últimas veces he querido regresar al sendero tras darme cuenta de que ya volví a sabotearme. Algunas veces funcionó, pero la mayoría no. No se puede ir por ahí dándole alas a la gente para después mandarlos a volar y finalmente decirles que regresen. Muchos pensarán, ¿cómo pa' qué? ¿Para que me la vuelvas a aplicar? Y lo peor es que es cierto... por mucho que lo intente hay una alta posibilidad de que me invada nuevamente el temor y me encierre otra vez en mi fortaleza.
A final de cuentas, tal vez no soy más que la personificación de lo que tanto critico: esa princesa ilusionada que espera en lo alto de una torre que un valiente caballero la rescate, sin importar el tamaño del dragón con el que debe de lidiar. Creo que soy un poco como Fiona: tengo mi parte de ogro pero también vivo el sueño de todas las princesas. El punto es, como dice la publicidad de El Palacio de Hierro, que cada día hay menos príncipes.

Sunday, February 25, 2007

Como bola de cristal

Yo siempre he dicho que soy muy transparente. Un espejo no refleja mejor que mi rostro lo que siento, y en mi alma se leen mis intenciones como a través del cristal de una ventana... o al menos eso creo yo.
Pero últimamente pienso que ese rasgo mío no solo permite leer el presente y el pasado, sino mis planes a futuro. Me cuesta trabajo guardar mis propios secretos y ahora ardo en deseos de hacer del conocimiento público un par de proyectos que traigo en mente.
Espero que se concreten pronto, y entonces les contaré en qué ando.
Un abrazo.

Tuesday, February 13, 2007

Una boda muy puerca

Hoy leí en la síntesis gratuita que distribuye el diario Crónica que un taiwanés loco llevó a una pareja de cerdos a casarse. El sr. Xu Wenchuan, de hecho, lanzó una convocatoria para conocer cerditas dispuestas a casarse con su puerco, Xu Fuge. Los dueños de 10 cerdas respondieron el anuncio, y la afortunada ganadora fue Huang Chichi.
Así, Xu Fuge y Huang Chichi fueron llevados ante un cura, quien les dio la bendición (osea... ¿cómo?).
Ora resulta que hasta los cerdos tienen más probabilidades de casarse que yo.

Sunday, February 11, 2007

Kilómetro 31

Recién fui a ver esta película nacional y, fuera del final, me gustó. Está bien actuada y la producción no le envidia nada al filme español El espinazo del diablo. La verdad, los fantasmitas están de "no manches" y, como dice un amigo mío, los sustos están a la orden del día.
Hay cosas que mi lógica no entiende, pues la neta si yo viera un fantasma, me hago en los calzones y salgo corriendo. Pero, como en toda buena película de miedo, aquí no faltan los valentones que les da por investigar solitos...
Tal parece que hay una segunda parte, que a mi juicio no es necesaria, tal como la cuarta parte de la saga de saw (Juego macabro). Así que esperemos a ver qué nuevas sorpresas nos traen del inframundo.

Friday, February 02, 2007

Entre la locura y la lucidez

Ayer leía en una presentación de las que circulan por internet que la lucidez es un acceso de locura al contrario. Y en la manteleta del restaurante donde comí hoy leí una frase que me gustó mucho. No me pregunten por el autor, que no lo recuerdo, pero decía así: "el amor es como Don Quijote, cuando recobra la cordura es que está para morir".
Bien, un rayo de esperanza. A pesar de mis accesos de locura, tengo fé en que recobraré pronto la cordura...