Friday, May 13, 2011

Bailes, recuerdos y sueños...

Hoy fue el desayuno del día de las madres en la escuela de Valeria... bueno, de su escuela, porque en realidad este año lo hicieron en un salón y cobraron el boleto pa'l desayuno por persona. Desayuno que, por cierto, no fue la gran cosa. El audio se perdía entre el bullicio de las mamás y las abuelitas presentes, mientras que los niños ansiosos por su presentación no dejaban de hablar en los asientos que les asignaron en la parte de atrás del salón, de modo que mucho de lo que dijeron simplemente no se escuchó.


Los bailables, sin embargo, estuvieron bien, con excepción de los grupos de 5o a los que les pusieron una coreografía sencillita y aburrida. No es por nada pero el grupo de mi hija fue de los mejorcitos, je. A ella le tocó bailar "I can't get no satisfaction", de los 60's.

Dividieron las presentaciones por décadas, desde los 60's hasta la actualidad. Y confieso que cuando tocó el turno de los 80's me invadieron los recuerdos al ver a tantas niñas tan bien disfrazadas, con los flecos con crepé, los labios rojos y las arracadas enoooormes... sí, yo me vestía así y cantaba todas las de Flans... ¡qué tiempos aquéllos! (Por Dios! Ya enruquecíiiiiii!!!)

Buenos recuerdos, pero mejor aún hacerme de un nuevo recuerdo de mi hija bailando y cantando para mí. Lo conservaré en mi memoria para cuando ella crezca y ya no quiera seguir haciéndome fiestas, así como guardaré también los momentos en que la veo dormir, con su cabeza recostada hacia un lado y su rostro angelical... :)


Pero no está bien que hable de cómo termina este día si no he contado cómo inició... con el recuerdo fresco de otro más de esos sueños extraños que suelo tener. Tengo la sensación de que ya había tenido un sueño muy parecido antes, pero no recuerdo bien cuándo ni cómo fue la vez pasada...

Para variar, no sé cómo empezó el sueño ni cómo llegué a ese lugar, y tampoco recuerdo quienes me acompañaban, pero no estaba sola. Era una especie de isla, o playa, con arena blanca y agua cristalina, el mar bastante tranquilo y buena vibra. En algún momento tuve la sensación o la necesidad de ir a buscar algo, una especie de tesoro, algo valioso que estaba enterrado dentro de un barco hundido cerca de ahí. El barco era un acorazado muy grande, que había quedado varado y hundido en aguas poco profundas, pues cuando llegamos al lugar sobresalía una pequeña parte del navío.

Alguien me acompañaba, un hombre, pero no logro recordar sus facciones ni quién era. Entramos, supongo, por una ventana, y nos sumergimos al nivel más bajo, que estaba parcialmente enterrado en la arena. Ahí, curiosamente, había una especie de burbuja de aire que nos ayudó a respirar pues de pronto ya no teníamos equipo de buceo. Aunque iluminado, el ambiente era oscuro, el agua -que nos llegaba a la cintura, en algunas partes, y a los tobillos en otra- era turbia y en esa agua vi nadar tiburones de varias especies y también conté tres orcas.

En la parte con menos agua, cerca de donde caminamos para acercarnos a donde debíamos zambullirnos, había por lo menos un par de cocodrilos, y uno de ellos se acercó amenazante a nosotros. Sin embargo, no sentí miedo... sólo instinto de supervivencia. Nos apartamos de los cocodrilos y estudiamos el sitio al que debíamos meternos.

En esa parte el agua era bastante más profunda, pues ahí es en donde nadaban los escualos y las ballenas. Por alguna razón no me atemorizaba tanto la idea de nadar entre ellos. Creo que mi compañero mencionó algo sobre bucear por debajo de ellos, pegados a la arena, para encontrar el 'tesoro' que buscábamos. Pero me cruzó la idea de que esos animales, al vivir encerrados dentro del barco, con tan poca agua para moverse, seguramente morían de hambre y atacarían al más mínimo movimiento...

En esas estábamos, colocándonos nuestro equipo de buceo con estas dudas en mente cuando...

Sí... el despertador sonó, interrumpiendo por milésima vez mis sueños en el momento más inoportuno.

¿O habrá sido lo más oportuno, a riesgo de que este extrañísimo sueño se convirtiera en pesadilla? No lo sé... a veces, sólo a veces, me gustaría conocer los secretos y significados de los sueños detrás de la simbología mental. Y en ocasiones como hoy incluso se antoja que la historia de la película El origen (Inception) tenga algo de cierto... así podría retomar este y muchos otros sueños justo donde los dejé y averiguar qué pasa después...


Tuesday, May 10, 2011

De generación en generación

De pronto me doy cuenta de que la educación que nos inculcó mi abuelita se ha hecho presente en los últimos días.

Cosas que antes hacía en automático, hoy me queda claro que se lo debo a ella, desde la elección de la ropa y el peinado para cada ocasión, la forma de hablar y comportarme en público, hasta ciertas mañas para guisar y almacenar la comida en el refri.

Más aún, hoy me encuentro transmitiendo esa misma educación a mi hija. Las cosas que mi abuelita instruyó a mi mamá y luego a mí, ahora toca transferirlas a mi cría, quien -al igual que yo a su edad, seguramente- se rebela ante la idea de usar un vestido para ir a una boda, no hacer ruido con la boca cuando come, no subir los codos a la mesa y demás "gilipolleces" que uno tilda de innecesarias hasta que la vida misma nos enseña que cuando menos lo esperamos es cuando más necesitaremos de esos tips de buena educación...

Y hoy justamente hacen falta la sonrisa y las canas de esa viejita linda que tantas veces fungió de madre sustituta mientras mi mamá salía a trabajar para sostenernos. Hoy la recuerdo con toda su energía y sus regaños y de pronto todas sus lecciones y enseñanzas se hacen visibles. No es que antes no hiciera conforme a lo que nos educó, es que ahora es más obvio detectar las marcas de su paso por esta vida, como esos trazos de jugo de limón sobre papel que no se leen hasta que se los acerca al calor.

Hoy es el octavo año que celebro la maternidad y cada día me queda más claro que mi responsabilidad es educar y transmitir a mi pequeña los valores y principios que harán de ella una mujer de provecho (como decía mi abue).

Y al ver los cambios culturales y sociales, no puedo menos que decir un "en mis tiempos no era así"... y entonces me digo que ya estoy como mi madre, o peor aún, como mi abuelita.

Supongo que hay cosas que no entendemos hasta que las vivimos. Yo no puedo ya salirme de fiesta cada fin de semana (aunque las ganas no me faltan), no puedo irme de viaje con mis cuates ni hacer muchas de las cosas que hacen mis amistades solteras. Y aunque a veces las envidio, ver a mi hija crecer tan linda y lista como es hace que todo valga la pena y no quiera cambiar mi vida con la de ellas.

Después de todo, a estas alturas del partido sé que muchas de ellas sí cambiarían su vida de viajes y libertades a cambio de la maternidad, que en algunos casos buscan ansiosamente y no llega.

Pienso que para cuando ellas tengan finalmente a su bebé en brazos yo estaré empezando a planear la fiesta de XV años de mi hija... y a mis 45 estaré libre para viajar otra vez sin preocuparme de quién va a cuidar a mi chamaca y qué ejemplo le estoy dando.

Aunque, eso del ejemplo, creo que es para siempre. Mi abue fue ejemplo de lucha y fortaleza hasta el final...

Dejémoslo entonces en que para cuando ellas vayan a sus festivales de primaria, yo ya estaré inscribiendo a mi hija en la universidad, con mucha vida por delante y negocios que trabajar.

Esta es la vida que me tocó. La que me he forjado con mis decisiones. Y así me gusta. Soy madre de una niña maravillosa y hoy me toca transmitirle las cosas buenas que tiene el ser parte de mi familia. Cosas que hoy, con la ausencia de la viejita, se hacen presentes...