Monday, May 13, 2013

Si lo llego a saber a tiempo...

De cuando en cuando mi hija se enoja conmigo, principalmente por el hecho de que salgo con alguien. Cuando eso pasa, en medio de sus celos llega a decirme cosas hirientes como "Te odio", "quisiera morir", "ojalá no hubiera nacido", o incluso "Ojalá estuvieras muerta". Más allá de enojarme cuando escucho estas palabras -que sé en cuestión de horas vendrá con la cola entre las patas a pedirme perdón- lo que suelo pensar es ¿Y si sí?

¿Qué pasaría si un día salgo y no regreso, y lo último que ella me dijo fue algo así? Pido mucho que ese momento no llegue pronto, pero la verdad es que nadie tiene la vida comprada y, aunque quiero creer que Dios todavía no me necesita allá arriba, no sé a ciencia cierta cuál es la extensión de mis años...

Días como hoy me vienen esos pensamientos. No solamente porque mi hija me acaba de hacer un berrinche, sino porque hoy cumpliría 35 años mi amada prima María Elena, que falleció hace más de 7 años. Hay heridas cuya cicatriz no termina nunca de sanar, y la que me quedó con la ausencia de ella aún duele. Duele, en primera, porque la extraño mucho, porque era una gran mujer, llena de amor, talentos y capacidades, pero víctima de una enfermedad que al final le cobró la vida. Pero duele también porque sentí que me quedé con tantas cosas que no le dije... cosas buenas, como lo mucho que la amaba y lo agradecida que estaba por su apoyo incondicional.

De vez en cuando pienso en la muerte, sí. Y pienso en todo aquéllo que me gustaría hacer o decir antes de irme, pero también en todo lo que no quiero hacer ni decir, esperando que lo último que haga y diga no sea algo negativo. Luego pienso en mi hija. Siempre pienso en ella, mucho. Y entonces pienso que no quiero faltarle aún, no hasta dentro de muchos, muchos años. No quiero irme sin que ella esté segura de cuánto la amo y no deseo por ningún motivo que cuando llegue mi hora sea ella quien se quede sin cosas que decir, o peor aún, con el remordimiento y la culpa por decirme algo en la furia del momento.

Ojalá cuando llegue mi hora pueda retirarme en paz y con una vida plena, como mi abuelita, que tuvo la oportunidad de despedirse bien y hasta de arrepentirse de todo lo que hizo o dejó de hacer... Nos dejó muchas lecciones de vida y la extraño mucho. Esa es otra de las ausencias que me hacen falta, aunque ésta no duele, porque sé que vivió su vida y se fue bien despedida.

Hace un tiempo leí sobre Bronnie Ware, una enfermera que atendía a pacientes de enfermedades terminales. Después de algunos años de atender a moribundos y escuchar sus últimas palabras, Ware recopiló lo que ella consideraba los 5 grandes arrepentimientos de la gente que está próxima a morir:
  1. Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera
  2. Ojalá no hubiera trabajado tanto
  3. Hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía
  4. Habría querido volver a tener contacto con mis amigos
  5. Me hubiera gustado ser más feliz
¿Qué añadirían a esta lista? Muchas veces la gente fallece de imprevisto, sin oportunidad siquiera a reaccionar o encomendarse a Dios. Ahí no queda más que tratar cada día de vivir bien y encomendarnos cada mañana a Él. Pero hay quienes son anticipados de la noticia de su muerte inminente por alguna enfermedad terminal. Si ese fuera mi caso, si llego a saberlo con tiempo, ¿qué pensamientos cruzarían por mi cabeza los últimos días de mi vida?
Seguramente, cientos de ideas, preocupaciones y ansiedades alrededor del bienestar de mi hija... aunque, por el momento, ella insista en que si tengo novio es porque no la amo lo suficiente. Dios me dé vida para ver cómo se voltea la moneda en unos años, cuando ella tenga novio y prefiera pasar su tiempo con él que conmigo :P

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