Wednesday, September 29, 2010

¿Estás viendo y no ves?

Dice el nick de messenger de un amigo: "Las verdades evidentes son las más difíciles de reconocer. Son como los bosques: no los ves porque los tapan los árboles".

Me quedé pensando en esta metáfora... ¿cómo no ver un bosque? Una extensión llena de árboles, de verde, se ve desde kilómetros de distancia...

Y entonces caí en la cuenta... no se trata de ver el bosque desde arriba, desde el aire o desde una posición que favorezca la vista... es cuando estás metido dentro de ese bosque que no lo puedes percibir en toda su plenitud. Sólo puedes ver los árboles que te rodean.

Es entonces que no distingues qué tan extenso es, si está rodeado por ríos o barrancas, si hay caminos bloqueados por rocas o si estás caminando en círculos... sólo ves árboles y árboles y de pronto todos te parecen iguales.

Tal vez es un poco exagerada esta aseveración, pero me queda claro lo que quiere decir la frase de mi amigo: es como cuando tienes algo justo frente a tus ojos y no lo quieres ver... muy al estilo de "¿estás viendo y no veeeees?"

Definitivamente hay cosas que no queremos ver, que no importa qué tan claras se presenten ante tí es mejor cerrar los ojos y quedarte con la vista reducida, porque ese panorama pequeñito representa sólo una parte de la realidad... la parte que queremos vivir... la parte que no duele, con la que es más fácil lidiar, dentro de ese mundo pequeñito que queremos pensar que es lo único que hay, porque al final, insisto, cuando se ve la realidad en todo su esplendor, ya no se puede actuar como quien no ve o como quien no sabe.

Así, de pronto, es más fácil dejarse llevar por lo cercano, como en los toros... quien los mira desde la barrera tiene una apreciación general, pero quien está en el ruedo no ve más que al toro, y tantito se descuida se expone a una cornada que bien puede resultar letal.

Y entonces, nos dejamos llevar por lo que vemos en corto y sobre eso tomamos decisiones... y resulta que, muchas veces, claro, no son las mejores decisiones y no hacen más que meternos más y más en la espesura de ese bosque. Si en verdad queremos salir, requerimos una brújula o escalar a un sitio alto que nos permita ver todo el panorama... pero la pregunta aquí es ¿en verdad queremos salir?

Sunday, September 26, 2010

Mea culpa...

Una de las cosas más difíciles de sobrellevar es reconocer la culpa... siempre es más fácil echarle la culpa a los demás, aunque en el fondo sepamos que las cosas serían distintas si nosotros hubiésemos hecho o dicho algo de manera distinta.

Hoy fui al parque México con Vale y unos amigos. Ella y su amiguita hicieron unos vitrales... no es por nada, pero el de mi hija quedó bien bonito... como que se le dan las manualidades, je.

Cuando terminaron, les dieron ganas de ir a brincar a un brincolín, así que caminamos al otro lado del parque. En el camino me di cuenta de que Valeria llevaba el vitral como charola de mesero, así que le recomendé que lo sostuviera por las orillas con ambas manos, para que no se le cayera. Ella se volteó y me dijo algo así como que no era tonta y podía llevarlo sin problemas.

Decidí callarme para no echarle la sal, como dicen por ahí. Pero ahora comprendo por qué las mamás se vuelven tan insistentes sobre cierto tema. Es odioso saber que algo puede pasar y que eso tan temible suceda al fin.

En un descuido, la amiga de Vale pasó corriendo junto a ella y le empujó la mano en la que llevaba el vitral, el cual salió volando y cayó en el piso. Yo temí lo peor, aunque respiré cuando vi que no se hizo añicos. Sin embargo, no se salvó. Ahora ostenta una rajadura que lo cruza de lado a lado justo por la mitad. Obviamente nunca volverá a verse bien.

Esto le dolió mucho a mi hija, porque puso todo su empeño y desde la semana pasada estaba muy emocionada por pintar su vitral. Inmediatamente empezó a llorar y culpar a su amiguita del accidente, pero lo cierto es que ella también tuvo su parte de culpa en esto, pues yo ya le había advertido lo que podría suceder.

Aunque en ese momento logré tranquilizarla y pasamos el resto de la tarde a gusto, cuando llegamos a la casa y volvió a ver su vitral el entró el sentimiento otra vez y estuvo un muy buen rato llorando en la cama antes de conciliar el sueño, culpando a su amiga hasta de la contaminación global (neto, no estoy exagerando...)

Yo opté por salirme de la recámara y dejar que finalmente el sueño la venciera, pues ya me estaba enojando que dijera que la próxima vez ella le tirará el vitral a su amiga, para desquitarse. Se que se le pasará y que no lo hará, pero por lo pronto le dolió mucho lo que pasó, porque su vitral nunca se verá como nuevo y porque seguramente en el fondo reconoce, muy a su pesar, que es cierto que si ella me hubiera hecho caso su vitral no se habría roto.

Sin embargo ya sucedió y no hay cómo repararlo... así que le resulta más sencillo buscar culpables en vez de reconocer que ella también tuvo su parte de responsabilidad.

Al final, creo que así somos todos en realidad. En todo momento de la vida siempre es más fácil repartir culpas antes que aceptar que podríamos haber hecho las cosas de manera distinta, y que si algo se echó a perder fue también porque no hicimos o dijimos lo que debíamos en el momento adecuado.

Triste lección para mi hija, la de hoy. Para mí, un recordatorio de cómo funcionan las cosas en la escuela de la vida. A final de cuentas, yo le sigo aprendiendo a ella...

Wednesday, September 22, 2010

Tan simple como eso...

Estos días he platicado con varios amigos (y amigas, para hacer la diferenciación de géneros como nos enseñó nuestro ex presidente Fox) sobre las relaciones. ¿Qué nos lleva a acercarnos a alguien? ¿Por qué nos enamoramos de alguna persona en particular aún cuando no sea conveniente para nosotros? ¿Qué nos motiva a aguantar a pesar de que nos hacen daño?

Razones hay muchas, pero al final, después de desmenuzar los argumentos, todo se reduce a causas muy simples.

Hablábamos sobre la carga genética, sobre ese código interno que nos mueve a sentirnos atraídos subconscientemente por tal o cual persona, por determinadas características; hablamos también del equipaje socio-cultural y familiar que cada individuo carga y cómo, en relación con nuestro código genético, actúa a favor o en contra de nuestras decisiones amorosas.

Pero más allá de esas fuerzas naturales que nos llevan a tomar cierto camino, también hay razones que nos mueven a quedarnos aún cuando vemos que las cosas no están funcionando como debieran.

De pronto he visto de cerca historias de hombres y mujeres que aguantan, que se quedan, que siguen luchando a pesar de que todas las circunstancias están en contra... incluso cuando el mismo objeto del amor demuestra con sus acciones que no está enamorado. ¿Por qué seguir?

Causas hay muchas: rebeldía, obsesión, una patética dependencia, baja autoestima, necedad, ceguera, miedo a la soledad, amor...

Rescatando las pláticas, puedo resumir que a veces sabemos lo que hay, pero mientras no nos conste preferimos hacer como que no lo vemos, porque una vez que reconocemos la realidad no nos queda más que actuar, ya sea asumiendo la realidad como es y aceptándola, o negándonos a asumirla y separándonos de lo que consideramos incorrecto.

Creo que muchas personas tratan de cerrar los ojos porque el camino que sigue es de todos modos doloroso. Decía una de mis amigas que una vez que se ve la realidad una ya no se puede hacer ni la loca ni la pendeja, y tiene razón. Podrás seguir con esa pareja que te es infiel o que no te trata bien, pero ya no puedes inventarle mil pretextos para justificar su comportamiento, simplemente queda asumir las cosas y aceptar que si uno ama a la persona en verdad y quiere pasar tiempo con ella, tendrá que hacerlo a sabiendas de que el corazón de su amado no le pertenece y no queda más que aguantar.

La alternativa no es menos dolorosa: si uno decide cortar de tajo porque le parece inaceptable seguir con una persona que lo hace sentir mal, eso no quiere decir que el sentimiento se va a ir inmediatamente. Es como cuando un miembro del cuerpo se empieza a engangrenar... sabemos que tarde o temprano hay que cortarlo. Podemos hacer como que no pasa nada pero es obvio que se está muriendo. Podemos intentar salvarlo pero si nada funciona, hay que cortarlo, y entre más tiempo pase, más se va a extender la enfermedad y tendremos que cortar más.

Pero cuando cortamos sigue doliendo. Duele aunque no esté: duele la herida, duele la ausencia de ese miembro. Entra uno en síntoma de abstiencia como drogadicto y viene la desesperación, la ansiedad de buscar ese brazo y volver a colocárselo aunque esté muerto y podrido. No, el hecho de que uno decida que no quiere agonizar lentamente por seguir en una relación no quiere decir que se deje de sufrir. Al contrario, tal vez sea más fuerte y más doloroso... al menos hasta que se supere el síndrome de la abstinencia... y las consecuentes recaídas.

Así que en resumen, para quitarle lo complicado a esto de las relaciones, creo que finalmente sólo queda decir que las relaciones se construyen (o destruyen) por una combinación de factores simples: necesidad, soledad, compañía, intereses en común, dependencia, mediocridad, deseos de superación, sueños compartidos, cariño, pasión, lujuria, rebeldía... la mezcla adecuada de factores hace que entonces haya parejas que sobreviven más allá del entendimiento: el macho y la sumisa, el necesitado y la aprovechada, el sádico y la masoquista... No hay más a qué buscarle.

Yo por eso ya no le busco mil razones a lo que siento. Reconozco que mi caso hoy en día se reduce a motivos que van más allá de mi comprensión. Me encuentro extrañando como loca a un hombre que no me conviene, a sabiendas de que no podemos estar juntos porque me hace daño. Pero... ¿y qué? Saberlo no me quita el sentimiento. Y no importa cuánto me diga que no debo volver, no puedo negar que hoy que supe de él mi corazón se tranquilizó y hasta se alegró, después de varios días de inquietud.

No puedo negarlo. Por errado que sea este sentimiento aún lo tengo clavado. Aún me sigue llevando a oscuras cavernas el no tener noticias suyas, y una sola señal de su parte, por pequeña que sea, me devuelve la calma, el sol y la sonrisa.

Y sí, claro que tengo mejores opciones, pero ¡qué diablos! Este tonto corazón no sabe de balanzas ni conveniencias. Bien dicen que el amor es ciego y la locura es su guía. Y bueno, hoy por hoy, sigo loca y tontamente enamorada de un mujeriego.

Y a veces, sólo a veces, quisiera no haberme dado cuenta de la realidad y vivir como hacen muchas otras mujeres, felices en su ceguera, negando para sí los momentos de dolor a cambio de unos ratos de plenitud con el hombre que aman.

Lo malo, en mi caso, es que ya no puedo hacerme la loca ni la pendeja; no puedo cerrar los ojos a la verdad, y me sé tan valiosa que no me puedo conformar con migajitas de cariño. Abrir los ojos forza a tomar decisiones... y yo he tomado la mía... pero, ¡por Dios, cómo lo extraño!

Saturday, September 18, 2010

No soy yo, eres tú

Hoy estuve en una comida por el cumpleaños de un amigo y durante la conversación surgió un ejemplo magnífico de las cosas que no queremos ver cuando nos enamoramos, aún cuando brillen más que el sol en una playa en pleno verano.

Resulta que hay una chava que hace varios años tiene un novio que la trata mal, se han peleado muy seguido a lo largo de este lapso, han terminado y regresado. En una de esas, ella llegó llorando a casa diciendo que lo descubrió siéndole infiel... pareciera que al final ahí terminaría la historia. Pero no. Resulta que después de volver a verlo ella regresó convencida de que ¡todo había sido producto de alucinaciones suyas!

Quedé boquiabierta cuando escuché la narración. Definitivamente hombres así se merecen una ovación de pie por conseguir que todas las pruebas y evidencias se vean tan borrosas que no puedan resistir los argumentos que prueban su inocencia y al final resulta que hasta disculpas reciben por parte de las celosas mujeres que ponen en tela de juicio su relación.

Sí, he conocido gandallas, la mayoría cínicos. Al menos en esos casos existe la oportunidad de que sea la mujer quien decida lanzarse al ruedo a sabiendas de que tendrá que lidiar con celos y con la certeza de saber que el objeto del cariño se reparte entre muchos brazos.

Existen también los que a pesar de ser infieles y mujeriegos tratan de ocultar las evidencias, son cuidadosos en sus acciones y sus palabras, de modo que no haya asomo de celos, y si lo llega a a haber tengan los argumentos para tranquilizar a sus mujeres.

Pero aquéllos que son capaces de ser cínicos y encima hacer creer a la mujer que ese beso apasionadísimo que le estaban dando a la vecina no era más que un acto altruista de darle respiración artificial tras el desmayo que la vecina sufrió por usar un ajustado corsé, y que las manos en el pecho no era porque la estuviera acariciando sino que estaba tratando de abrirle el corsé para que pudiera respirar... bueno... me quito el sombrero.

Ahora sí que "no soy yo, eres tú"... verdaderamente loable.

Pero más sorprendente es que existan mujeres que a pesar de tener toda la verdad frente a sus ojos prefieran cerrarlos, voltear a otro lado y creer la gran mentira que se les presenta como si fuera verdad.

Al final, cada quien tiene lo que quiere. Recuerdo mucho cuando conocí al papá de mi niña, él solía decirme: "aquí no encontrarás petróleo", y decía esto con la intención de hacerme ver quién era y que no hubiera desencantos después, porque siempre insistió en que las cosas están ahí visibles para quien quiera verlas. Y tiene razón.

A final de cuentas, él sabe de lo que hablo... hoy domina el arte de voltear las cosas, de confrontar a las mujeres y confundirlas aún cuando están ciertas de algo, al grado en que dudan de lo que han visto o escuchado y terminan quedándose con él.

Al jugar en los terrenos de hombres así es cuando hasta la mujer más inteligente queda en jaque, y si el corazón domina y la razón se pierde, bueno, eso explica por qué hay tantas mujeres que son capaces de aguantar un hombre compartido. Supongo que hacen falta mucho más que huevos y convicción para dejar atrás a hombres tan encantadores...

Thursday, September 16, 2010

200 en el bicentenario

Hoy se celebró en México el bicentenario del inicio de la Independencia. Sí, el inicio, no la independencia en sí. Esa debería celebrarse el 27 de septiembre y festejaríamos el bicentenario hasta dentro de once años, en el 2021... Pero bueno, dos siglos después ¿cómo cambia uno la fecha en que tradicionalmente se festeja?

Esta tremenda errata en la fecha no es la contradicción más grande de nuestra historia. Pensaba escribir muchas cosas al respecto pero ayer leí un mail muy interesante, un artículo de Juan Miguel Zunzunegui, que lo dice todo.

Lo reproduzco tal cual como homenaje a esta celebración. Aprovecho para comentar que este es también mi post número 200. Lo reservé a propósito para coincidir con esta fecha. Así pues, festejemos los 200 por partida doble. Les dejo la lectura, espero les deje mucho en qué pensar.

MASIOSARE: UN EXTRAÑO ENEMIGO
Por Juan Miguel Zunzunegui

Masiosare, ese extraño enemigo del que se hace mención en nuestro himno nacional, ha reaparecido y está nuevamente entre nosotros: profanó con su planta nuestro suelo y está listo para destruir a México.

Lo triste es que Masiosare es extraño pero no extranjero y de hecho ha estado eternamente entre nosotros; el principal y más terrible enemigo que ha tenido por siempre el mexicano y es el mexicano de al lado, dispuesto a hacerlo pedazos.

Los mexicanos tenemos esa terrible y maravillosa tendencia a achacar todos nuestros problemas a alguna misteriosa y maquiavélica fuerza ajena a nosotros: perdemos el mundial porque el árbitro está en contra nuestra; en las olimpiadas los jueces de la caminata están en contra de los mexicanos; Fernando Platas no le cae bien a los jueces de clavados y por eso lo califican mal; seríamos ricos si los españoles no nos hubieran conquistado; seriamos potencia si los gringos no nos hubieran quitado el territorio del norte y hubiéramos ganado el mundial del 94 si Mejia Baron hubiera hecho los cambios y metido a Hugo Sánchez. Por supuesto, López Obrador hubiera ganado si no fuera por el complot de la derecha internacional orquestado, con el cariño de siempre, por el osito Bimbo.

Nunca se nos ocurre pensar que los problemas de los mexicanos pueden ser culpa de los mexicanos, principalmente porque somos enemigos unos de otros. En casi todos los países del mundo, el ataque de un extranjero provoca la unión del pueblo por más dividido que esté. Aquí nos divide mas.

El presidente de TODOS los mexicanos (aunque hayan votado por otro (partido) se llama Felipe Calderón. El señor se fue a una gira por Europa que tuvo bastante éxito y en la que desde luego nos dejó mucho mejor parados que su antecesor. En esta gira hubo cosas interesantes, se promovió al país, se le dio buena imagen, se dio confianza al inversionista. .., pero las noticias en México le dieron más importancia a los berrinches del Mico Mandante Chávez.

Calderón, representante de todos los mexicanos, habló de unidad en Latinoamérica por encima de izquierdas y derechas.

Mico Mandante Chávez no perdió oportunidad para arremeter en su contra, insultarlo y burlarse de él y por tanto, del pueblo de México.

De inmediato los diputados y senadores del PRD y otros partidos hicieron la 'Cargada'. .. , pero del lado del Venezolano: es necesario restablecer la relación con Venezuela, sin importar los insultos que su presidente inflija al nuestro.

Hace poco el señor Bush habló ante su parlamento, dominado por la oposición. Fue presentado por la presidenta parlamentaria, de oposición también, quien en vez de tomar la tribuna y manchar de café su bandera se dirigió a los presentes diciendo: 'Tengo el honor de presentarles al presidente de los Estados Unidos de América'. No lo quieren, es su enemigo, su oposición, no es popular, pero es el presidente.

Aquí lo obligamos a entrar a escondidas a la Cámara.

Calderón va a España a hablar con el presidente Zapatero y ese mismo día se le adelanta el líder de su propio partido, un loco, radical, megalómano ansioso de salir en los medios; para decir que Zapatero hace mal las cosas y que en realidad no está combatiendo el crimen organizado y el terrorismo.

Esos errores no son casuales. Enemigos internos. 'Fuego amigo'. Ya ni hablar del gabinete alterno que dentro del PAN están formando los ex funcionarios, como Abascal, Derbez y el mismísimo Fox. ¡Señores, ya se les acabó su sexenio, hay que cerrar el ciclo, pasar a lo que sigue.
Maduren!

Fox era muy malo para la diplomacia, terrible; pero lo que le hizo Castro de grabarle conversaciones y publicarlas es una canallada, digna eso si, de un dictador senil. Los diputados y senadores de la oposición fueron al monumento a José Martí a colocar una ofrenda al pueblo cubano en desagravio.. ., ¡y nuestro agravio... ¿qué?!

Hace cien años decía Porfirio Díaz: la razón por la que le va mejor a Estados Unidos es que una vez que alguien gana la presidencia, el pueblo y los políticos se le unen para trabajar por la nación. En cambio en México, en cuanto alguien toma el poder, todos, enemigos y
antiguos amigos, se ponen en su contra. Eso fue hace cien años y pudo haber sido dicho ayer.

Mexicanos al grito de guerra... pero entre nosotros. Y este es el meollo del asunto, nos atacamos entre todos cuando deberíamos unirnos porque es una costumbre histórica heredada de generación en generación. Cuando México firmó su acta de independencia, el 27 de septiembre de 1821, nuestro primer día como nación libre, comenzaron los golpes. Unos querían un imperio, otros monarquía.

De ellos, cada quien con un rey distinto, Otros más se decantaban por la república, pero unos la querían federal y otros centralista. Eso nos hizo pelearnos todo el siglo XIX.

Cuando por fin los más importantes paladines de la independencia se pusieron de acuerdo, formaron un congreso que nombró emperador a Iturbide como Agustín I; al día siguiente, aquellos que pelearon a su lado ya peleaban en su contra. Nuestro primer presidente, Guadalupe Victoria, encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Vicente Guerrero, quien al llegar a la presidencia encontró a su peor enemigo en su vicepresidente, Anastasio Bustamante. Otros grandes antagonistas fueron Benito Juárez y Sebastian Lerdo de Tejada, siempre que fueron fórmula de gobierno.

Y esa tan lamentada invasión gringa en la que perdimos medio territorio todo mexicano la recuerda, pero casi ninguno conoce los pormenores. Mientras los ejércitos invasores avanzaban por territorio nacional nuestros líderes se peleaban entre si por el poder. Dos Marianos eran los protagonistas políticos de la época; el presidente Mariano Paredes,
al mando del mejor ejército del que México había dispuesto en su historia, en vez de defender a la nación de la invasión lo usó para conservar el poder. El otro Mariano; Salas, estaba en la capital proclamando la monarquía. Los yanquis desfilaban sin mucho disturbio a Palacio Nacional.

Y en la famosa Revolución Mexicana todos nuestros 'héroes' se mataron entre si. Todos han pasado a la historia como buenos y tienen sus nombres en oro en el Congreso; pero el héroe Carranza mató al héroe Zapata, el héroe Obregón mató a los héroes Villa y Carranza y el héroe Plutarco Elías Calles mató al héroe Obregón. Por cierto que el héroe Calles fue expulsado del país por el héroe Cárdenas.

El proyecto de Guerrero era quitar a Victoria, el proyecto de Bustamante era quitar a Guerrero; el proyecto de Santa Anna era quitar al que estuviera; el de Juárez fue quitar a Santa Anna y el de Díaz quitar a Juárez. Madero tuvo un proyecto: quitar a Díaz; Obregón quitar a Carranza y Calles quitar a Obregón. El proyecto de Fox era quitar al PRI...El proyecto del ciudadano López es quitar a Calderón.

Y en torno a esto último deberíamos reflexionar, sobre aquellas palabras citadas de Porfirio Díaz: ya es hora de que dejemos de unirnos para atacar al presidente, ya es hora de que el proyecto de nación deje de ser quitar al que tiene el poder.

Aunque el gringo promedio es Homero Simpson, son potencia mundial porque trabajan en equipo y porque a pesar de todo respetan a sus instituciones y a su presidente, mientras aquí Fernández Noroña trata de salir en la tele golpeándose contra el Estado Mayor.

En este momento decisivo de nuestra historia vemos una vez más a Masiosare enfrentando a todos contra todos. El ciudadano López Obrador está dispuesto a destruir y reventar este país antes de dejar que lo gobierne alguien que no sea él.

Dicen que el pueblo unido jamás será vencido...

¿Cuándo será el día en que México esté unido?

Tal vez ese día si logremos derrotar a Masiosare, ese extraño enemigo.

Tuesday, September 14, 2010

Sexo, mentiras y amor

Dice la publicidad del programa de TV Las Aparicio: "¿Por qué ahora que el sexo es tan fácil se vuelve tan difícil encontrar el amor?" Me aventuro a pensar que es porque una vez tumbados los muros de los prejuicios morales, cada vez hay menos interés de mezclar el corazón con el sexo. Aunque, definitivamente, es algo que los hombres hacen mejor que las mujeres... o al menos eso pareciera.

Mi mejor amigo me decía que pertenecemos a una generación en la que se nos enseñó a mezclar el corazón con los genitales y que por eso resulta difícil ir por ahí como las nuevas generaciones, que gozan de más libertad sexual... ¿o libertinaje, diría yo?

Las chavas y los chavos hoy en día no se andan por las ramas. Si quieren sexo lo piden y punto. Los hombres no tienen que ofrecer la idea de amor a las mujeres ni quedarse comprometidos con ellas; es decir: no tienen que tener novia para garantizar su dotación semanal de sexo. En teoría, eso los libera a ellos de las falsas promesas de amor... ¿o no?

Las chavas, por su parte, ya no esperan al príncipe encantador que llegue a prometerles amor y fidelidad... se abren a quien sea y como sea; lo importante es el momento, el mañana ya veremos. Y, como viven libres de tabúes, no les interesa entonces mezclar sentimientos con placer... ¿para qué enamorarse de uno si se puede gozar con varios?

Curiosamente, mi perspectiva es que debiera ser al revés: cuando uno es adolescente debía ser más iluso, más romántico... y al crecer pierdes eso, y pierdes también los prejuicios. Pero no es así en la realidad.

Cada vez más, los hombres de mi edad o mayores buscan mujeres jóvenes. ¿Por qué? Porque como dice mi amigo: son más directas, más abiertas y no les da por sentirse putas si se acuestan con medio mundo, como nos enseñaron a las de nuestra generación.

No quisiera generalizar, pero sí conozco algunos casos. De la misma manera, conozco mujeres que casi en los 40 me salen con que ellas no pueden tener relaciones sexuales si no están enamoradas. Digo... yo las respeto, pero francamente creo que ese tipo de argumentos desata la conducta donjuanesca de los caballeros. Estoy convencida de que si una mujer esgrime la bandera del "conquístame si quieres sexo" habrá más de uno dispuestos a lanzar su mejor estratagema para conseguirla... y le venderá la historia que ella quiere escuchar.

En algunos casos, contadas excepciones, el caballero tal vez termine enamorado de la dama. Pero el grueso de las historias nos narra un desenlace típico: mujeres dolidas que se sienten engañadas.

Y es que esa manía de cambiar sexo por amor establece normas generales en el trato entre hombres y mujeres que complica las relaciones. El problema, atacándolo directamente, es que la mayoría de las mujeres de mi generación siguen con el rollo del qué dirán, de no sentirse mal por tener sexo en vez de hacer el amor, como si por ello se convirtieran en rameras. Por ende, cuando tienen algún encuentro sexual piden que termine con el apapacho conveniente... ¡Error!

El sexo es sólo sexo. Punto. Si después del acostón dan ganas de quedarse platicando y compartiendo como consecuencia de la intimidad, chido, pero si no, está bien. Ahora, si resulta que hay química y dan ganas de apapacho, pero entre los dos está claro que no hay compromiso ni mucho menos amor, entonces hay que cuidarse mucho de usar palabras como "mi amor" o "mi vida"... cosa que, en mi experiencia reciente, de pronto se les dá muy fácil a algunos hombres. ¡Vamos! ¿Cómo no quieren que una se vuele si se comportan como si hubiera un compromiso?

En lo personal, yo no puedo soltar palabras tan fuertes como "te quiero" a menos que lo sienta de verdad. Si después de un encuentro íntimo vienen palabras cariñosas y hasta planes, es porque ya hay sentimientos involucrados. De lo contrario, me abstengo de ser melosa. Y estoy acostumbrada a lidiar con gente franca, que piensa igual que yo. Pero a veces se aprenden lecciones nuevas.

A mí me gusta que me digan las cosas como son y no que me vendan ideas. Pero de pronto me topo con caballeros acostumbrados a vender historias, porque en su experiencia eso es lo que han aprendido que las mujeres quieren.

También es cierto que las mujeres nos manejamos por códigos que resultan confusos para los hombres: decimos "no" cuando queremos decir "tal vez", y usamos un "tal vez" en vez de un "sí"... Es una forma de disfrazar las intenciones, de seducir sin proponerlo directamente y de esta manera no ser vistas como unas lagartonas (empezando por las de nuestro mismo género).

Pero la verdad es que las mujeres pensamos en sexo tanto como los varones. Claro que sí. Y por no ser directas entramos en el juego en el que ellos deben adivinar si en verdad queremos y nos estamos haciendo del rogar para que nos conquisten... para que así no vayan a pensar que somos unas locas.

Yo en lo particular creo que, independientemente del género, lo que cada quien haga con su sexo es asunto suyo. Lo que no se vale es divulgar a los cuatro vientos con cuántos(as) ha estado, o mucho menos, jugar con los sentimientos ajenos.

Se vale intercambiar sexo por sexo, pero no así sexo por amor. Claro, sí, hay mujeres que así lo prefieren. Yo no. El problema es que los hombres están tan acostumbrados a mentir, porque así han sido "educados" socialmente, que no pueden ver bien cuando una mujer pide franqueza. Más aún, me atrevo a suponer que bajo la premisa de que las mujeres decimos una cosa por otra, cuando los varones se topan con una que en verdad les dice "no" ellos lo toman como un "tal vez" y una invitación a esforzarse.

Insisto... no es mi caso. Me encabrona que me vendan una historia que no es... aunque reconozco que entiendo por qué lo hacen. Sin embargo, no lo justifico. Romper corazones es un deporte que nunca compartiré ni veré con buenos ojos. Yo no soy así, no puedo ser así, y espero de la gente con la que me involucro que tenga los suficientes como para ser honesto.

A final de cuentas, cuando se venden cuentos y llega el desengaño se genera desconfianza. Y una relación que pudo haber sido chida si se hubiera entendido desde el principio que era sólo sexo, se echa a perder, o tal vez se pierda la oportunidad de llegar a algo más porque en adelante ya no habrá confianza en la palabra de quien ha mentido.

Hablo igual por ambos géneros, aunque los roles suelen ser el femenino que quiere ser engañado y el masculino que dice lo que ellas quieren escuchar. ¿Y qué tal si lo que una quiere escuchar es la verdad? ¿Pueden los hombres lidiar con esto o es algo que no pueden creer? ¿Podemos las mujeres pedir la verdad o es que todas, en el fondo, deseamos que nos digan lo que nos gustaría escuchar aunque sepamos en nuestro interior que no es más que una mentira? ¿Podemos ser honestas? ¿Pueden ser honestos? ¿O es un lazo que llevará atada nuestra generación y tal vez sea roto solamente por los adolescentes de hoy, a riesgo de caer en el libertinaje y la promiscuidad?

PD: El objetivo de este post no es despotricar contra nadie en particular. La idea salió de una charla con un amigo, sobre experiencias suyas y mías. Va para los dos géneros por igual. Es más bien una carta de opinión y una exhortación a la honestidad, para ambas partes.

Thursday, September 09, 2010

Lo dije... y lo sostengo

Lo dicho: no es lo mismo estar enamorada sin ser correspondida que estar desenamorada. Sé que algunos prefieren vivir sin amor a sentir el dolor de no ser correspondidos. Yo prefiero sentir a no sentir. Y es que he aprendido a quedarme con lo bueno, y las cosas buenas vale la pena vivirlas una y otra vez... aunque sea de lejitos. Además, aún llevo conmigo el cariño de mis últimos amores.

Insisto: no sé por qué razón tengo esta capacidad de querer y volver a querer cuando veo a mi alrededor mucha gente que al primer descolón le da por enconcharse y no volver a sentir. Yo no sé hacerlo. En serio, aunque lo intente.

Sí, he aprendido a negociar entre la razón y los sentimientos, y he aprendido a dejar quieto el corazón... a ratos. Cuando menos me doy cuenta ya se me escapó y se va como cabra loca a dar de saltos por el monte, ja.

Pero es que... ¿hay algo que se compare a esos momentos en los que la fuerza del corazón nos impulsa a todo lo bello? Son una inyección de vida que dan sentido a la existencia. Por eso, por volver a sentir la energía del amor que nos mueve a ser mejores, por eso soy capaz de sentir, y volver a sentir... aún cuando entre inyección e inyección de pronto haya cucharadas de medicina amarga. Ni modo, hay que vivirlo con todo y el paquete incluye su dosis de dolor.

Ayer justo platicaba con una amiga y le decía que se vale hacerse pen... tonto, pero la neta es que uno no se engaña del todo a sí mismo. Las señales de si una relación va bien o mal siempre están a la vista, pero nosotros no las queremos ver. Hacemos como que no están y seguimos viendo sólo lo que nos interesa en el momento. Pero las razones siempre están ahí, visibles para todo aquél que quiera verlas.

Y si es así, si las vemos y las pasamos por alto, o peor aún -como yo- le entramos al ruedo a pesar de todas las indicaciones prohibitivas, pues entonces lo que no se vale es quejarse después, cuando ya estamos desangrados y malheridos en el campo de batalla.

Sí. Así como decidimos entrarle al juego debemos conocer los riesgos y estar dispuestos a aceptar las consecuencias. Y si perdemos, como en cualquier juego, pues ni modo. Apechugamos, recogemos los pedacitos y seguimos adelante. Sin quejarnos, ni desgarrarnos. Como dice el dicho: "el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe".

Y termino con esta frase de la canción Tonto Corazón, de Benny Ibarra: "tonto corazón no te empeñes en sufrir, no es un juego de ganar o perder; es un juego de sentir... es un juego de sentir." Y como yo suelo decir: sentir es siempre una bendición. Y yo siento con todo. Así soy. Así me acepto y así he aprendido a vivir: sintiendo con todo y con todo lo que ello implica. ¿Qué si ahora estoy abajo? La rueda de la fortuna a veces baja y a veces sube, y desde arriba la vista es maravillosa. No cambiaría esos momentos por nada... ni siquiera cuando me toca tocar suelo.

Saturday, September 04, 2010

¿Será que se la creyó?

Me acuerdo que hace mucho tiempo vi una película mexicana de esas en las que salía Jorge Negrete... no me acuerdo cómo se llamaba ni quién era la actriz que coprotagonizaba, pero sí recuerdo mucho una escena en la que, después de que él hace algo que la enfada, ella lo manda a volar.

Después se ve que ella está llorando en su habitación, quejándose de que ha pasado mucho tiempo y él no la ha buscado. Alguien se acerca a preguntarle qué le pasa y ella entonces dice esta frase que me parece inolvidable: "le dije que no quería volver a verlo más, ¡y el muy estúpido se la creyó!"

Jajajajaja!!! Me pareció una frase maravillosa y me lo sigue pareciendo, porque en verdad así somos las mujeres, ja. En lo personal... el jueves pasado tuve la oportunidad de aplicarle un bateo rudo a R... lo hice porque en ese momento en verdad lo sentí así. Digo, me dio mucho gusto verlo, por una parte, pero por otra tenía ganas de patearlo, je.

Supongo que fueron más fuertes las ganas de patearlo y cuando me preguntó algo así como si nos podríamos ver después, le respondí "sí, en facebook o por messenger". Sin embargo, ya entrada la tarde como que mi corazón se soltó de la mordaza y logró escapar de donde estaba amarrado para que se quedara quitecito, y salió, al estilo Cenicienta en esa escena final donde baja de su cuarto gritándole al mayordomo real: "¡Espere, espere! Falto yo..."

Algo así pasó en la tarde, cuando ya de pronto empecé a escuchar esa vocecita diciéndome "¡pero sí me dio gusto verlo!" Afortunadamente para mí, reaccionó tarde y no me boicoteó el momento por la mañana, de modo que lo que hice fue lo correcto. De eso estoy segura.

Pero volver a verlo me removió recuerdos y sentimientos. Ayer lo extrañé. Además, casi estaba segura que me volvería a buscar, podría haberlo apostado, je. Pero cuando llamé a mi mejor amigo por la tarde para platicar, me dijo que después de ese bateo seguramente no lo hará. Y luego me preguntó: ¿para qué quieres que te vuelva a buscar? A lo cual le respondí: "Nomás para saber que sí quería verme otra vez..."

Sí, así somos las mujeres. A veces aplicamos la del "no vuelvas a buscarme nunca más" deseando con todo nuestro corazón que el fulano en cuestión haga hasta lo imposible por estar con nosotras. Después de todo se nos dice que cuando el hombre quiere, puede. Y si no puede, es porque en realidad no quiere, ¿no?