Thursday, September 15, 2011

¿Que viva México?

Pues no, este año no me siento nada patriótica. Sí, amo a mi país, pero justamente por eso creo que no hay mucho que festejar hoy. Es triste ver cómo la política, el narco, la delincuencia, la corrupción y sobre todo la indiferencia van haciendo de este hermoso y rico país algo cada vez más decadente.

Por donde quiera que uno vea hay gente corrupta, racista, sucia y altanera, que se la pasa hablando mal de México y su gente pero que no es capaz de hacer algo por mejorar, empezando por uno mismo. Son los típicos que se quejan de la impunidad y los impuestos pero tiran basura en la calle, se estacionan en doble fila, dan mordidas, obstruyen el paso para los discapacitados y se agandallan en el supermercado.


Ah, pero que no juegue la selección nacional de fútbol porque entonces el patriotismo anda a flor de piel: visten con orgullo la playera verde, se pintan la cara tricolor y andan por la calle gritando "¡México, México!" mientras zumban las trompetas o le dan al claxón con todo lo que da. Ámonos todos al ángel a festejar el empate del Tri, o que goleamos a un pequeño país africano... el chiste es festejar, ¿no? ¿A quién le importa que horas después los trabajadores de limpieza se encuentren con botellas de alcohol, papeles, basura y hasta vómito de borrachos en tan honrado monumento? Para eso trabajan, ¿no?

Y mientras tanto, el narcotráfico y el ejército traban batalla, mueren miles de personas en casi todos los estados a causa de las guerrillas y la delincuencia organizada, y otros tantos cientos fallecen por hambre, falta de servicios médicos y como consecuencia de los desastres naturales. Pero dale, vamos a chupar, a embriagarnos y a gritar ¡Viva México cabrones! como si al sonar de esa grosería nos hiciéramos más mexicanos.

Qué triste, pero no... Mexicanos de verdad seremos el día que nos preocupemos de verdad porque nuestros impuestos se utilicen para proporcionar servicios médicos de calidad para todos; el día que rechacemos que nos pongan nuevos y ridículos impuestos absurdos como el IEPS que afectará la productividad de las empresas; el día que seamos conscientes de que el papelito que cada uno tira en la calle, multiplicado por 8 millones de habitantes, produce una contaminación severa; el día en que nos indignemos cuando veamos a funcionarios corruptos y exijamos su destitución, que no demos mordida, que nos preocupemos por el nivel educativo, que nos ocupemos en trabajar y ser productivos, que tengamos educación cívica al conducir, el día que no apliquemos la de "el que no tranza no avanza"...

Ése es el México que quiero para mi hija. Ése es el México que yo me esfuerzo en ayudar a construir, por el que oro y por el que me enorgullezco. ¡Por Dios! Este país está tan lleno de riquezas naturales, de tradiciones, de buenas costumbres, de gente noble, de personas que seguimos creyendo en la familia, el trabajo y los valores... de gente que sabemos que no hay un sólo candidato (o pre-candidato) a presidencia que valga la pena -ni partido político honorable- pero que estamos dispuestos a seguir luchando por hacer de este país la nación grande que puede llegar a ser... que siempre ha sido.

Si tan sólo dejáramos de conformarnos, si dejamos de festejar el pan y el circo de los cotos de poder que controlan la economía a su antojo, si nos enfocamos en exigir resultados de nuestros funcionarios y buscamos a Dios; si nos concentramos en dar cada quien lo mejor de nosotros y en ayudar a los que nos rodean, si entendemos que el cuidado del agua, el medio ambiente y la ecología hablan de nuestra cultura y reflejan nuestra conciencia social; si exigimos más y mejores empleos, mejor educación y mejores servicios de salud en vez de esperar -y contemplar tranquilamente- que se gasten miles de millones de pesos en la construcción de efímeras playas, albercas, árboles de navidad y pistas de hielo... si tan sólo todos fuésemos conscientes del enorme potencial y el valor de este hermoso país, otra sería la historia.

Pero para eso, hay que creérsela. Y yo sí creo en México. Y sí estoy dispuesta a gritar a voz en cuello ¡Que viva México! Sí estoy dispuesta a usar los colores patrios, a cantar completito el himno nacional y hacer honores a la bandera, pero no sólo hoy, no al calor de unos tequilas y acompañando la frase con mentadas de madre... No.
Que viva México, sí, pero todos y cada uno de los 365 días del año, que viva en nuestros corazones y en nuestras acciones, y que digamos con la frente erguida: "qué orgullo de ser mexicano". Así sí da gusto sentarme con mi hija a continuar las tradiciones y gritar con ella una vez más: "¡Viva México!"