Thursday, September 09, 2010

Lo dije... y lo sostengo

Lo dicho: no es lo mismo estar enamorada sin ser correspondida que estar desenamorada. Sé que algunos prefieren vivir sin amor a sentir el dolor de no ser correspondidos. Yo prefiero sentir a no sentir. Y es que he aprendido a quedarme con lo bueno, y las cosas buenas vale la pena vivirlas una y otra vez... aunque sea de lejitos. Además, aún llevo conmigo el cariño de mis últimos amores.

Insisto: no sé por qué razón tengo esta capacidad de querer y volver a querer cuando veo a mi alrededor mucha gente que al primer descolón le da por enconcharse y no volver a sentir. Yo no sé hacerlo. En serio, aunque lo intente.

Sí, he aprendido a negociar entre la razón y los sentimientos, y he aprendido a dejar quieto el corazón... a ratos. Cuando menos me doy cuenta ya se me escapó y se va como cabra loca a dar de saltos por el monte, ja.

Pero es que... ¿hay algo que se compare a esos momentos en los que la fuerza del corazón nos impulsa a todo lo bello? Son una inyección de vida que dan sentido a la existencia. Por eso, por volver a sentir la energía del amor que nos mueve a ser mejores, por eso soy capaz de sentir, y volver a sentir... aún cuando entre inyección e inyección de pronto haya cucharadas de medicina amarga. Ni modo, hay que vivirlo con todo y el paquete incluye su dosis de dolor.

Ayer justo platicaba con una amiga y le decía que se vale hacerse pen... tonto, pero la neta es que uno no se engaña del todo a sí mismo. Las señales de si una relación va bien o mal siempre están a la vista, pero nosotros no las queremos ver. Hacemos como que no están y seguimos viendo sólo lo que nos interesa en el momento. Pero las razones siempre están ahí, visibles para todo aquél que quiera verlas.

Y si es así, si las vemos y las pasamos por alto, o peor aún -como yo- le entramos al ruedo a pesar de todas las indicaciones prohibitivas, pues entonces lo que no se vale es quejarse después, cuando ya estamos desangrados y malheridos en el campo de batalla.

Sí. Así como decidimos entrarle al juego debemos conocer los riesgos y estar dispuestos a aceptar las consecuencias. Y si perdemos, como en cualquier juego, pues ni modo. Apechugamos, recogemos los pedacitos y seguimos adelante. Sin quejarnos, ni desgarrarnos. Como dice el dicho: "el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe".

Y termino con esta frase de la canción Tonto Corazón, de Benny Ibarra: "tonto corazón no te empeñes en sufrir, no es un juego de ganar o perder; es un juego de sentir... es un juego de sentir." Y como yo suelo decir: sentir es siempre una bendición. Y yo siento con todo. Así soy. Así me acepto y así he aprendido a vivir: sintiendo con todo y con todo lo que ello implica. ¿Qué si ahora estoy abajo? La rueda de la fortuna a veces baja y a veces sube, y desde arriba la vista es maravillosa. No cambiaría esos momentos por nada... ni siquiera cuando me toca tocar suelo.

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