Friday, August 12, 2011

Entendiendo otro cliché más...

Muchas veces escuché a la gente decir: "le dí los mejores años de mi vida" y aunque esta frase es comprensible en personas que pasan de los 50, me llamaba mucho la atención escucharla en hombres o mujeres -principalmente mujeres- aún jóvenes. Digo... cómo es posible pensar que a una persona de veintitantos o treinta y tantos se le hayan ido los mejores años de su vida cuando apenas empieza a vivir, ¿no?

Yo no lo entendía, hasta hoy. Hoy que veo cómo se me pasa el tiempo sin poderme subir al tren de muchas oportunidades porque tengo un equipaje considerable que me lleva a pensar las cosas dos y hasta tres veces cada vez...

Entiendo que los hombres solteros de mi edad buscan mujeres con quienes salir de viaje de fin de semana, compartir aventuras, irse de juerga y otras cosas. Y aunque quisiera hacerlo (porque la verdad sí me dan ganas de hacer eso y más) no puedo, porque no quiero... porque pienso mucho en el impacto que mis acciones pueden tener en la educación de mi hija.

Y así, debo declinar invitaciones a sabiendas de que eso me saca de la lista de opciones de quienes en algún momento me consideraron. Y no lo lamento... sí lo siento y me pesa un poco porque la verdad me gustaría tener una pareja, pero no lamento ser congruente con mis decisiones y darle prioridad a mi hija, que cada vez está más cerca de tomar sus decisiones. No quisiera que a los 16 años me diga que se va de viaje con el novio y me eche en cara que si yo lo hago ella también puede hacerlo.

Y entonces pienso en que afortunadamente yo ya hice muchas de las cosas que hoy anhelo: salir de viaje, ir al cine, a cenar, fiestas, escapadas románticas, encerrones de fin de semana... sí, lo hice. La gran mayoría de estas cosas de hecho las viví con el papá de mi hija. De ahí que de pronto me vino la claridad de a qué se refiere la frase de "los mejores años de mi vida".

Esos años en los que podía salir sin preocupaciones, sin responsabilidades, sin presiones financieras, sin tener que ajustar mi calendario al de la SEP, que podía no llegar a dormir a mi casa si se me daba la gana... esos años fueron los que viví con Rafael. Hoy sigo siendo joven y muero de ganas por hacer muchas de las cosas que menciono, pero ya no lo hago, al menos no sin una planeación previa y pues eso le quita toda la aventura y la mayor parte del interés y la curiosidad al asunto.

Lo entiendo. Y entiendo también que aunque sigo siendo joven y con mucho por vivir, hay cosas que no puedo hacer como antes. Tal vez por eso en el fondo envidio al papá de mi niña, porque su vida sigue como si nada. La hija me la quedé yo, así que él tiene libertad de acción para lo que quiera.

Y no, aunque suene a reclamo no es así. No lamento ser yo quien tenga a Valeria, pues es mi mayor tesoro, pero también una gran responsabilidad. Sólo que hoy, por primera vez, pienso en esa frase y de pronto cobra un significado diferente para mí.

No creo que se hayan ido los mejores años de mi vida. Creo que aún vienen cosas buenas por vivir. Pero hoy entiendo por qué muchas personas de pronto se llenan de esta sensación de que se les van las oportunidades (buenas o malas) sin poder tomarlas, sin poder intentarlas siquiera, y por ende, terminan pensando que los mejores años de su vida -esos en los que gozaban de libertad de acción- se han ido.

Sí... tal vez para mí también se han ido. Pero mi vida es consecuencia de mis acciones y mis decisiones. Y si bien cambiaría muchas cosas de poder regresar el tiempo, una cosa no cambiaría en mi presente y es el tiempo con mi hija.

Quiero creer que los mejores años de mi vida aún están por venir... y confío en que así será. Ya no serán escapadas de fin de semana en pareja, pero seguro que habrá otro tipo de viajes y aventuras por vivir :)

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